“La política doméstica es inseparable de la política internacional”

En el marco de la cátedra de Problemática del Mundo Actual de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Abierta Interamericana, y el Grupo de Estudios del Paraná y el Cono Sur, el ex canciller y gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, dialogó con alumnos y docentes de las carreras de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de la Sede Rosario sobre la situación actual de la diplomacia argentina y el desarrollo de la política nacional.

El Ing. Solá consideró que, el liderazgo interno que ostenta un país se traduce inevitablemente en una mejor posición dentro de la escena internacional, por lo que no dudó en afirmar que “la política doméstica es inseparable de la política internacional”.

Solá condujo, durante dos años, el ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación. En su paso por la cartera debió afrontar las consecuencias ocasionadas por la pandemia, a partir de las restricciones que los diferentes países fueron tomando para proteger a sus habitantes.  “Nos tocó, durante 9 meses, ocuparnos de la situación de los varados. Fue una gran presión sobre los consulados y las embajadas, con personas en situaciones límites a las que había que repatriar, y además confrontando con las aerolíneas”, recordó y en este sentido, destacó la labor del personal del servicio exterior donde se encontró con excelentes especialistas en materia ambiental, energía nuclear y topografía.

El ex canciller subrayó la importancia de tener una mirada nacional, que represente los intereses del país frente al conflicto China – Estados Unidos, el rol de Europa, la pertenencia al BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), o la relación con los países vecinos. “Antes de la firma con el Fondo Monetario teníamos el esfuerzo puesto en construir esa `identidad nacional´. Pero Argentina hoy está limitada, y los límites son concretos”, sentenció.

Ante la consulta del Dr. Fabián Lavallén Ranea (director de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales), acerca de la visión que desde el exterior tienen de Argentina, no titubeó en manifestar que “es vista como una interrogante”. Señaló que el país exporta gente de altísima calidad profesional y también lo hace con su cultura, lo cual genera una significativa visibilidad en términos cualitativos. Además, mencionó como activos a la producción de tecnología de desarrollo nacional y la estabilidad del sistema democrático.

Nunca negociamos con el terrorismo de estado, como lo hicieron Uruguay, Chile o Brasil. Los derechos humanos son un activo en el mundo. Argentina es una democracia estable, donde los presidentes no son expulsados por las fuerzas armadas”, respondió y agregó: “Pero nos ven como un país complejo hacia adentro, con conflictos. El problema de la deuda marca la línea directriz de la política exterior argentina a partir de la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Por ejemplo, esto marcó el voto argentino contra Rusia en el Consejo de Derechos Humanos de la Naciones Unidas o el viaje del presidente Fernández a la Cumbre de las Américas”.

Las recientes elecciones en Latinoamérica, que dieron resonantes triunfos a distintas expresiones políticas de izquierda en Bolivia, Colombia, Chile y Perú, fueron también motivo de análisis por parte de Solá, ante la posible emergencia de una nueva etapa en la región. “Las etapas se han acortado en un mundo convulsionado. El mundo ya no es multipolar, existe una competencia fenomenal entre Estados Unidos y China por el avance tecnológico, y en especial la tecnología militar. En América Latina, tras la pandemia, hubo un aumento de la pobreza y problemas en el ámbito educativo por la pandemia, sumado a que es el subcontinente más desigual del mundo. Ahora hay agravantes, que son los alimentos y la energía”, consideró.

En el mismo sentido sostuvo que en esta etapa que definió como “convulsionada”, solo se puede prever la perdurabilidad, en caso de triunfar en las próximas elecciones, de Lula como presidente de Brasil, en un gobierno signado por la moderación y con “juego propio” en el escenario internacional. También se refirió a la naciente gestión del presidente Gabriel Boric, a quien catalogó como “un moderado”, y advirtió que “si la nueva constitución no produce enfrentamientos internos puede llegar a convencer a los votos propios, que exigen más, y a quienes no lo votaron de seguir por ese camino”.

 

La política nacional

Felipe Solá fue ministro de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires, secretario de Agricultura de la Nación, vicegobernador bonaerense, gobernador y diputado nacional, antes de arribar a la cancillería. En la función pública recordó la difícil tarea que debió afrontar como gobernador en 2002, tras la devaluación del peso, pero reveló que el ministerio de Relaciones Exteriores le presentó el desafío más grande en su carrera.

Cuando asumí como gobernador contaba con un presupuesto de 10 mil millones de pesos – dólares en la convertibilidad, y tras la devaluación cayó a 3 mil millones de pesos. Fui un buen administrador, obsesivo. Incorporé a los movimientos sociales, y el control era fundamental, hospital por hospital, escuela por escuela, para ver que las cosas se hicieran. Pero la cancillería fue más difícil, muchos frentes abiertos. Uno es la voz del país. En mi rol de gobernador no tuve una vocación internacionalista, debido a los problemas locales que tenía que resolver”, reveló.

Aseveró que Buenos Aires tiene una deuda en la construcción de liderazgos considerando el peso específico que tiene la provincia. Entre los motivos que mencionó, estuvo la alta dependencia con respecto a la marcha de la economía nacional, debido a la cantidad de actividades productivas y económicas que se desarrollan en el territorio provincial, como el agro, la industria o los laboratorios. Tampoco omitió la debilidad fiscal que ubican a Buenos Aires como el territorio de menor ingresos fiscales por habitantes.

“La concentración poblacional que se da en el AMBA, hace que mucho del PBI de la Capital Federal lo provean los bonaerenses. Los municipios son cada vez más grandes, con intendentes que tienen responsabilidades de gobernador, pero con presupuestos que no acompañan. La dependencia del gobierno central es elevada, y el desprestigio de la política en la Capital y el primer cordón, en parte incentivada por la oposición, conspira contra la aparición de nuevos liderazgos”, advirtió.

La polarización política también estuvo presente en la charla y Solá dejó una frase con reminiscencias peronistas: “La polarización depende de la visera más sensible, el bolsillo”, y añadió: “Por primera vez en un muchos años, gente que trabaja no llega a fin de mes. La problemática de la pobreza y la dificultad del gobierno para cumplir con una agenda popular tiene dos condicionantes, la pandemia y la pesada herencia del gobierno anterior. Las limitaciones que dejó la administración Macri se potenciaron con la caída de 10 puntos del PBI durante la pandemia. El margen de maniobra es bajísimo. Además, en un país con elecciones cada dos años, coordinar un plan antiinflacionario con la oposición es impensable. Es necesario dotar de poder al gobierno para que pueda llevar adelante la gestión”.

En este contexto, Solá reflexionó que el poder político no tiene todo el poder real en sus manos. “El mundo financiero, que contrata estudios y economistas que representan a los bancos, tiene un gran poder pedagógico que se transmite por televisión con un efecto letal. En líneas generales el poder financiero tiene mas poder, puede hacer saltar el dólar por los aires”, concluyó