La felicidad como construcción
En su libro “El hombre como promedio”, De Vincenzi afirma que : “Algunas veces, uno piensa que la felicidad la ha de encontrar en las cosas que están más allá de uno mismo. Por eso, en ciertas ocasiones, invertimos mucho tiempo en la búsqueda incesante, pero desorientada, para encontrar la felicidad. Debemos reflexionar y tratar de descubrir que está, en cada uno de nosotros, la posibilidad de construirla, como así también de trabajarla en compañía de los otros, que son nuestros familiares, amigos, compañeros y todos aquellos que nos ayudan a crecer”. Para De Vincenzi la felicidad no es un momento sino una elaboración permanente.
También el Papa Francisco sostuvo esto, en la idea de pensar en la felicidad o en lo que buscamos en nuestra vida no debemos perder de vista lo que realmente vale, “lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo. Sólo esto dura para siempre, todo el resto pasa; por eso, lo que invertimos en amor es lo que permanece, el resto desaparece. Hoy podemos preguntarnos: «¿Qué cuenta para mí en la vida? ¿En qué invierto? ¿En la riqueza que pasa, de la que el mundo nunca está satisfecho, o en la riqueza de Dios, que da la vida eterna?». Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo no vale lo que se tiene, sino lo que se da, y «el que acumula tesoro para sí» no se hace «rico para con Dios» (Lc 12,21). No busquemos lo superfluo para nosotros, sino el bien para los demás, y nada de lo que vale nos faltará. Que el Señor, que tiene compasión de nuestra pobreza y nos reviste de sus talentos, nos dé la sabiduría de buscar lo que cuenta y el valor de amar, no con palabras sino con hechos”.
Aprender a construir nuestra felicidad es el desafío.