Selección Argentina: a 34 años de la última gloria

Por Ivo Vidal. Estudiante de periodismo deportivo de la UAI.

Un 29 de junio de 1986 Argentina vivía uno de los momentos más felices de su historia futbolística al hacerse con el segundo título en el campeonato mundial de México. La nostalgia por este logro, inclusive en quienes no lo presenciaron, se incrementa al contemplar la ausencia de éxitos en el tiempo posterior. Repaso por algunos datos, anécdotas y curiosidades de este momento que permanecerá por siempre en los anales del deporte.

El pasado lunes se cumplieron 34 años de una fecha memorable para el deporte argentino, que quedará para siempre en el recuerdo por su trascendencia y su significado. Muchos, y principalmente los más jóvenes, no toman dimensión sobre lo que este logro representó en tiempos dónde presenciar éxitos de categoría internacional dejó de ser un hábito y pasó a ser algo inalcanzable.

Pasaron más de tres décadas desde que Diego Maradona recibió y alzó bien alto el trofeo más preciado de todos, y un país entero tuvo el derecho de decir que vio a su selección nacional de fútbol hacerse con el título de campeón del mundo. Ocho años antes de ese domingo 29 de junio de 1986, Argentina levantaba la copa por primera vez, pero en circunstancias completamente distintas. Otro contexto socio-político, otro plantel, otro entrenador, otra sede (nuestra casa), y otro fútbol.

El marco imponente en el estadio Azteca, principal escenario en este mundial. Sobre este césped, Argentina superó a Inglaterra en cuartos, a Bélgica en semis, y a Alemania en la gran final.

Esa decimotercera edición presentaba un panorama mucho más complejo, empezando por el hecho de jugar lejos de casa y en un terreno para nada sencillo. Campos de juego duros, mucha humedad y grandes alturas. La albiceleste venía de dejar mucho qué desear en su anterior participación de España 82’, sumado al aire negativo que se respiraba en la concentración del equipo debido a las múltiples dudas que recaían en el responsable del equipo, Carlos Salvador Bilardo.

"Teníamos todo en contra. Ni mis amigos entendían lo que hacíamos. Empezamos a jugar con tres defensores, y la primera vez que anuncio el equipo los periodistas que estaban ahí me dicen: ‘Carlos está confundido; nombró nada más que tres defensores’. Les digo: ‘Pero es así, vamos a jugar así’. Ellos no entendían”, relató después el “Narigón”.

Tampoco faltaron los conflictos dentro del plantel de 22 jugadores, de los cuales más de la mitad jugaban en al ámbito local, y al que la gente no veía como el potencial campeón. El principal problema residía entre Maradona, el nuevo líder el equipo, y Daniel Passarella, capitán y artífice del éxito en 1978. Lo que era un secreto a voces, fue revelado años después por Diego en su autobiografía: "Nos dijimos de todo... Vivíamos de reunión en reunión. Y en una de ésas fue que me agarré con Passarella. Ahí definimos que éramos nosotros contra el mundo, así que más vale que tiráramos todos para el mismo lado”.

Pero en la cancha a base de esfuerzo y pasión, además del talento del número 10, las dudas se despejaban. Y a medida que el combinado nacional empezaba a subir escalones, los argentinos se preguntaban: “¿Por qué no ilusionarse?”. Fue efectividad al 100%; Argentina no perdió ninguno de los 7 partidos que disputó. Tan solo tuvo un pequeño tropiezo cuando empató con Italia en fase de grupos, pero los de Bilardo sortearon sin mayores dificultades esta etapa inicial y se llevaron el primer puesto en la zona que compartía con los tanos, Bulgaria y Corea del Sur. Y en la fase final, despachó ni más ni menos que a Uruguay, Inglaterra, Bélgica y, por último pero no menos importante, Alemania.

Afortunadamente, la inspiración apareció y Argentina se destacó en la ofensiva. Se anotaron 14 goles (Maradona fue el máximo artillero con 5), y se recibieron tan solo 5 tantos, lo que indica el trabajo que realizó la defensa. Casi todos los jugadores contaron con minutos de juego, exceptuando los casos de los arqueros Luis Islas y Héctor Zelada, junto al delantero Sergio Almirón, sumado al conocido caso de Daniel Passarella. El defensor, que en ese momento jugaba en el Inter de Milán, sufrió una gastroenteritis muy cerca del debut, y posteriormente un desgarro. Había perdido varios kilos y estaba débil. Tan grave fue la situación que terminó internado, incluso después de terminado el Mundial.

