
El Eternauta según Juan Mascardi: una patriada audiovisual
En un país donde la cultura parece estar constantemente en disputa, la reciente adaptación audiovisual de la historieta El Eternauta se convirtió en mucho más que una serie de ciencia ficción. Para el licenciado Juan Mascardi, escritor y director de la carrera de Periodismo en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), esta producción representa una verdadera “patriada audiovisual”. Así lo plantea en su nota publicada en la revista mexicana Replicante, donde entrelaza memoria, lenguaje, política y resistencia cultural. (Ver nota completa cliqueando AQUÍ)
Mascardi celebra que la serie, dirigida por Bruno Stagnaro y estrenada por Netflix el 30 de abril pasado, no haya cedido a la tentación de la neutralidad idiomática. “En un mundo donde las plataformas globales tienden a homogeneizar el lenguaje para maximizar audiencias, El Eternauta habla en argentino. Habla como se vive”, describe Mascardi, reivindicando una narrativa que no se traduce ni se adapta, sino que se afirma en su identidad. Este gesto, aparentemente menor, se vuelve profundamente político, no solo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta.
Una historia que vuelve para quedarse
Basada en la historieta creada por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López en 1957, El Eternauta cuenta la historia de una invasión alienígena en Buenos Aires, donde un grupo de personas comunes se organiza para resistir. Pero como bien señala Mascardi, el relato siempre fue mucho más que ciencia ficción: es una metáfora de la organización colectiva, de la lucha contra lo invisible, de la memoria como forma de resistencia.
La serie, que se convirtió en la tercera más vista a nivel global en Netflix y recibió una aprobación del 92% de la crítica en el sitio web Rotten Tomatoes, y un 97% del público, logra actualizar esa metáfora sin perder su esencia. El director de la Licenciatura en Periodismo señala que la producción audiovisual también impulsa un nuevo interés por la historieta: “Aunque no hay datos concretos, se sabe que las librerías aumentaron las consultas y que algunos usuarios de redes comentaron que se agotaron las reediciones”.
La imagen como espejo
Uno de los pasajes del texto de Mascardi remite a su infancia en Colón, Provincia de Buenos Aires. Recuerda cómo la televisión comunitaria del pueblo transmitía una cámara fija apuntando a la calle. No había relato, ni edición, ni efectos. Solo una imagen en tiempo real. Y, sin embargo, esa imagen era poderosa: permitía a los vecinos verse, reconocerse, sentirse parte de algo.
De esta manera, logra trazar un paralelismo entre aquella experiencia y lo generado por El Eternauta: “Buscarse en la imagen. Reconocerse”. En tiempos de fragmentación, de algoritmos que aíslan, la serie propone una narrativa común. Una historia que no solo se mira, sino que se habita.
Mascardi, plantea que la serie argentina es una “patriada audiovisual” porque se atreve a contar una historia nacional en clave nacional, en un momento donde todo parece empujar hacia la disolución de lo local. “Hay una trampa en querer despolitizar El Eternauta. Es como querer despolitizar la carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar. La obra nació política. No partidaria, sino política en su sentido más hondo: una visión del mundo, de la solidaridad, del ‘enemigo’ común. La política no es una camiseta que se cambia cada cuatro años. Es la mirada sobre lo que nos pasa cuando llueve veneno y hay que salir a luchar con lo que hay. Cuando la nieve no es meteorológica sino simbólica”, sentencia
El Lic. Mascardi concluye que El Eternauta no es una serie más, se ha convertido en una afirmación, una respuesta, un gesto: “Una colección de preguntas. Como aquellos transeúntes en las tardecitas de Colón que pasaban frente a la cámara del canal local y saludaban. No importaba si alguien lo veía. Importaba decir: estoy acá. Existo. Y hablo con mi voz, aunque a veces no la tenga”.