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Del Cine al Derecho: historia de una pasión

Edgardo Pabano (55) acaba de graduarse como abogado en la UAI, tras una larga historia de "amor" con el Derecho. Comenzó su vida profesional como profesor corporativo de sistemas, donde trabajó en empresas multinacionales. Luego se dedicó al cine, graduándose en el Instituto Universitario de Vicente López, cuando tenía alrededor de 30 años.

Durante muchos años se dedicó a la producción de películas y documentales, hasta que a los 50 se dio cuenta que quería cambiar de rumbo. Más allá de lo que hacía en los distintos momentos de su vida, sintió que el Derecho era algo que siempre le atrajo. En ese sentido, se las arreglaba para leer o trabajar en cosas relacionadas al tema.

"Siempre me interesó mucho el Derecho. Había tenido la primera aproximación trabajando en un proyecto para el Poder Judicial de la Nación. Más allá de lo que era pertinente a mi trabajo, de sistemas, tuve que leer mucho para entender cuál era la necesidad concreta que tenían los operadores de justicia. Encontré que el Derecho me gustaba, incorporaba ese conocimiento con mucho placer", detalló.

En una situación similar, cuando trabajó en cine también hizo algunos trabajos emparentados con el Derecho. "Entré en los aspectos legales de la producción cinematográfica, entonces, para las productoras donde trabajaba, era la persona interna que conocía sobre ese tema y trabajaba con los abogados", detalló.

"Yo siempre trataba de hacer que el trabajo tuviese algo que ver con el Derecho. Cuando salió la Ley de Cine a principios de este siglo, fui uno de los primeros que se puso, sin ser abogado, a leerla a ver cuáles eran los alcances, estudiar los textos, etc. En un momento era referente de consulta. Siempre hablaba de cine, pero desde una óptica del Derecho. Iba haciéndolo naturalmente", contó.

Edgardo relató que, ni bien comenzó la carrera empezó a tratar de ocupar la mayor parte del tiempo en actividades que tuviesen que ver con el Derecho directamente. "Primero, puramente académicas. Pero en tercer año la UAI ofrece un título intermedio que es el de Procurador. Estábamos en pandemia y pude tramitar el título el mismo día, en diciembre de 2020, y enseguida me matriculé en Colegio de Abogados de Quilmes como Procurador en la Provincia de Buenos Aires", dijo.

"La procuración es una forma de salida laboral y de ejercer que, a veces, no está muy divulgada. Pero te permite insertarte de lleno en el ámbito laboral del Derecho. Eso es lo que vengo haciendo ya hace casi dos años. Hoy por hoy, es mi trabajo y lo hago todos los días. Ahora que estoy graduado, aún más", dijo Pabano.

La elección de su tema de tesis es un tópico muy actual, sobre "Inteligencia Artificial (IA) y responsabilidad civil". "Justamente, los postulados de la tesis son consecuentes con la carta que sacaron especialistas hace poco. Tiene que ver con todos los elementos de precaución y prevención que hay que tener en cuenta antes de poner en funcionamiento a la IA", explicó.

Además, se diferenció en una sola cosa respecto de ese postulado de especialistas, y es que "si bien en general llegamos a la misma conclusión, yo digo que lo que se debe detener no es el desarrollo, sino la puesta en funcionamiento masiva de la IA hasta no certificar niveles de seguridad apropiados". "Por lo demás, la tesis es consecuente con esta mirada académica y fue íntegramente realizada con los conocimientos impartidos en la UAI", se enorgulleció.

Hace poco Edgardo recibió una distinción del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires por su excelencia académica. "Hice la carrera en el tiempo en que la UAI la planifica, ni me adelanté ni me atrasé. Esa es una de las razones por la cual me terminaron dando ese reconocimiento académico. Nunca di un final con una nota más baja de ocho. Eso me valió un promedio muy alto, superior a nueve. Jamás tuve un aplazo, jamás falté a un final", concluyó.

- Por lo que contás, siempre tuviste pasión por el Derecho.
- Sí, es cierto. El Derecho es algo que, además de ofrecerme la posibilidad de utilizar el intelecto, obliga a analizar y estudiar todo el tiempo. Es una profesión que me da tranquilidad. Me da tranquilidad en mi esfera personal al pensar las cosas desde el Derecho. Rige nuestras vidas, tiene que ver con todo: el comercio, la familia, la moral, el trabajo... Y todo está atravesado de una forma lógica y racional por eso. Por supuesto, siempre hay cosas por mejorar y modificar, y eso tiene que ver con la dinámica.

- ¿Creés que conocer de leyes y Derecho da cierta ventaja?
- Sí, sin dudas. Y es algo que no solamente tiene que ver con ser abogado. Siempre les recomiendo a todos mis amigos: es fundamental conocer el Derecho para cualquier persona. Es función principal de nosotros, los abogados, explicarlo bien. Afortunadamente yo estoy teniendo muy buena recepción de parte de los clientes, justamente porque me dedico a explicarles correctamente cuál es el derecho que tienen ellos y las personas con las que están en conflicto. El hecho de que la gente conozca el derecho, reduce mucho el conflicto judicial. Porque es lo que nos permite a nosotros llegar a soluciones extrajudiciales, o previas. Obviamente, hay conflictos que no se van a resolver sin pasar por la Justicia, pero muchas otras cuestiones se pueden ir apaciguando antes de entrar en una controversia en un juzgado, y eso es porque la gente entiende de derecho. Esa es nuestra función: hacer que nuestros clientes entiendan.

- ¿Cómo elegiste la UAI?
- Quería una universidad que tuviese que ver con mi expectativa. Había trabajado mucho en la cuestión de derecho en el cine y había tenido que presentar proyectos en el Instituto Nacional de Cine. Sabía de Derecho Administrativo y que la UAI, por lo que había investigado, tenía una formación muy sólida en este. Ese fue uno de los factores. Otro de ellos fue la proximidad, tenía una sede muy cerca en Berazategui, ya que yo vivo en Quilmes. Eso, sumado a que cuando conversaba con gente que egresaba de la UAI me la recomendaban por la excelencia académica, hicieron que me vuelque a ella.

- ¿La recomendarías a otras personas?
- Por supuesto. La UAI fue como mi casa durante cinco años. Pero no solamente en el sentido de la comodidad, el edificio, sino que realmente uno conforma una familia dentro de la universidad con sus compañeros y docentes. Es mucho más fácil acceder a un contenido académico cuando uno lo hace con cierto grado de afecto. Lo que tiene la UAI es eso, hay dedicación y cuidado de los docentes para entender qué le está pasando al alumno y qué le falta. Ayudarlo para llegar adonde quiere. Desde el primer día algo que me encantó de la UAI, sobre todo para un tipo como yo, adulto con bagaje profesional, es que siempre incorporaban el conocimiento que uno traía. Eso es fenomenal, porque vas aprendiendo al mismo tiempo que vas compartiendo tu experiencia, que le sirve a otros.