Arquitectura, una vocación

“Mi contacto con esta carrera (Arquitectura) comenzó mucho antes de mi formación universitaria. Desde chica crecí en un ámbito cercano a la profesión por el trabajo de mis padres. Me crie viéndolos trabajar en el estudio y acompañándolos a obras”, revela Camila Graf, alumna de la carrera de Arquitectura en la Sede Rosario. 

Camila es la mayor de tres hermanas, con sus padres arquitectos influenciando el camino profesional. “Creo que ya, desde hace mucho tiempo, me sedujo la posibilidad de estudiar arquitectura, más allá de que no era la única opción. Pero si quizás, la que más me atraía, y me veía ejerciendo en un futuro”, afirma.

Cuando terminó sus estudios secundarios en la ciudad de Paraná (Entre Ríos), decidió emprender otro rumbo dirigiéndose a Rosario para vivenciar una nueva experiencia personal e iniciar su formación académica en otro ámbito de crecimiento. “Lo que me llevó a ponerme en contacto con la Universidad Abierta Interamericana, en un principio, fue porque me sentía cómoda con el sistema educativo y plan de estudio que proponía a los estudiantes. Al tener la posibilidad de estudiar allí, la elegí como institución educativa. Luego de estos años de carrera, considero que fue una decisión acertada”, comenta.

En su tránsito por las aulas de la Casa, destaca la dinámica de “trabajo único” como un elemento relevante desde lo pedagógico, que le representó un cambio rotundo a la hora de estudiar. “Esta dinámica busca integrar en un solo trabajo todas las asignaturas que el alumno está cursando. Creo que aporta una visión más abarcativa, completa e integral de la futura actividad profesional, y enriquece aún más el proceso de formación universitaria”, sentencia.

La vocación de Camila, la llevó a colaborar en diferentes proyectos realizados por arquitectos paranaenses. “El trabajo allí me sirvió para ver más en concreto como es la realidad de la profesión. He participado de actividades como relevamientos de obras, producción de imágenes digitales, reuniones con clientes, o hasta la oportunidad de proponer ideas en el momento del diseño”. Además, en el ámbito de la Facultad, ha tomado parte en diferentes actividades extracurriculares integrando, por ejemplo, del equipo administrador de las plataformas virtuales de “Escuela de Proyectos”, y participando de actividades de extensión asociadas con otras instituciones.

“Me identifico con la idea de que la arquitectura debe estar al servicio de las personas, siendo una herramienta capaz de adaptarse a los cambios a los que la sociedad se enfrenta continuamente”, reflexiona Camila y agrega: “Creo que el principal aporte que tiene la profesión es la capacidad de materializar las intenciones de quienes imaginan una mejora en la forma en que vivimos. A partir de la pandemia, puedo reafirmar la influencia que tiene la arquitectura sobre la vida de las personas. Fue, y continúa siendo, una situación muy particular que llevó a una reformulación inédita, con nuevos desafíos”.

Si bien aún no lo tiene definido, manifiesta su afinidad por el trabajo de diseño en estudio y todo lo que conlleva la dirección de obra, al igual que el diseño de interiores y el paisajismo. Imagina, una vez graduada, comenzar su etapa profesional incorporándose a un estudio de arquitectura para adquirir experiencia laboral, y augura: “Me interesaría, de ser posible, tener la oportunidad de viajar al exterior, y poder allí continuar mi etapa de formación profesional, asistiendo a cursos de postgrado o especializaciones”.