El camino de Micaela Delosantos en la Musicoterapia: De la inspiración adolescente a la práctica profesional

Micaela Delosantos, licenciada en Musicoterapia por la Universidad Abierta Interamericana, es un ejemplo inspirador de cómo una pasión descubierta en la adolescencia puede convertirse en una vocación de vida. Graduada en 2017, su viaje en el mundo de la musicoterapia comenzó de manera inusual y se ha desarrollado en una carrera profesional significativa.

Micaela descubrió esta profesión en una revista cuando tenía solo 13 años. Un artículo sobre la musicoterapia y los problemas de adicciones despertó su interés. "Desde ese momento, empecé a investigar a través de internet, estuve en contacto con graduadxs y alumnxs que estaban cursando en ese momento", cuenta. A través de estas investigaciones, su fascinación por la carrera creció. "Tenía relación con actividades relacionadas al arte y me daba curiosidad lo que tenía que ver con la salud", añade. A su vez, la elección de la UAI vino por su necesidad de encontrar un balance entre una ciudad grande y su ciudad natal, Gualeguay. "Elegí la UAI porque viniendo de una ciudad chica, sentía que Rosario era un intermedio entre una ciudad grande, como Capital, y una ciudad chica como Gualeguay, con lo cual me sentía cómoda para vivir", explica.

Para Micaela, la musicoterapia es una profesión de la salud que utiliza elementos del arte, principalmente sonoros y corporales, para analizar y mejorar el bienestar de los individuos. "Es una carrera de grado y se dicta en seis casas de estudio del país, obteniendo el título de grado de Musicoterapeuta o Licenciado en Musicoterapia", aclara. El objetivo principal, según ella, es "poder llevar los potenciales del sujeto a la máxima expresión", permitiendo una mejor calidad de vida y participación social.

El proceso terapéutico de Micaela es tanto meticuloso como intuitivo. La elección de la música en sus sesiones siempre parte del interés del sujeto, utilizando sus gustos personales para luego explorar nuevos géneros. "La música no es el fin, sino el medio", explica, destacando que la música facilita la evolución y el trabajo en áreas específicas del individuo. "Para la elección de la música, siempre parto del interés del sujeto, de la música favorita y conocida, para luego dar lugar a la exploración de nuevos géneros, bandas musicales, etc.", agrega.

La integración de otras formas de expresión artística es también una parte crucial de su práctica. Micaela ha utilizado la pintura en talleres con adultos y adultos mayores, creando obras que reflejan el ritmo y la música trabajada en las sesiones. "Por ejemplo, con un grupo de adultxs y adultxs mayores, utilizamos la pintura para generar una pancarta con lazos de colores que iban dejando huellas de acrílico, tomando como condición de producción el ritmo de músicas puntuales que veníamos trabajando en el taller", comparte. Estas actividades no solo tienen un valor terapéutico sino también comunitario, fortaleciendo los lazos y la identidad grupal. "La institución nos pedía un producto final y con el grupo se debatió y se llegó a confeccionar este 'producto de cierre de año', el cual hoy en día es la pancarta que lleva el logo de la institución", añade.

En cuanto a los métodos de abordaje, la graduada utiliza una variedad de técnicas dependiendo de las necesidades del paciente, desde la improvisación libre hasta el uso de pictogramas y materiales audiovisuales. "Dependiendo las necesidades y demandas utilizo ciertas formas de abordajes, la improvisación libre, corriente de la UAI Rosario, aunque también suelo utilizar elementos como pictogramas, historias sociales, etc, otros materiales de apoyo, complementando el trabajo de los espacios que transita ese sujeto", explica. "Suelo usar metodologías diversas de registros, pero más allá del papel, el material audiovisual es lo más importante para mí, siempre con los permisos necesarios para cuidar la identidad de las infancias. Y es allí, donde puedo ir viendo las potencialidades y fortalezas que dan cuenta del progreso de un sujeto", detalla.

Actualmente, Delosantos trabaja como musicoterapeuta en Gualeguay, su ciudad natal. Ofrece talleres para infancias y preadolescentes, y ha trabajado en diversos contextos, incluyendo geriátricos y centros de día. Uno de sus mayores desafíos ha sido dar a conocer la profesión en su comunidad, siendo la primera licenciada en musicoterapia en la ciudad. "Costó mucho trabajo para mí hacerme un lugar y hacer conocer la profesión", admite. "Fui la primera licenciada en Musicoterapia en Gualeguay, y eso costó mucho trabajo para mí, el poder ir haciéndome un lugar (comprar terreno como se dice) y hacer conocer la profesión, lo que hacemos, quiénes pueden acercarse a Musicoterapia, derivaciones y demás", relata.

La formación musical es esencial para ser un musicoterapeuta efectivo, y Micaela resalta la importancia de las habilidades adquiridas durante su carrera. "En los primeros años de cursada, transitamos asignaturas puramente relacionadas con el lenguaje musical, lo que permitió tener un vasto conocimiento acerca de las formas posibles de ejecutar diferentes instrumentos musicales", explica. "Esto llevó a de-construir-construir nuevas formas de tocar, que quizás no tengan que ver con lo 'lindo' 'afinado' de la música, pero de allí los musicoterapeutas analizamos cuestiones que tienen que ver con un nivel de operaciones, configuraciones y relacional", añade. También menciona la importancia de la lectura y escritura musical, que les permite fundamentar sus expresiones musicales para compartir con colegas.

La musicoterapia es inclusiva y versátil, benefician a personas de todas las edades y en diversos campos como discapacidades, salud mental, educación, y más. "En la actualidad hay musicoterapeutas trabajando con personas de todas las edades: bebés, niños, adolescentes, adultos y ancianos; en diversos campos: discapacidades (físicas, neuromotoras, mentales y sensoriales), salud mental, educación, rehabilitación, medicina (obstetricia, cuidados paliativos, oncología), adicciones, psicoprofilaxis, geriatría, prácticas preventivas y comunitarias, entre otros", menciona, citando a la Asociación Argentina de Musicoterapia. También destaca el campo de la investigación como un área en crecimiento. "En un comienzo, podemos decir que cualquier familia, persona puede acudir a una consulta con un musicoterapeuta matriculado. Es allí, que en los primeros encuentros se evaluará la posibilidad o no de asistir a un abordaje musicoterapéutico", aclara.

La pandemia, aunque desafiante, resaltó la importancia del encuentro personal. "Después de la pandemia, creo que se acentúo más la importancia del hecho de encontrarnos personalmente, poniendo el cuerpo en ese aquí y ahora, y no a través de pantallas. Se revalorizó el encuentro cuerpo a cuerpo, esto que hacemos nosotros todo el tiempo como profesionales de poner el cuerpo en cada encuentro", comenta Micaela. Aunque reconoce que algunos colegas han encontrado formas efectivas de trabajar online, ella prefiere el contacto directo. "Conozco colegas que le encontraron la vuelta a acompañar procesos de manera online, y me parece genial y novedoso, pero yo no me sentiría cómoda trabajando desde ahí", admite.

Finalmente, para aquellos interesados en la musicoterapia, la graduada recomienda: "No paren de curiosear, de animarse a ponerse en contacto con graduados. Escuchen podcast de la ASAM 'Musicoterapia con Voz' y lean todo el material disponible". Su consejo es un testimonio de su propio viaje de curiosidad y dedicación que la ha llevado a convertirse en una profesional apasionada y comprometida.