Diálogo interreligioso y ecumenismo

29 de Septiembre, día de San Miguel Arcángel, elemento de unidad entre las grandes religiones monoteístas.

Como hemos destacado en varias oportunidades desde este espacio, el diálogo interreligioso y el ecumenismo son algunas de las grandes acciones que promueve el Santo Padre Francisco desde que llegó a Roma. Dicho diálogo no sólo es propuesto con otras grandes religiones, sino que también, al interior del Cristianismo en sus diversas confesiones.

Por suerte para promover ese diálogo entre las distintas creencias monoteístas, son numerosos los elementos que nos unen y nos hermanan. Uno de esos tantos e innumerables elementos que en nuestra heterogeneidad nos acercan, es la figura de San Miguel Arcángel, personaje importantísimo para el Judaísmo, el Islam y por supuesto para el Cristianismo.

Sobre esa notable figura, Francisco ha tenido una próspera dedicación particular. Desde el comienzo de su pontificado, el Papa ya consagró al Vaticano a la protección del Arcángel, protector de la Iglesia Universal y patrono del Estado de la Ciudad del Vaticano. Aún resuena la potente imagen de los dos pontífices, cuando el Emérito Benedicto XVI y el actual Francisco, inauguraron juntos una estatua de San Miguel, cerca de la plaza de la Gobernación del Estado del Vaticano.

San Miguel es una figura central en el Cristianismo, no sólo entre los católicos, también en la Iglesia Copta y en la Ortodoxa, como entre Anglicanos y Luteranos. Aparece citado en varias oportunidades en el Antiguo Testamento, como el caso ilustre del libro de Daniel, donde se evidencia el carácter protector hacia el Pueblo de Dios, como guardián de los hebreos en el pasado, y también en el futuro.

Lo mismo ocurre en el Nuevo Testamento, de manera rutilante en el Apocalipsis, como así también en los escritos de los Padres de la Iglesia, y en numerosas apariciones a lo largo de toda la tradición, a pontífices y santos. Pero como dijimos, también es una figura central en el Islam, incluso es citado en el libro sagrado del Corán.

Figuras centrales del Catolicismo han tenido un vínculo especial con el Arcángel. Tan centrales como algunos de los pontífices más importantes de toda la historia, como es el caso de Gregorio Magno, Doctor de la Iglesia, y para muchos el más importante obispo de Roma en toda la Edad Media. O también el Papa León XIII, entre otras cosas, artífice de la Encíclica Rerum Novarum, tan esencial para la Doctrina Social de la Iglesia.

América no estuvo al margen de la cercanía con el Arcángel. En México, en fecha tan temprana como 1631, hay una primera aparición en nuestro continente. Volviendo a Europa, su protección fue central incluso en la figura de Santa Juana de Arco en Francia, país del que se lo considera también protector. Lo mismo ocurre más recientemente, en pleno siglo XX, en su vínculo con Santa Faustina Kowalska, o el Padre Pio de Pietrelcina.

La ciudad de Roma está profundamente ligada también al Arcángel. Uno de los más importantes monumentos de la ciudad eterna, es sin dudas el Castel Sant'Angelo, un soberbio castillo muy cercano a la Basílica de San Pietro, a pocos metros del Tíber. Lleva ese nombre desde el siglo VI, cuando la ciudad fue asolada por una terrible epidemia a causa del desborde del río. Según la tradición, dicha epidemia culmina ante la aparición del Arcángel en aquel punto de la ciudad, en medio de una procesión que el papa realizó con innumerables fieles.

Es por este episodio tan lejano en el tiempo, pero representativo para el presente, que cuando volvieron las epidemias a Italia, se invocó siempre la protección especial de San Miguel, como ocurrió en el siglo XVII con la gran peste, o recientemente, el año pasado, por la pandemia del COVID 19, que de manera inédita como no se hacía desde hace tres siglos y medio, se extrajo la espada de San Miguel de su vitrina del santuario de Sant´Angelo, para llevarla en procesión por la ciudad, evento transmitido en directo a todo el mundo.

Con especial referencia a San Miguel, hace unos años el Papa resaltó el papel que juegan nuestras “protecciones” sagradas en momentos de turbulencia y desamparo. Remarcó que que "en el camino y en las pruebas de la vida no estamos solos, estamos acompañados y somos sostenidos por los ángeles de Dios, que ofrecen, por así decirlo, sus alas para ayudarnos a superar los peligros, para poder volar alto respecto a aquellas realidades que nos pueden pesar en la vida o nos jalan hacia abajo".

El hecho que el protector de referencia sea una figura compartida con nuestros hermanos cristianos de tan diversas confesiones, e incluso con judíos y musulmanes, es un interesante punto de encuentro no sólo simbólico. Es un elemento de unidad trascendente, que para aquellos que creemos en las sagradas escrituras, nos hermanan en la seguridad de una protección compartida e imperecedera.

Dr. Fabián Lavallén Ranea.

Doctor en Ciencia Política (USAL). Lic. en Historia y Lic. En Relaciones Internacionales.

Especialista en Sociología de la Cultura.

Director de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UAI – Rosario-).