Opinión: Conciencia ambiental, una urgencia importante

Por la Lic. Marcela Blaufuks. Graduada en la Licenciatura en Gestión de las Instituciones Educativas de la Universidad Abierta Interamericana.

 

Pensar en el ambiente muchas veces nos remite a tragedias propias y ajenas. Inundaciones, temporales, olas de calor, oasis convertidos en desiertos, incendios. En nuestros tiempos,  las imágenes viajan por las redes acercando innumerables historias, conectándonos con realidades que nos conmueven a la vez que se unen con recuerdos de aquellas que vivimos. Sin embargo,  pensar en el ambiente nos hace ubicarnos erróneamente, como mero espectadores o víctimas del propio destino. Entender lo que pasa y sus consecuencias es salir de la externización, es pensarnos como parte del sistema, redefiniendo su significado. Es entenderlo como la diversidad de culturas, territorios y  relaciones   de las cuales  nosotros formamos parte. Y ahí se produce el quiebre, nos compromete y nos interpela a pensar y pensarnos.  

El  mes de junio podemos definirlo como el mes del ambiente. Su protección se transforma hoy en una cuestión fundamental.   Atender a las evidencias que afectan  nuestra salud, bienestar y el desarrollo económico en todos sus ámbitos,  necesita de un abordaje que se aleje de lo simplista comprendiendo su verdadera complejidad. Mes del nacimiento y muerte  de Manuel Belgrano, su faceta ambientalista nos inspira  a construir propuestas y abrazar esos valores que atesoró, dejándonos escritos y políticas visionarias para su época.   A nivel internacional, cada 5 de junio se celebra el Día del Ambiente. Proclamado en 1972 en el marco de la Conferencia de Estocolmo, esta fecha,  se transforma en una oportunidad  para reflexionar y hacer por la preservación y mejora,   incluyendo una variada agenda de actividades en todo el planeta.  En la República Argentina,  la Ley de Educación Ambiental Integral N° 27 621  promulgada el 1 de junio de 2021,  es la política pública federal impulsada por todas las provincias, destinada a promover la conciencia y responsabilidad ambiental en la toma de decisiones y  alcanza a todos los ámbitos de la educación.

La Lic. Marcela Blaufuks.

En esta línea haber transitado la Licenciatura en Gestión de las Instituciones Educativas en UAI cambió mi perspectiva y comencé a trabajar con un grupo de docentes auto gestionando proyectos. Pensamos nuestro rol como educadores y  construimos un espacio para estudiar, aprender y hacer por esta causa. Somos personas  comprometidas y especialmente capaces de preguntarnos qué podemos aportar desde nuestro lugar para transformar esta problemática en una oportunidad. Esto es lo maravilloso de la docencia, rompe barreras y construye  puentes para pensar y acercar nuevas miradas. Hoy integramos el  IPER, Investigación Pedagógica en Red, un lugar que nos une a pensar junto al otro, a ponernos  en movimiento. Compartimos experiencias con docentes de nuestra Olavarría y el país trascendiendo a toda la región sudamericana abrazando la Pedagogía del Sur. 

La crisis ambiental atraviesa todos los territorios y la escuela no es una excepción. Dentro de la tarea de indagación los problemas ambientales particulares de la organización  se convierten en una oportunidad de abordarlos desde una perspectiva integral que propicia la participación activa de los diversos actores sociales. Siguiendo a Manes (1993) las crisis generan cambios, que cada institución educativa puede interpretar como una oportunidad o como una amenaza, y desarrollar diferentes actitudes frente a las transformaciones. En esta línea de pensamiento, la crisis ambiental evidenciada, nos proporciona  la oportunidad de  investigar  las expectativas de nuestra comunidad educativa para  elaborar un diagnóstico preciso y realista de algunas necesidades sociales que se evidencian  a la vez que se rescatan las voces de la propia comunidad, poniéndolas en valor para comprender nuestros ecosistemas. Elaborar un proyecto que atienda la problemática ambiental requiere de motivación, sensibilización y justificación.  Como punto de partida,  el trabajo de diagnóstico será el resultado de una profunda tarea de investigación que medirá tanto cualitativa como cuantitativamente las expectativas y será la base para desarrollar una propuesta que invite a aprender haciendo, disfrutando el proceso,  porque en cuestiones ambientales su combinación es el camino para generar nuevos hábitos, cambios profundos en nuestras conductas, sensibilización, en definitiva construirnos en una conciencia ambiental colectiva.

Lejos de enfrentar modelos, nuestro camino es conocer otras formas de relacionarnos con nuestros territorios y establecer vinculaciones que permitan pensar el impacto de las mismas junto con los estudiantes. Así, avanzaremos hacia un presente y un futuro sostenible, a la vez que en el camino desarrollaremos habilidades y competencias necesarias para enfrentar tal desafío. Pensar en nuestros hábitos de consumo, la matriz energética, las formas de producción, el rol de la tecnología, el cuidado de las especies y su importancia en el delicado equilibrio de la vida nos posiciona en un lugar diferente. Como humanos podemos elegir. Seguir en forma brutal condenándonos con nuestras acciones egoístas o avanzar, un poco más humildes, comprendiendo la fragilidad que nos rodea. Adhiero finalmente a un viejo proverbio que dice ”La Tierra no es herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos” y estas pocas palabras nos invitan a pensar, y pensarnos y, por sobre todo, a hacer comprendiendo la verdadera dimensión que nos convoca.