Un nuevo rumbo en el abordaje psicopedagógico

Por Alicia Asef*

 Desde no hace mucho tiempo existe una nueva corriente dentro de la psicología que marca un verdadero cambio en el enfoque de trabajo predominante hasta fines de siglo. Es así como de la mano de Martin Seligman (Psicólogo e Investigador norteamericano. Director del departamento de psicología de la Universidad de Pensilvania y presidente de la American Psychological Association – APA) se introdujo la denominada psicología positiva.

En su discurso de asunción como presidente de la APA (1999), Seligman señaló formalmente las directrices para esta novedosa perspectiva psicológica. Sostuvo que la psicología del siglo XX tenía una gran deuda con el estudio de las virtudes, las fortalezas y la felicidad del ser humano.

Seligman & CsiKszentmihalyi (2000), enfatizaron el estudio de los aspectos positivos de las personas (fortalezas, virtudes) y no solo sus debilidades y daños. Incluyen temas relacionados con la felicidad, ilusiones positivas, creatividad, resiliencia, y sabiduría. No intentan reemplazar la psicología tradicional sino complementarla. Entienden a la Psicología Positiva como la ciencia que enfatiza la comprensión y construcción de las cualidades más positivas del ser humano incluyendo grupos y organizaciones.

El foco tradicional de la psicología, y de otras prácticas en general, estaba puesto en lo negativo. Los psicopedagogos no quedamos exentos.

 

¿Qué es la psicología positiva?

 La psicología positiva fue definida por Seligman y Csikszentmihalyi (2000) como el estudio científico de las experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras previene o reduce la incidencia de la psicopatología. También como el estudio científico de las fortalezas y virtudes humanas, las cuales permiten adoptar una perspectiva más abierta respecto al potencial humano, sus motivaciones y capacidades (Sheldon & King, 2001)

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El advenimiento de esta corriente introduce nuevos enfoques de investigación, técnicas, y metodologías desde una perspectiva más positiva, preventiva y saludable aplicables a diferentes niveles y ámbitos. Sus aportes han tenido impacto en distintos campos de intervención de la psicología, principalmente en las áreas clínica, de la salud, educativa, y laboral.

En psicopedagogía debemos tomar el mismo rumbo. En lugar de enfocarnos en los problemas de aprendizaje, deberíamos conocer las fortalezas, las motivaciones, y los momentos que le dan felicidad al niño, lo que lo hace sonreír y reír. El niño y su contexto necesita una Psicopedagoga Positiva que busque el bienestar, promueva los talentos, la inteligencia emocional, el goce por el aprendizaje y el esfuerzo, así como su buen humor y el de su familia. Debemos orientar al docente para una educación más positiva, más creativa, y más feliz, pero para esto hay que formarse.

El sentirse bien y feliz, el estudiar y jugar con dinámicas apropiadas al tema, no implica que no se aprenda. Doy fe que mis mejores frutos como docente, fue cuando aprendí a saltar las barreras del orden y la organización, sin dejar de tener un norte para empezar a fluir, crear, y disfrutar.

En 2009, Seligman apuntaba tres razones por las que era necesario incluir la felicidad en la educación: previene enfermedades como la depresión, mejora el aprendizaje a través del bienestar, y permite mayores logros profesionales, tanto en las relaciones sociales como en las contribuciones económicas para su sociedad.

 * Docente de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Abierta Interamericana. Doctora en Psicología Clínica y de la Salud. Psicopedagoga