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"Vistiendo las calles", el proyecto solidario de alumnos y graduados de UAI que obtuvo una distinción

Ezequiel Mione Zarlenga es graduado en la Licenciatura en Relaciones Internacionales y hace unos años, cuando estudiaba en la sede Centro de la UAI (Av. San Juan 951), junto a su compañero de clase Gonzalo Martins les surgió la necesidad de ayudar a gente en situación de calle.

Ellos veían que el frío impiadoso de la ola polar de 2019 no daba respiro y se había llevado la vida de varias personas. Con un bolso con ropa, comida y algo caliente, salieron a recorrer las calles cercanas por los barrios de Constitución, Barracas y La Boca.

Hoy, aquel proyecto de asistencia a personas en situación de calle creció hasta tener más de 15 voluntarios, ayudar también en comedores, merenderos y ollas populares en la Ciudad de Buenos Aires, y obtuvieron una distinción de la Legislatura porteña para jóvenes sobresalientes.

Crearon "Vistiendo las calles" donde lo que buscaban era tener una ayuda inmediata, más rápida y eficiente, saliendo ellos mismos con bolsos de ropa a las calles, termos de agua caliente y comida, para así asistir a las personas sin hogar.

Ezequiel Mione Zarlenga, cofundador de "Vistiendo las calles".

El proyecto también tiene una pata cultural en la que dictan talleres de apoyo escolar para nenes y nenas del primario todo los miércoles.

"Vistiendo las calles nace con las ganas de unos amigos para poder saltear las trabas que por ahí dilatan un proceso del que quiere donar, que quiere que llegue lo que dona a quien lo necesita, y entonces es ponerse los largos y tratar de vehiculizar esa ayuda lo más rápido posible", clarifica Ezequiel. "Lo que a nosotros nos llega tratamos de que llegue a personas en situación de calle o a las distintas fundaciones que ayudamos", comenta.

SI QUERÉS COLABORAR podés comunicarte a su Instagram @vistiendolascalles, donde se pueden postular para ser voluntarios, como profesores de clases de apoyo de primerio o para donar alimentos, ropa, libros o útiles.

"Nos hablan a nosotros que tenemos puntos de entregas repartidos por la ciudad o podemos pasar por su casa a buscarlos", definió Mione, quien hoy trabaja en una consultora de medios de comunicación digital, donde es analista y cubre la consultoría de los medios de comunicación de transmisión de Europa, además de ser tutor académico.

- ¿Cómo les surgió esta necesidad de ayudar?
- Fue en el contexto del invierno del 2019, donde hubo una ola polar muy fuerte. Recuerdo que varias personas en situación de calle habían fallecido por hipotermia. Fue el momento en el que los clubes abrieron para convocar a donaciones, lo hizo River, lo hizo Boca. Nosotros estábamos medio indignados por el tiempo que se tardaba con todo lo administrativo, de todo lo burocrático de una ONG solidaria que por ahí traba las donaciones y la gente que está en la calle, con el frío, tiene necesidades inmediatas. Entonces, con esa motivación, los dos agarramos los bolsos y salimos, para tener una ayuda rápida, directa y eficaz. Así, recorrimos las calles por las zonas aledañas a la UAI en Constitución, Barracas y La Boca.

Les contamos a nuestros amigos y se fueron sumando como voluntarios. Otros fueron dándonos donaciones. Así, lo que hacíamos era coordinar recorridos por distintas calles. No solamente hacíamos que las recorridas tengan una naturaleza de donación material, no darle las cosas y ya, sino también sentarnos, hablarles, tomar notas de sus necesidades para colectas futuras. Algo que tiene el proyecto es la contención, que sepan que no están solos. Vamos con esa premisa.

Voluntarios de Vistiendo las calles.

- ¿Durante la pandemia cómo hicieron?
- En el 2020 nos agarró la pandemia y fue un revés para todos. Más para nosotros, que al no tener recursos, porque no somos una ONG formal, somos un grupo solidario de particulares, no teníamos permisos para seguir haciendo las recorridas. Lo que hacíamos era apelar a ONGs de mayor alcance y llevábamos las donaciones que nos traía la gente. Para finales del 2020, que las restricciones comenzaron a ser un poco más laxas, continuamos con los recorridos. Ampliamos nuestra agenda de contacto y hoy en día ayudamos a más de tres comedores, a una olla popular en la villa 21-24 en Barracas que da almuerzos para todos los vecinos los sábados. También ayudamos a la fundación CasaSan en La Boca, ayudamos para un ropero popular, donde todos los vecinos retiran la prenda que precisan y en esa misma fundación damos los talleres de apoyo para primario. Por suerte pudimos reflotar el proyecto después del escenario pandémico. Hoy en día estamos en plena ampliación y queremos incluir más actividades y ampliar el voluntariado. Entendemos que cuantos más voluntarios, más actividades vamos a cubrir y a más personas vamos a ayudar.

- Deben tener 20 mil historias duras al recorrer la calle. ¿Alguna que te haya impactado?
- Para nosotros es un ejercicio llegar a casa y tener tantas cosas en la cabeza, te pesan muchísimo las historias que te cuentan. Recuerdo una persona que estaba en situación de calle al lado de la Facultad de Ingeniería de Paseo Colón. Le habíamos ofrecido que teníamos tanto agua como alimentos y nos dijo, con el mayor de los respetos, que lo recibía. Después nos contó que hace poco era artista y estaba en una galería de arte en Miami exponiendo y que en cuestión de meses terminó en la calle. Nos contaba cómo la forma de llevar su vida y no encausar algunas cuestiones... Fue el cielo y el infierno en un toque.

Después, muchas personas se quiebran delante de nosotros, hay mucha nostalgia. Recuerdo una historia de una persona en La Boca, donde había un médico sin hogar y hace más de 20 años se había ido de vacaciones con su familia, tuvo un accidente automovilístico y fallecieron todos menos él. Sobrevivió, decidió dejar todo y vivir deliberadamente en la calle. Tiene una vida de marginalidad porque es lo que desea. Durísimo. Están esas historias y muchas carencias. Nos topamos con gente que vive tomando mate para tener el estómago lleno y no tener hambre. Las primeras veces te sorprende, pero después te ponés a ayudar y ves cómo se las rebuscan... qué se yo.

- Me imagino que tienen que tener una coraza para seguir adelante, porque si no con la primera historia te quedás llorando ahí...
- Sí, totalmente. Estas cosas que te digo son del primer año. Al tener el proyecto ya tres años, te siguen movilizando las historias pero no te "frizan". No es que vos decís: '¿Me hace bien esto?'. Esto te sigue movilizando a conocer más.