Francisco, la Divina Misericordia y los círculos virtuosos de la historia
"Soy muy consciente de que mi misión no terminará con mi muerte, sino que comenzará". Sor Faustina Kowalska
Este año se cumplieron noventa años de una de las grandes revelaciones del siglo XX, la cual tiene un enorme valor simbólico para el pontificado de Francisco, como así también para la doctrina católica en general. Dicha revelación, también permite hilvanar desde este concepto la prédica relacionada sobre este atributo, entre los últimos tres pontífices, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el actual jesuita.
Al cumplirse el °90 Aniversario de la aparición de la imagen del Jesús Misericordioso, el Papa Francisco lo rememoró en varias oportunidades de una manera muy especial. Primero el año pasado, al conmemorarse los veinte años de la canonización de Santa Faustina, la mujer de la Iglesia que protagonizó las apariciones del Jesús Misericordioso en su Polonia natal, y que fuera tan importante para el pontificado de Juan Pablo II. Éste último, no sólo fue quien la canonizó a ella, a Faustina Kowalska, sino que también fue el responsable de llevar adelante la instauración de la Fiesta de la Divina Misericordia, tan importante en el calendario litúrgico católico actual.
Estas apariciones fueron a comienzos del siglo XX, luego de la devastadora Gran Guerra, e incluyeron las instrucciones del 22 de febrero de 1931, cuando el Señor le manifestó a la religiosa polaca que pintara un cuadro según esas apariciones, la cual hoy es venerada en todo el mundo, siendo una de las imágenes más populares de Jesús. La Divina Misericordia posee hermosos templos a lo largo del globo, desde Norteamérica hasta Europa, y desde Asia hasta América Latina y África. Podemos ver la magnitud de las veneraciones no sólo en Polonia, sino que también en Filipinas, México, Paraguay, Perú, Estados Unidos, la India, Camerún, Tanzania, España y la Argentina (hay una acogedora parroquia en el barrio de Villa Urquiza en la Ciudad de Buenos Aires).
Volviendo a Francisco, el Papa celebró este año la misa del Domingo de Misericordia en Santo Spirito in Sassia, ratificando las palabras de Juan Pablo II, sobre la importancia de la misericordia para aprender un nuevo estilo de vivir y compartir entre los hombres. Al recordar la liturgia de este Domingo tan simbólico, enfatizó que “parece trazar el camino de la misericordia que, al reconstruir la relación de cada uno con Dios, suscita también nuevas relaciones de solidaridad fraterna entre los hombres”, y más aún, en tiempos de pandemia como vivimos, son instancias donde el compadecerse por las carencias ajenas es tan necesario como urgente.
Pero la “misericordia” no se limita sólo a eso. La misericordia no es sólo una compasión personal o interna, es también una acción, un perdón y un acto de reconciliación, en una palabra, es una práctica. Justamente, una práctica que nos obliga a salir de la situación de simples espectadores de las miserias de nuestros próximos, y actuar en perspectiva solidaria y empática en su ayuda, en busca de cambiar esa situación. La misericordia en ese sentido, un compromiso. Y un compromiso activo, que a lo largo de las sagradas escrituras está presente sistemáticamente, siendo referenciado el concepto unos tres centenares de veces, tanto en el Antiguo Testamento, como en los Sagrados Evangelios.
El Papa Francisco encontró en esta fecha tan relevante para la cristiandad, un elemento más que nos interpele, en perspectiva de la solidaridad y la fraternidad que busca estimular entre los hombres. Asimismo, puntualmente sobre la revelación a la que hacíamos referencia, además el Papa ordenó inscribir la fiesta de la santa polaca Faustina Kowalska en el Calendario Romano general, y decretó que su memoria se celebre el 5 de octubre.
De esta manera, Francisco logra sellar un proceso alrededor de esta popular devoción, que se inició en los años sesenta, cuando el entonces Cardenal Karol Wojtyla, futuro pontífice, presidió la sesión del “proceso informativo” para recopilar información y testimonios sobre la vida y obra de Santa María Faustina Kowalska. Años más tarde, ya siendo Juan Pablo II, el pontífice publicó su carta encíclica titulada “Dives in Misericordia”, sobre la misericordia divina, en la que estimuló a la humanidad a orientar sus acciones desde el amor misericordioso de Dios. Finalmente, el mismo pontífice beatificó primero en 1993, y canonizó luego en el año 2000 a Santa Faustina, en el segundo domingo de Pascua.
Los círculos virtuosos de la historia determinaron que Juan Pablo II falleciera el 2 de abril de 2005, la noche previa al Domingo de la Divina Misericordia de aquel año, Festividad católica que, como dijimos, él mismo instituyó siguiendo el pedido de la mística Faustina. Asimismo, el Papa Benedicto XVI beatificó a Juan Pablo II el 1 de mayo de 2011, también en el segundo domingo de Pascua, así como Francisco lo canonizó el 27 de abril de 2014, también Fiesta de la Misericordia.
Por el Dr. Fabián Lavallén Ranea. Doctor en Ciencia Política (USAL). Lic. en Historia y Lic. En Relaciones Internacionales. Especialista en Sociología de la Cultura. Director de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UAI – Rosario)