La plasticidad neural requerida para los aprendizajes
Por Marcelo Pedro Russo*.
Nuestro cerebro se modifica con cada experiencia novedosa, si tomamos una imagen de nuestro cerebro en un momento de nuestra vida; por ejemplo, en la niñez y lo comparamos con otro momento, nuestra adolescencia o la adultez, veremos que ha cambiado la ubicación original de las células que lo componen y sus comunicaciones. También sucede a cada instante que nos sometemos a experiencias significativas.
La idea de que esto es posible la desarrolló a fines del siglo XIX el psiquiatra italiano Eugenio Tanzi, quien postuló que la práctica y la experiencia repetida promueven cierta hipertrofia, reforzando conexiones ya existentes y acortando los diminutos espacios entre neuronas funcionalmente asociadas, facilitando así sus interacciones.
Tiempo más tarde, Ernesto Lugano, su estudiante, afirmó que el paso del impulso nervioso probablemente deje una huella física o química en una célula nerviosa y a esto le llamó plasticidad cortical.
El neurofisiólogo polaco Jerzy Konorski ya en 1948, postuló que estos cambios morfológicos en las conexiones neuronales podrían ser el sustrato del aprendizaje.
Hoy, ya podemos enunciar la existencia de una metaplasticidad, un fenómeno que involucra cambios dependientes de la actividad en la función neuronal, que modulan la plasticidad sináptica, esto mantiene las sinapsis dentro de un rango dinámico de actividad, permitiendo que respondan a una ecología cambiante.
A su vez, existen fenómenos que las vuelve más estables, como la llamada plasticidad homeostática, que permite a las neuronas administrar una especie de semáforo, cuando cambia rápidamente su activación, a través de un conjunto de sensores dependientes del calcio, empiezan a regular el tráfico de receptores, aumentando o disminuyendo así el número de receptores de glutamato en sitios sinápticos, y esto logra estabilizar temporal y espacialmente a grupos de neuronas.
Lo que venimos diciendo hasta aquí, es que, con la actividad en la fuerza sináptica y la eficacia de la transmisión, se producen modificaciones estructurales de las ramas axonales, dendríticas, y es a este evento lo que llamamos plasticidad sináptica estructural, y puede observarse en imágenes de dos fotones combinadas con registros electrofisiológicos.
Pondré una metáfora, pensemos en la construcción de una nueva plaza, en un pueblo, generalmente se suelen realizar veredas para cruzarla, recorrerla en su perímetro, pero, ¿qué sucedería si sólo dejáramos crecer el pasto libremente?; pues lo que hay que esperar, es que sean los paseantes los que con su caminar sistemático, repetido, fluido, vayan cortando el césped, generando ahí marcas, caminos, senderos, en este modelo, con el tiempo, se puede edificar vectores más eficientes, según lo requerido por la población de allí, por ahí haríamos la construcción de las veredas, y seguro nos ahorraríamos cartelería de “prohibido cortar el césped”, pues todos circularían por donde han establecido su hábito.
De este modo, las experiencias repetidas van produciendo la poda del césped, para volver más eficientes (automáticas), menos costosas energéticamente nuestras decisiones.
La plasticidad sináptica es intrínseca al desarrollo y funcionamiento del cerebro, y éste es esencial para los procesos de aprendizaje y el desarrollo de nuestra memoria, que formatea nuestra identidad semántica.
Podemos revisar procesos de plasticidad regenerativa, cuando una función o habilidad ha sido modificada circunstancialmente y la recuperamos, como es posible luego de un trauma, pero no sólo existe este tipo de plasticidad, sino que es más frecuente observar la plasticidad reactiva, es decir cómo se desarrollan las modificaciones cronobiológicamente en nuestro desarrollo, notaremos que como el número de neuronas con el que venimos equipados es superavitario, lo que suceden son cambios en el número de comunicaciones interneuronales, muchos de estos procesos de migración están coadyuvados por las células más abundantes de nuestro sistema nervioso: las células de la Glía. También podemos observar una plasticidad hereditaria, refiriéndonos a cambios que se explican observando una generación seguida de otra.
Podemos referirnos a esta idoneidad del sistema nervioso y su dinámica, desde una perspectiva pedagógica y didáctica. Si tomemos como utilitarios lo conceptos de la física de los materiales comprendemos rápidamente que no hay una única plasticidad, sino que hay fenómenos dinámicos que pueden ser representados como en los materiales lo es la propiedad de elasticidad, en ellos consistiría en la capacidad de un material de recuperar rápidamente su forma original al cesar el esfuerzo que lo deformó, pensamos rápidamente, cuando le pedimos a los estudiantes que durante nuestra vigilancia hagan alguna acción, que puede ser cesar un desborde; por ejemplo no manifestarse en forma violenta o discriminatoria, pero cuando termina la clase, nuestra mirada se retira y ellos vuelven a la situación original.
O pensemos en otra propiedad material, la maleabilidad, se trata de poder desarmar y luego armar nuevamente, en capas, pelotitas, tiritas; ahora extrapolemos ¿cuán útil resultaría un material académico, que pueda ser entregado y explorado libremente, sin romperse la idea general, visto de diferentes maneras se pueda orientar a construir criterios, ideas, fértiles, sobre aquello que nos propusimos sea comprendido?
Otra propiedad, la dureza, pensemos que en los materiales, el más duro tiene más tensión intermolecular, y siempre hay un límite de esfuerzo en donde este se rompe, estalla, no sin consecuencias; siguiendo en el modelo, pensaríamos en un proceso de refractariedad a los aprendizajes, acciones que modifican el interés original y genuino del estudiante; por ejemplo el uso de mecánicas aburridas, fuera del estilo, sin variaciones; esta falta, quiebra la expectativa de disfrute alterando su potencial de focalización, y si se reitera, puede instalarse como obstáculo, preconcepto y producir el efecto transportable a otras experiencias de aprendizaje futuro. Así podríamos pensar en otras propiedades como la tenacidad, la fragilidad, y seguiría la lista.
Esta comunicación breve, pretende abrir una reflexión permanente para explorar desde el cuerpo de la educación basada en la evidencia este tema tan importante, empezando por comprender el beneficio social e individual que tiene promover acciones dentro de las experiencias de aprendizaje que beneficien, cuiden y fortalezcan la plasticidad neuronal, sustrato ineludible para los aprendizajes.
* Es Licenciado y Profesor en Ciencias de la Educación, Especialista en Neuropsicología, Magister en Didáctica y Currículum, Hemoterapista e Inmunohematólogo. Director de la Diplomatura Internacional en Inmunohematología de la Facultad de Medicina de UAI y profesor de la Carrera de Psicopedagogía y Ciencias de la Educación y Director Diplomatura Internacional en Educación Basada en la Evidencia de la UAI. También enseña en la Facultad de Medicina de la UBA.