Aislamiento social y adultos mayores: más del 73% de la población del AMBA teme por la salud de los ancianos

El aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) impuesto debido a la pandemia de coronavirus ha tenido buenos resultados en lo que respecta a controlar la curva de contagios en el país desde marzo, según indicó el Ministerio de Salud de la Nación. Pero la cuarentena extendida ha hecho mella en otros costados más allá del deterioro de la economía.

A medida que los contagios por Covid-19 siguen aumentando, es difícil para los adultos mayores vislumbrar el fin del ASPO. Durante meses han seguido los consejos de salud pública para reducir el riesgo de exposición al quedarse en casa, pero refugiarse también significó mantenerse alejados de su familia, amigos, sin ejercitación física y lejos de lugares que los mantenían activos mentalmente y comprometidos la sociedad.

A pesar de esto, un estudio realizado en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por alumnos de la carrera de la Licenciatura en Musicoterapia de la Universidad Abierta Interamericana, determinó que es mayor la percepción de miedo a que le pase algo a los ancianos entre los menores de 70 años que entre los propios adultos mayores.

El 51,9% de los mayores de 70 años percibió que se sentía preocupado mientras que en los menores el porcentaje alcanzó el 73,60%. En tanto, el 35,1% de los mayores dijo sentirse tranquilo frente a la pandemia, mientras que en los menores de 70 sólo el 15,9% se identificó con ese sentimiento.

“Los adultos mayores están más familiarizados con la cercanía a la finitud de la vida que el resto de la población, por lo tanto, la preocupación hacia sí mismos no es particularmente acentuada”, explicó al respecto la profesora coordinadora, Lic. Marina Rovner.

La especialista dijo que, por el contrario, los jóvenes pueden apreciar el encierro que padecen sus seres queridos mientras ven cómo sus facultades mentales y físicas se van deteriorando, “además de sentir impotencia por no poder atenderlos y brindarles afecto”, continuó Rovner.

La encuesta, que formó parte del trabajo final de la materia Psicología del Desarrollo Adultos y Adultos Mayores, se administró de manera online con muestreo incidental del 28 de junio al 6 de julio, a los 110 días del ASPO y totalizó 615 casos.

Al menos un 36% de los adultos que respondieron el cuestionario sintió que recibió más atención, el 32% la misma, el 22% se sintió menos cuidado y el 10% no sabe. En tanto, a los menores de 70 años se les preguntó si mantienen contacto con los adultos mayores a partir del ASPO y el 66% respondió que sí, mientras que 34% lo hizo de manera negativa. Al consultar qué tipo de vínculo tenían con los mayores de 70 años, al menos el 52,6% eran hijos, el 20,5% nietos y un 7,5% vecinos.

En cuanto a los residentes en casas para adultos, el 90% de la población menor a 70 años de la encuesta refirió no tener familiares en geriátricos. Del resto, al menos el 41% contestó que no los dejaban ir visitarlos, el 24% que prefería no hacerlo por miedo y al menos 14% los visita una vez por semana o más. El 7% las veces que quisiera y el resto según régimen establecido por la institución. “Resulta escalofriante la cantidad de adultos residentes en geriátricos en el AMBA que fallecieron por Covid-19. La dependencia funcional en la institucionalización puede provocar severos déficit cognitivos e índices de sintomatología depresiva”, sentenció Rovner.

“Si tenemos en cuenta que el 41% de los jóvenes respondieron que no tenían permitido el acceso a los geriátricos y el 24% que prefería no ir: ¿Qué red afectiva acompaña a los más vulnerables en este contexto?”, se preguntó al especialista.

Por todo esto, queda claro que el ASPO nunca tuvo la intención de frustrar las conexiones sociales, pero “impedir las visitas tiende a exacerbar los sentimientos de soledad asociados con una mayor mortalidad, actividad física reducida, disminución del esfínteres y depresión y desmoralización”, concluyó Rovner.