Sembrar la paz

En la cátedra Francisco ya se había hablado de la paz porque tal como sostiene El Dr. Edgardo N. De Vincenzi: “La educación es inmanente a la paz”. El fin de la educación, es la paz, que supone resolver los problemas del vivir a través de la resiliencia. La educación tiene como contenido epistémico de fin la paz. En este sentido, las palabras que pronunció a principios de mes el papa Francisco en Sta. Marta, nos hicieron reflexionar sobre nuestra responsabilidad diaria en sembrar la paz: “Y nos hará bien preguntarnos: ¿Yo siembro paz? Por ejemplo, con mi lengua, ¿siembro paz o siembro cizaña? ¿Cuántas veces hemos oído decir de una persona: "Pero, ¡tiene una lengua de serpiente!". Y esto es un mal, esta es una enfermedad en nuestra Iglesia: sembrar división, sembrar el odio, no sembrar la paz. Si una persona, durante su vida, no hace otra cosa que reconciliar y pacificar, se la puede canonizar: esa persona es santa. Pero, debemos crecer en esto, debemos convertirnos: nunca una palabra que sea para dividir, nunca. Nunca una palabra que traiga guerra, pequeñas guerras, nunca las habladurías. Decir habladurías es terrorismo porque el que las hace es como un terrorista que tira una bomba y se va, destruye: con la lengua destruye, no hace la paz". "Cada vez que me viene a la boca decir algo que sea sembrar cizaña y división y hablar mal del otro... ¡morderse la lengua! Se los aseguro ¿eh? Que si ustedes hacen este ejercicio de morderse la lengua en lugar de sembrar cizaña, las primeras veces se les hinchará la lengua, herida, porque el diablo nos ayuda en esto porque es su oficio: dividir". 4/9/2015. Sta. Marta. RV.

No debemos olvidar que nosotros, con nuestros actos, también somos responsables de la paz y que educar para construir la paz, también significa que la educación debe tender a la inclusión social y hoy sabemos que el acceso a la misma es imposible para muchos y para aquellos que acceden es difícil permanecer. Es claro que, mientras exista en el mundo un solo ciudadano que no acceda a una educación de calidad, de padres, maestros, ciudadanos y gobernantes; nuestra tarea, como educadores y como propulsores de la paz estará inconclusa.