La experiencia de recibirse en plena pandemia

Por Gonzalo Daniel Guarda. Contador Público egresado de UAI.

Como la mayoría de los estudiantes que realizan o han realizado habitualmente sus estudios a través de clases presenciales, he pensado y anhelado en varias ocasiones la posibilidad de no tener que viajar o trasladarme hacia la Universidad, por el solo hecho de sentirme agotado por la rutina diaria que significa trabajar y luego ir a cursar. Y como quien desea algo vagamente, se ha cumplido en este año: sin estar preparado, sin tener el tiempo suficiente para meditarlo, y por qué no, extrañando esa rutina…

Sin dudas que no ha sido fácil la adaptación, tanto para alumnos como para docentes, pero como bien se dice en el mundo empresarial, un cambio implica una oportunidad, y quien se adapte mejor a dicho cambio encontrará mejores resultados y beneficios.

Claramente hubo cosas positivas y negativas, las primeras habrá que seguir afianzándolas, sobre todo en un contexto que presenta tal incertidumbre que nadie puede asegurar la duración de este fenómeno; las otras, habrá que limar con el correr del tiempo, tomándolas como ejemplo para no volver a repetirlas.

Creo que tuve la suerte de haber atravesado esta situación de manera exitosa, o al menos así lo siento, más allá de haber culminado mis estudios en medio de esta pandemia. He llegado a un gran objetivo que me propuse hace algunos años, y eso no es poca cosa. De una forma jamás pensada sin dudas, y volviendo al principio de este relato, allí es donde se comenzó a extrañar esa rutina de estos últimos años de cursada.

Se extrañó la adrenalina de viajar a rendir un parcial, el nerviosismo de dar un examen final y esperar ansiosamente el resultado en los pasillos de la Universidad. Se extrañó, por supuesto, ese contacto humano con profesores y compañeros, las charlas, las risas, las discusiones, los enojos… todo eso que cuando lo vivimos a diario tal vez no lo valoramos lo suficiente y nos pasamos mirando la hora para irnos a casa.

Pero no todo es nostalgia, estoy seguro de que esta rara situación de cursar enteramente de manera virtual ha servido para afianzar el compañerismo y esa sensación de tener alguien con quien contar.

La idea de esta reflexión no es desalentar o desanimar a nadie, sino tan sólo expresar lo vivido y tal vez ayudar a quienes se encuentren en esta situación, dándoles un humilde consejo por parte de alguien que se encontró con este presente hacía el tramo final de una carrera universitaria.

Como he dicho antes, me ha tocado recibirme en medio de esta cuarentena, detrás de una computadora y en la comodidad de mi hogar, les aseguro que cientos de veces soñé con la llegada de ese día, pero jamás que fuera de ese modo. Desde ya que se vivió con nervios y ansiedad, pero con el toque distintivo de estar en mi escritorio y con una taza de café. El festejo fue más que mesurado por razones que todos conocemos, pero la felicidad fue y es exponencial.

Por todo esto, hoy me siento completo y lleno de herramientas y conocimientos que he recogido en este largo camino. El papel ocupado por profesores y compañeros fue realmente fundamental, sin esa conjunción tal vez hubieran sido otros los resultados. Sólo puedo recomendar que disfruten cada momento, cada clase, cada videollamada, de toda experiencia se puede aprender y sacar cosas positivas, inclusive más de las que uno se pueda imaginar. Sólo depende de la pasión, dedicación y compromiso con que hagan todo. Si han escogido instruirse en UAI, tienen garantizado contar con excelentes personas dispuestas a contener por completo a los alumnos, y por experiencias pasadas, aseguro que eso se valora demasiado.

¡¡¡¡Éxitos, y a no bajar los brazos!!!!