Aprendizajes a lo largo del camino

Por Prof. Med. Psiq. Graciela Rojas*

En este momento, un tanto particular, donde la pandemia dificulta encontrar momentos actuales de celebración y disfrute, transcurrí mis últimos festejos del Día del Psicopedagogo y del Profesor, habiéndome retirado desde agosto pasado de la práctica docente en la Sede Rosario de la UAI.

Es desde ahí que me pienso para esta conversación, como profesora, como profesora de la Licenciatura en Psicopedagogía, como profesora de UAI, como profesora de nivel superior y allí hacen aparición números asombrosos: 16 años, 23 años, 30 treinta años. 

Como actividad  inicial, me pregunto: ¿cuáles fueron los efectos de mi práctica docente con estudiantes de Psicopedagogía?. Enuncio la pregunta y descubro que se puede responder al menos de dos maneras, una tradicional haciendo eje en los estudiantes y otra donde me sitúo a mí misma como objeto de esta observación, metacognición y reflexión. Decido, entonces, observarme en el tiempo que compartí tanto con estudiantes como con integrantes del claustro docente, y la respuesta a mi pregunta por los efectos de mi práctica docente  aparece “naturalmente”: APRENDÍ

Aunque no siempre lo que nos enseñan es lo que aprendemos, puedo decir:

  • Aprendí que la relación docente-alumno es dinámica y reversible, que los roles se juegan en un espacio-tiempo muy particular en donde nos exponemos al cambio. Porque el aprendizaje, básicamente es eso, es cambio, es transformación, es dejar de ser y al mismo tiempo empezar a ser. Estoy convencida de que ese tránsito lo hemos hecho en cada momento en que nos encontrábamos mis alumnos y yo al interior del salón.
  • Aprendí que conocer conceptos no implica saber compartirlos, una buena formación disciplinar no necesariamente va acompañada de un buen desarrollo pedagógico y un buen diseño de estrategias didácticas. Esto lo aprendí fuertemente en mi recorrido como docente en UAI, no sé si tuve el éxito deseado pero hice todo lo que pude.
  • Aprendí que existe la planificación flexible. Suena aparentemente contradictorio, parece que fuera un plan que implica, solamente, algo preestablecido, con objetivos, metas, contenidos y plazos. Pero también es un mapa, una orientación que se va adaptando y ajustando a lo que vamos viviendo con cada cursada, y con cada cursada vamos trazando una ruta. Esto fue para mí un gran descubrimiento, equilibró mi tendencia a la cuestión flexible, justamente temiendo encorsetar el rumbo de la clase corríamos el riesgo de salirnos del camino.
  • Aprendí que la diversidad no hay que buscarla afuera, está dentro del aula. Más allá de lo homogéneo que puede sonar el curso X de la carrera tal,  donde el rango etario de los participantes es tal y es esperable X. Cada uno de nosotros es un universo en sí mismo, cada uno de nosotros tiene aspectos singulares,  cada uno de nosotros no porta la misma base para avanzar en la formación académica. El desafío es que juntos podamos descubrir los puntos de anclaje.
  • Aprendí que es increíble lo que puede una tiza o un fibrón pero que es imposible sin el pizarrón.

 

*Médica psiquiatra. Ex docente de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicopedagogía – Sede Rosario.