De más está decir que Maradona, actual entrenador de Gimnasia de La Plata, fue la gran figura de este torneo. Su rendimiento regular partido tras partido se vio reflejado en el reconocimiento que se le concedió como mejor jugador del torneo. Jorge Valdano y Jorge Burruchaga, protagonistas en la final con un gol cada uno, fueron los escoltas de Diego en ataque. Sergio “Checho” Batista se encargó de mover los hilos en la mitad de la cancha, mientras que se recuerda a nombres como los de Oscar Ruggeri, Jose Luis Brown y Julio Olarticoechea en el plano defensivo, con Nery Pumpido como ángel de la guarda bajo los tres palos.

Pero más allá de jugar un mundial y convertirte en campeón, la vida siguió después de ese mes de competencia en territorio azteca. De los 22 protagonistas, la mayoría se dedicó a la dirección técnica, pero hoy sólo seis tienen cargo de entrenador(Almirón, Batista, Islas, Maradona, Olarticoechea y Trobbiani), tres están en secretarías técnicas de clubes (Burruchaga, Garré y Pasculli), tres trabajan en medios periodísticos (Pumpido, Ruggeri y Valdano), uno es representante de jugadores (Giusti), y otros siete no tienen una actividad formal vinculada al fútbol (Bochini, Borghi, Clausen, Enrique, Passarella, Tapia y Zelada). Lamentablemente, hubo dos bajas de aquel plantel: fallecieron José Luis Cuciuffo y José Luis Brown.

El mundial de México 86’ tuvo numerosas curiosidades y anécdotas que vale la pena conocer:

  • En junio de 1974, la FIFA designó a COLOMBIA como sede para albergar la Copa. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta posibilidad se descartó completamente porque el país no cumplía una serie de exigencias establecidas por el Comité Ejecutivo de la FIFA.
  • La realización del torneo estuvo en peligro debido a un TERREMOTO, suscitado principalmente en la Ciudad de México y estados vecinos, a ocho meses de la fecha de arranque de la justa, produciendo más de 10 000 muertes y demandando una inversión de 2000 millones de dólares para la reconstrucción.
  • MÉXICO fue el primer país que ORGANIZÓ POR SEGUNDA VEZ una Copa del Mundo. La primera ocasión fue en 1970, donde Brasil se coronó campeón.
  • En este mundial se produjo la EXPULSIÓN MÁS RAPIDA en la historia de la copa, con la tarjeta roja al uruguayo Jose Batista, a los 56 segundos de haberse iniciado el encuentro entre su pais y Escocia.
  • CAYETANO RÉ, entrenador del seleccionado paraguayo, fue el primer director técnico en la historia de los mundiales en ser expulsado en un partido, por exceso de reclamos frente al árbitro.
  • El ESTADIO AZTECA se tranformó en el escenario que mayor cantidad de partidos mundialistas ha cobijado (19)
  • El español RAMÓN CALDERÉ fue encontrado con doping positivo, pero la FIFA decidió no suspenderlo, y optó por sancionar a los médicos de su selección.
  • MARRUECOS dio la sorpresa al transformarse en el primer equipo africano en clasificar a la segunda fase de un mundial.
  • En México debutaron por primera vez las selecciones de CANADÁ, DINAMARCA e IRAK.
  • Aparecieron los HOOLIGANS, barrabravas ingleses que intentaron agredir a los dos jugadores negros que había en su selección
  • Fue en el transcurso de esta copa que se anotaron los goles 1.200 y 1.300 en la historia de la competiciones. Los autores fueron Jean Pierre Papin (Francia), y Gary Lineker (Inglaterra), respectivamente.
  • Los INGRESOS en este mundial alcanzaron la cifra de los 88 millones de dólares, mientras que la FIFA percibió 18 millones de dólares de ingresos a través de patrocinantes.
  • 5-3 favorecían las apuestas a la ARGENTINA para la final contra ALEMANIA
  • La DIÓCESIS DE MONTERREY fijó como hora tope las 11 DE LA MAÑANA para los oficios religiosos, de forma que los fieles no se pierdan ningún partido.

Por Ivo Vidal.