Las dimensiones de la dinámica urbana en pandemia y el desarrollo sustentable
La pandemia de Covid-19 ha provocado cambios radicales en casi todos los aspectos de la vida. La arquitectura y el urbanismo no fueron ni serán ajenos a este fenómeno. La Dra. Arq. Cintia Barenboim, docente de la Facultad de Arquitectura e investigadora del CONICET, ha presentado en Francia su trabajo sobre “La transformación urbana de la ciudad de Rosario, Argentina, a partir de la pandemia Covid 19”, en el marco de la tercera jornada de estudio sobre la “Dinámica urbana y resiliencia en un contexto epidémico: qué análisis y qué propuestas ante el COVID-19?”, organizada por la Escuela Superior de Profesiones Inmobiliarios de París.
En su investigación, radicado en el Centro de Altos Estudios en Arquitectura y Urbanismo Universidad Abierta Interamericana, la Dra. Barenboim asegura que la pandemia ha dejado de manifiesto la vulnerabilidad de la ciudad contemporánea transformando el futuro en un desafío incierto. En Argentina, los principales centros urbanos del país son los primeros afectados, a partir de la escala y su densidad demográfica, poniéndose en crisis el modelo de planificación actual. Rosario no será la excepción, potenciado además por su cercanía geográfica con Buenos Aires, epicentro de la pandemia.
Las medidas de confinamiento, así como las restricciones a la circulación y algunas actividades sociales y económicas, plantean un escenario inédito para nuevos desarrollos urbanos, la emergencia, la reconversión o la desaparición de otros, los cambios en la movilidad y la necesidad de dotar al ejido urbano de los servicios y la correspondiente infraestructura. En este análisis la Dra. Barenboim concluye que las urbes de menor densidad poblacional (menos de 500 mil habitantes) resultaron más favorecidas que las grandes áreas metropolitanas que sufrieron mayores restricciones. Asegura que “habrá que pensar en ciudades de menor escala, así como en la descentralización de las más grandes. La urbanización descentralizada es la clave para un crecimiento urbano saludable”. En este sentido, Rosario cuenta en su planificación urbana con seis Centros Municipales de Distrito (Centro, Norte , Sur, Oeste, Noroeste y Sudoeste) con concentración de comercios, servicios y equipamientos (Área Central, Puerto Norte, Centro Universitario Rosario y Polo Tecnológico), así como extensiones al área central como centros complementarios (Barrio Pichincha, Pellegrini – Parque, Parque Hipólito Irigoyen).
El virus ha exigido de mucha creatividad para neutralizar, convertir o acoger temporalmente nuevos espacios, y la proximidad lleva a repensar la distribución de los usos del suelo (residencial, comercial, oficinas, industrias) y los equipamientos urbanos (hospitales, escuelas, bibliotecas, teatros, cines, centros deportivos, espacios verdes). La Dra. Barenboim sostiene la idea de “la ciudad de los 15 minutos”, con vivienda digna, trabajo de proximidad, mixtura de usos y equipamiento de cada barrio, lo cual genera ventajas de accesibilidad, proximidad a los servicios urbanos y calidad de vida. Ante este contexto resulta imprescindible garantizar las infraestructuras y los servicios básicos para cumplir con el derecho a la ciudad, quedando de manifiesto la importancia de la cobertura de agua potable e internet, es decir la salubridad y la conectividad.
En cuanto a la movilidad se priorizó el transporte privado (individual) por sobre el público (masivo), retornando al uso de la bicicleta y las peatonales. Rosario amplió 34 km más los carriles destinados a las bicisendas, mientras que las bicicletas públicas funcionaron todos los días, las 24 hs. Al igual que otros centros urbanos priorizó el uso del transporte público para el traslado del personal categorizado como esencial, suspendió el estacionamiento medido durante el aislamiento y se produjo el cierre de aeropuertos y terminales de ómnibus.
“La vivienda se ha convertido en nuestro principal refugio, dejando al descubierto ciertas carencias como la dificultad para su acceso, la falta de calidad constructiva y el hacinamiento. El espacio de la vivienda debería ser un volumen nutritivo que contribuya con la salud mental y una mejor calidad de vida”, explica Barenboim y agrega: “Nuestro hogar se adaptó como oficina, escuela, guardería o gimnasio. Las nuevas construcciones requerirán de lugares abiertos de calidad, en lo posible con ventilaciones cruzadas, mayor magnitud y flexibilidad de los espacios privados”.
“La pandemia dejó en evidencia las grandes desigualdades físico sociales (asentamiento irregulares, faltas de servicios, hacinamientos, entre otros)”, observa y manifiesta: “Debemos reflexionar sobre el espacio habitacional y urbano, exigiendo abordar cambios hacia una planificación integral, pensando en una ciudad postpandemia más saludable, habitable, igualitaria y resiliente”.
El trabajo de la Dra. Barenboim concluye que la planificación de la salud pública (centros de salud, centros de aislamiento, sanatorios ambulatorios), el diseño urbano (grandes superficies verdes, bicis públicas, densidades controladas) y las políticas de estado (descentralización municipal) trascienden en el tiempo y a los gobiernos. “Debemos promover una sustentabilidad con capacidad de resiliencia que corrija los errores de la ciudad actual previendo futuras pandemias”.