Contra los prejuicios y estereotipos sociales, más allá de los 60 años

Por Mariano Sassano. Licenciado en Educación Física, Deportes y Salud, especializado en Gerontología Social por la Universidad Europea del Atlántico -España-.  Profesor en la Facultad de Motricidad Humana y Deportes de la UAI. Presidente de la Red Social Derechos Humanos para un Envejecimiento Activo y Saludable (RSDHEAS 23 Provincias).

Comencemos con un interrogante, cuya reflexión, será el puntapié para una clara interpretación del mensaje que se desea brindar: ¿Cómo reaccionarías,  si en la vía pública, o en tu entorno familiar, te llaman “viejo” o “vieja” con tan solo 60 o más, años de edad?.

Por ejemplo Pascual, a sus 69 años, opina: “Yo particularmente, sea en la calle, o en el hogar, que me digan –viejo o viejito-, no influye en mis sentimientos de manera negativa". "De hecho, hace ya 20 años tuvo su primer nieta y a partir de ahí en mi cálido entorno familiar, me apodaron 'el ñomo'. Hoy con seis nietas y nieto, mucho más grandes, todos me llaman de esa manera. Lo entiendo como una forma de acercarme mucho a ellos, una forma de sentimiento profundo, que contribuye a la relación familiar. Respeto a mis hijos, igual, me llaman de diversas maneras, menos con mi nombre de pila, que no me afecta", declara.

Por otro lado, tenemos el relato de Graciela, que a sus 64 años, opina: "Y, la verdad, no me siento –viejita-, y en caso de que me llamen así en la vía pública, les pediría que me llamen por mi nombre, o mami, si fueran mis hijos, obviamente".

Es así que, la palabra "viejo/ja", quedó bastante anticuada para referirse o intentar comunicarnos con otra persona que tenga 60 años o más. Ahora bien,  para contextualizar, la RAE (Real Academia Española), durante más de 20 años, en su DLE (Diccionario de Lengua Española) sostenía un concepto referido a “achaques, manías, desuso, etc”. Sin embargo, ésta institución, en su actualización 2021, lo conceptualiza de la siguiente manera: “…un ser vivo de edad avanzada”. Este último, permite no vincular la edad cronológica respecto a la edad funcional del individuo, evitando generar prejuicios o estereotipos relacionadas con la edad, denominado en el mundo de la Gerontología como edadismo/viejismo.

En línea a ello, en la actualidad, el correlato sobre la edad cuantitativa y llevar una vida autónoma y saludable, en general está más estereotipada por la sociedad, de lo que uno podría imaginarse. Me remito a unos claros ejemplos. La Sra. Elisa Forti, (87 años, Argentina), quien comenzó a los 72 años a participar del "Cruce de los Andes -100 kilómetros-", en donde ya lo realizó por quinta vez consecutiva. Como así también, el Sr. José María Berardi (86 años, Argentina), quien comenzó a correr a los 60 años, ahora continúa preparándose para buscar su sexto título mundial en diversas pruebas de atletismo.

Por lo expuesto anteriormente, se ratifica la divergencia respecto a que no todas las personas mayores de sesenta necesariamente posean características funcionales y cognitivas que vayan en detrimento a su calidad de vida, solo por el hecho de la edad avanzada. Sin embargo, también es muy común de ver, un gran grupo de personas, caer en el sedentarismo y en otros hábitos que, lejos de ayudar a la salud y brindarles la autonomía que necesitan, hacen que la curva de deterioro cognitivofuncional comience, de manera exacerbada, a partir del medio siglo de vida.

Uno puede engañarse y pensar que, a medida que se crece y se cumplen años, se está exento de la práctica de la actividad física, el recurrente pensamiento erróneo “esto ya no es para mí”. Pero es al revés: es la etapa en la que más uno debe ocuparse de sí mismo, y donde emocionalmente activo mostrarse, tal cual lo hizo la Sra. Elisa Forti y el Sr. José María Berardi.

Es cierto que, después de los 50 años de vida, experimentamos un tsunami de modificaciones estructurales, hormonales y metabólicos, como por ejemplo, la disminución de los niveles de testosterona, reducción muscular, ralentización enzimática, etc., que serían “amortiguadas” por conductas de hábitos saludables, como lo son la práctica de actividad física y una buena alimentación.

Por todo esto, hay una afirmación en la que la comunidad científica coincide: nunca es tarde para incorporar hábitos saludables, y mejorar de esta manera la “expectativa de vida autopercibida”. Es fundamental ocuparse de estos temas antes de cumplir los 50 años. Planificar, es la conducta más primitiva del Ser Humano: “elaborar o establecer el plan conforme al que se ha de desarrollar algo, especialmente una actividad”. El cuerpo humano está diseñado para que, todos los días: vayamos al baño, alimentarnos, beber agua, descansar, etc., conductas básicas de supervivencia; entonces: ¿Por qué algunos grupos de personas aún continúan excluyendo la práctica diaria de actividad física como dosis necesaria para esa supervivencia?.

Como mencionamos al inicio de la nota, verdaderamente es responsable la edad cronológica de los “achaques y dolencias” que están vivenciando. ¿O más bien, se lo podemos atribuir al alto grado de sedentarismo e inactividad físicofuncional acumulados en los últimos años de vida?. Para reflexionar.