"Nos gusta que la gente se vaya con más dudas que certezas"

500+50 es el nombre de la muestra que se exhibe en la Biblioteca Nacional de Maestros. Los años de la muerte de Leonardo Da Vinci y el aniversario de la llegada del hombre a la luna, titulan a modo de homenaje esta exposición de Joaquín Fargas. La UAI firmó un convenio con el Laboratorio Latinoamericano de Bioarte (LatBioLab), del cual son fundadores Joaquín Fargas (Director Artístico) y Alejandra Marinaro (Directora Ejecutiva) quien además de ser artista digital, es Contadora y Máster en Dirección de Empresas. “La idea a futuro es que la unidad académica de la UAI se pueda incorporar a la realización de estos proyectos, como por ejemplo la gente que trabaja en robótica, biología y demás; de esa forma podemos hacer arte entre todos”, declaró Alejandra.     

 

 

 

En diálogo con la UAI, pudimos charlar con los fundadores del LatBioLab y conocer en detalle la muestra sobre Leonardo Da Vinci y otras obras reconocidas a nivel mundial por el artista e ingeniero Joaquín Fargas.

 

Es un año muy emblemático, se cumplen 500 años de la muerte de Da Vinci, y los 50 años de la llegada del hombre a la luna. Estamos en Tecnópolis, en el Centro Cultural de la Ciencia y en la Biblioteca Nacional de Maestros. La gente se encuentra con esta relación de cómo imaginar las cosas aunque no tengamos los elementos necesarios para hacerlo. Cómo nosotros podemos encarar algo sin saber los resultados. Da Vinci pensó el helicóptero y recién en los años 40 se dio efectivamente el nacimiento del mismo. Muchas cosas que pensó él (Da Vinci) hace más de 500 años aparecen ahora como una realidad. Nosotros vivimos en una situación a corto plazo, queremos todo ya. Antes, por ejemplo, no teníamos petróleo, hoy no podemos vivir sin él, y gracias a eso nos estamos quedando sin agua en el planeta”, detalló el artista Joaquín Fargas quien es, a su vez, Ingeniero Industrial.

Cuando le consultamos a Alejandra acerca de cómo era el convenio con UAI y el funcionamiento del laboratorio, aclaró que “todas las presentaciones que vamos haciendo por el laboratorio la va acompañando UAI también. Lo positivo de la tecnología fue que democratizó del arte; ya no hace falta haber estudiado por años o tener técnicas específicas como Picasso sino que podes hacer arte de muchísimas maneras y transmitir tu concepto. El laboratorio está alojado desde el punto de vista académico en la UAI. En ese lugar se hace arte con la gente de la comunidad académica, arte personal. Hacemos investigación en temas artísticos, y desarrollamos diferentes proyectos para realizar el cruce entre la ciencia, el arte y la tecnología”.

 

Una de las obras más renombradas de Fargas es “Glaciator”. “Nació como Proyecto Utopía. Fue creado cuando hice mi viaje a la Antártida en 2011. Fui con una temática artística ambiental; cómo a través del arte podemos desarrollar un proyecto que sea provocador e inspirador, que deje algo, algún pensamiento. En ese momento yo instalé tres molinos en el Glaciar Buenos Aires, al lado de la Base Esperanza. Esos molinos buscaban enfriar el glaciar para así mantenerlos, de ahí el nombre ’Don Quijote contra el cambio climático’. Desde ahí se desprendieron otros proyectos y, dado que el proceso de glaciación tarda muchos años debido a la acumulación de nieve que luego se transforma en hielo, dije por qué no hacer un robot que colabore en ese proceso compactando la nieve. Así nace ‘Glaciator’, que es un robot que trata de construir un glaciar al compactar la nieve”, relató su creador con lujo de detalles y luego agregó: “Tiene mucha tecnología actual, incluso autonomía, pero sabemos que un robot de esas características no puede producir un cambio significativo; nunca sabemos si eso no puede ser la fuente de inspiración para alguien que pueda replicarlo a escala planetaria”.

 

 

-¿Cómo fue el viaje a la Antártida?

Este viaje estuvo bajo el apoyo de Rusia y el programa Bienal Antártica. La empresa Kaspersky de ese país quiso patrocinar una expedición a la Antártida con algún elemento tecnológico de impacto ambiental. Fue un gran desafío porque en dos meses tuvimos que construir los tres robots; incluso el tercero lo terminamos arriba del barco rumbo a la Antártida. De mi equipo técnico solamente fue un documentalista que pasó como mi asistente porque ellos tenían su propia producción montada. A modo de anécdota fue él quien salvó a todo el equipo ruso cuando resolvió un problema de sonido que habían tenido durante todas las entrevistas del viaje. El documental fue ganador de importantes premios y eso es una satisfacción muy grande.

 

El “Glaciator” estuvo en la Bienal de Venecia en el Pabellón Antártico. También paseó por Rusia, Boston y Barcelona. En octubre estará en Roma en la primera muestra que se realiza en Italia. Joaquín también desarrolló una muestra en Atacama, Chile, con el robot Rabdomante. Se trata de un robot que busca agua en el lugar más seco del mundo mediante la condensación del agua. “El propio sol que evapora el agua, es el sol que produce la electricidad para volver a recuperarla. Se crea un nuevo ciclo y, conceptualmente, tiene una fuerza muy grande”, soslayó el artista.  

-¿Qué buscan generar con este estilo de arte?

(Alejandra) Nosotros apuntamos a que, mediante el arte y la tecnología, se pueda desarrollar la imaginación y no pensar todo ya, ahora, en este instante. Si nosotros queremos imaginar el futuro, la propia tecnología actual nos impide, de cierta forma, ver cómo  puede llegar a ser eso más adelante. Nosotros tuvimos muchos proyectos en carpetas durante años y no los podíamos implementar porque no sabíamos de qué manera, hasta que salió lo necesario y así con muchas cosas.  

(Joaquín) Nos gusta que la gente se vaya con más dudas que certezas. En general estas preguntas no tienen una respuesta específica. Por ejemplo en la biosfera, la primera pregunta que nos hacemos es como pueden sobrevivir ahí adentro los seres vivos, pero si lo replicamos a gran escala, es el mismo principio que rige nuestro planeta. Ahí aprendemos los ciclos de la tierra, y tomamos conciencia de que los recursos se agotan y debemos cuidarlos. Queremos inculcar el impacto del cuidado ambiental que debemos tener.

 

 

Para finalizar, Alejandra Marinaro realizó una breve reflexión sobre la importancia de incorporar instituciones académicas al Laboratorio y dijo: “Mostrar desde el arte cosas científicas hacen que nuestras muestras tengan una pata pedagógica y educativa muy importante. La cuestión de que el Laboratorio de Bioarte busque albergarse en una universidad, tiene que ver con este perfil pedagógico y de educación, de intentar abrir la cabeza hacia nuevos descubrimientos”.