Guerra Rusia-Ucrania: Entre la Madre Patria y las ambiciones de Libertad

Por Florencia Tognelli. Licenciada en Relaciones Internacionales, y maestranda en Sociología Política Internacional (UNTREF). Docente de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en UAI.

 

El Camino al Donbass

El conflicto inició entre fines de 2013 y principios de 2014 con las protestas del Euromaidan en Kiev, como respuesta a la cancelación de las negociaciones del Acuerdo de Asociación a la Unión Europea, por parte del entonces presidente Viktor Yanukovich. El acuerdo fue cancelado ante las presiones y coerción económica de Rusia, que amenazó con un bloqueo comercial si se asociaba a la Unión Europea, y ofreció un préstamo que alejaría al país del default, como recompensa por cancelar la asociación con Europa. Las protestas que siguieron, escalaron en violencia y el Euromaidan se radicalizó. Cooptado por agrupaciones de ultraderecha (entre las cuales se destacó el Pravy Sektor o Sector de Derecha), el –ahora- Maidán, logró consolidarse como movimiento nacionalista, buscó y encontró aliados en la política, y en febrero de 2014 lograron destituir a Yanukovich. Frente a las movilizaciones del Maidán, y la posterior destitución del presidente, comenzaron a darse movilizaciones en el Este del país, con mayores consecuencias en la región del Donbass (compuesta por los óblast -provincias- de Donetsk, y Lugansk), y en la península de Crimea. El 20 de marzo de 2014, a través de un referéndum, Rusia anexó ilegalmente a su territorio la península de Crimea (cuya población era aproximadamente 97% rusa) y, en consecuencia, recibió múltiples sanciones económicas por parte de la Comunidad Internacional, impulsadas, principalmente, por Estados Unidos y Europa.

Los óblast de Donetsk y Lugansk apuntaron a seguir los pasos de Crimea y, en abril del 2014, se autoproclamaron las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk. Las movilizaciones de los grupos secesionistas del Donbass, también escalaron en violencia, enfrentándose abiertamente al Ejército ucraniano, que caratuló a los óblast como “rebeldes” y “terroristas”, ayudados por soldados infiltrados rusos. Esto dio inicio a una guerra intraestatal que ya lleva ocho años, un saldo de incontables muertos, y al menos 3.4 millones de personas con necesidad de asistencia humanitaria (de acuerdo a ACNUR1).

Florencia Tognelli, Docente de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en UAI.

Ahora bien, es necesario aclarar que hubo intentos de resolver el conflicto por vía diplomática. Los Acuerdos de Minsk firmados en septiembre de 2014 y febrero de 2015, encabezados por Ucrania, Rusia, Alemania y Francia (también conocido como el “Formato de Normandía”), representaron el mayor esfuerzo por parte de las partes involucradas para declarar –y mantener- el alto al fuego y negociar una salida pacífica del conflicto. Sin embargo, el gobierno de Ucrania nunca implementó lo estipulado en los Acuerdos de Minsk, y Rusia tampoco abandonó el territorio. El alto al fuego no se respetó, el conflicto continuó, y las negociaciones se estancaron, hasta finales del año 2020, cuando el recrudecimiento de la violencia impulsó a los líderes a negociar nuevamente, aunque de manera infructuosa.

Una invasión evitable

La invasión de Rusia al territorio ucraniano en el 2022 responde, en parte, al estancamiento de las negociaciones. No obstante, también responde a las pretensiones de Ucrania de ingresar a la Unión Europea y, aún más preocupante para Putin, a la OTAN. El rol de Occidente en la invasión es fundamental: desde un punto de vista geopolítico, el ingreso de Ucrania a la OTAN dejaba a Occidente “en las puertas” de Rusia. Para Putin, esto es inaceptable. Durante las últimas negociaciones previas a la invasión, las pretensiones de Putin eran claras: Ucrania no debe ser parte de la OTAN, y debe garantizarse la seguridad geopolítica de Rusia en el sistema internacional. Tanto Occidente, como Ucrania, fueron inflexibles, y continuaron impulsando la posibilidad del ingreso de ésta última a la alianza. La respuesta de Putin, entonces, no debe sorprender.

¿En qué situación queda Ucrania? Luchando sola contra la “operación especial” diagramada por Putin, con el apoyo insuficiente de Occidente, que decide no intervenir militarmente porque conoce las reglas del juego, y conoce lo que está en juego. La amenaza nuclear no ha dejado de existir y, sin embargo, es precisamente la amenaza de la destrucción mutua asegurada lo que previene una Tercera Guerra Mundial.

Sin justificar el accionar de Putin, es necesario reconocer que Occidente fue negligente en sus decisiones y hoy Ucrania paga el precio de esa negligencia. John Mearsheimer lo advirtió en 2015, y nadie escuchó: Rusia (Putin) prefiere ver a Ucrania destruida, antes que en manos de Occidente.

1 ACNUR. (11 de septiembre de 2018). ACNUR. Obtenido de ACNUR toma nota de la decisión del Tribunal Supremo de Ucrania sobre los derechos de pensión para los desplazados internos: https://www.acnur.org/noticias/press/2018/9/5b9805214/acnur-toma-nota-de-la-decision-del-tribunal-supremo-de-ucrania-sobre-los.html