"Post pandemia se nota mucho la necesidad de la salud mental"
Xoana Molina (37) se graduó en la UAI en 2016 como Licenciada en Psicología. Ejerce su profesión desde entonces, ahora en su propio consultorio y, además, trabaja como perito de la Justicia, "en una rama en la que yo siempre quise trabajar", destacó.
Trabajó muchos años relacionada a la perspectiva de género lo que, afirma, la ayudó a volcarse de lleno a la psicología una vez que concluyó los estudios, ya que el tema estaba en un pronunciado auge.
"Apenas arranqué, por la antigüedad que tenía también di talleres, realicé viajes, etc. Pero me quise abrir un poco de eso. Por eso me metí en lo forense, hago psico-diagnósticos, evaluaciones neuropsicológicas... Todo lo que sea evaluación a mi me gusta, pero ahora mismo solo hago consultorio y las pericias, que es un montón", asegura.
- ¿Por qué te volcaste a la psicología?
- Me gustaba la parte más forense, siempre estuve entre psicología y abogacía. Con un poco de orientación vocacional comencé con la carrera. En ese momento trabajaba en la parte de Género, con muchos talleres de violencia (en aquel entonces se hablaba de "vínculos saludables" y no de violencia), así que también me servía para lo laboral. Arranqué en la UBA pero no me daba la vida, porque trabajaba en Capital de 8 a 17 horas y yo vivo en Castelar. Por eso empecé en la UAI de Ituzaingó, que me quedaba mucho más cómodo.
- ¿Es complicada la inserción laboral como psicólogo/a?
- A mi me favoreció la experiencia que tenía en Género y que en el 2018/219 empezó a haber un auge de eso. Actualmente no creo que sea tan difícil, porque es mucha la búsqueda que hay de consultorio. Post-pandemia se nota mucho la necesidad de la salud mental. Hay mucho trabajo, desde acompañantes terapéuticos a diversas especialidades. Cuesta, pero me parece que hay trabajo. Creo que hay mucho más que cuando yo arranqué con todo.
- La psicología tiene muchos ámbitos dónde ejercer. ¿Creés que hay más trabajo?
- Antes, para ser perito te pedían tres años mínimos de estar matriculado. Pero como ahora no hay peritos te piden solamente un año de recibido y ya te pasan. Los que somos peritos estamos llenos de trabajo. Dependo de donde te anotes te dan mucha cantidad, es todo un tema. En todo lo que es discapacidad hay muchísimo. Pero como te dije, esto explotó post pandemia. Yo atiendo adolescentes que tengo desde chiquititos. Hay chicos de 15 o 16 años con trastornos depresivos, ansioso, que antes no se veían tanto. Al menos no tan agudos.
- Argentina, o Buenos Aires y otras grandes ciudades del país: ¿Son más abiertas a la terapia?
- Totalmente. Yo tengo algunos pacientes afuera, en España o Países Bajos, y ellos me dicen que es carísimo allá y es casi un privilegio. Nosotros acá en Argentina, y más en Buenos Aires, tenemos mucho. Incluso en el interior del país no tienen tanto acceso o es más caro.
- ¿Creés que hoy también los padres son más permeables a enviar a los chicos al psicólogo?
- Los chicos piden ir al psicólogo. Lo primero que pregunto cuando vienen los padres de adolescentes es si sus hijos quieren venir. Y ellos responden que sí, que les piden ellos. Eso está buenísimo. Antes el psicólogo era un sinónimo de "para locos".
- ¿Qué diferencia hay entre la terapia cognitiva conductual y el psicoanálisis?
- Son terapias distintas. Nosotros por la UAI teníamos una base más cognitiva. Yo me tiré por ese enfoque porque teníamos una buena base. No sé si sigue siendo así. Después hasta hicieron una diplomatura de Terapia Cognitiva. La diferencia es que en esta última las intervenciones son más concretas. Yo en realidad hago algo más integrado, utilizo lo que el paciente necesita. No es una contra la otra, son distintas herramientas que uno tiene para darle al paciente. Hay pacientes que les sirve algo y a otros que no. Como hay tanto, todo suma, todo sirve.
- Contame de tu experiencia en UAI.
- Lo que me gustó de la UAI, al venir de la UBA que era muy grande, es que era una experiencia más personalizada, con más contactos con los profesores con quien podías hablar. También tuve muchos profesores increíbles que estaban en Ituzaingó, llegaban los mejores. Igualmente, en Capital es distinto porque hay más gente.