"Estudiar diseño me enseñó sobre la vida"
Por Malena Yurman*
Me gusta definir lo que hago como comunicación visual, y partiendo de ahí podría hablar de un montón de cosas. El diseño para mí fue meterme en un mundo que no tiene fin, y encontrarme en el camino con dudas y prejuicios. Pero también con oportunidades, placeres y gente muy apasionada.
Estudiar diseño viene acompañado de situaciones incómodas y de una sociedad que no termina de entender lo que es, aunque lo vea en todas partes. Ya hace más de cuatro años que empecé la Licenciatura en Diseño Gráfico en UAI, una carrera que había elegido con mucha seguridad. Sin embargo, tuve que considerar otras “más tradicionales” para parecer “más importante”. Pero seguí mi vocación, y mi familia me acompañó desde el primer momento. Hoy me encuentro trabajando, mientras termino mi trabajo final para recibirme.
Tuve la suerte de formarme en esta disciplina en el momento justo, ya que el rubro no para de crecer. Estudiar diseño me enseñó entre otras cosas a defenderlo, a demostrar cuánto valor tiene lo que hago (no solo en términos económicos), a entender el respeto por las demás profesiones, aunque a veces le pasen por encima a la propia, a encontrarme con gente no capacitada que dice ofrecer los mismos servicios que yo.
Estudiar diseño es intentar explicarles mil veces a mis abuelos de qué se trata, y que sigan sin entenderlo. Estudiar diseño es tener clientes hace años, y todavía consultar con mis amigas cuánto cobrar. Estudiar diseño es que subestimen mi trabajo, pero también que me elogien por ser “creativa”, como si esto no escondiera muchísimas horas de trabajo o sólo cumpliera una función estética.
Estudiar diseño es admirar el talento de otros, es compartir experiencias y tener empatía. Es caminar por la calle o sumergirse en el mundo digital con mirada crítica y curiosa. Estudiar diseño es aprender de grandes profesores, que luego se convierten en colegas. Es pasar horas de cursada intercambiando ideas y pasándola bien. Es quedarte con tus compañeros de grupo a preparar entregas hasta tarde intentando alcanzar una perfección que no existe.
Estudiar diseño me permitió conocer el mundo, porque durante mi cuarto año en la carrera tuve la posibilidad de estudiar seis meses en España, gracias a una beca de la Universidad. Viajé junto a Maria Sol Kiernan (amiga y compañera) y residimos en Segovia, una ciudad chica cerca de Madrid en la que viven muchos estudiantes. Es un lugar turístico, amigable y con historia. Allí hicimos algunas materias de la carrera de Publicidad y de Relaciones Públicas en la Universidad de Valladolid, relacionadas con producción audiovisual, técnicas de creatividad, narrativa publicitaria, redes sociales y comportamiento del consumidor. También tuvimos la oportunidad de asistir a charlas con profesionales destacados de agencias publicitarias de España. Convivimos con un chico italiano, que también estaba de intercambio, y conocimos gente de diversos lugares con los que hoy seguimos en contacto.
La experiencia de intercambio me sirvió mucho para conocer cómo se maneja el rubro del diseño y la publicidad en otro país, y entender el panorama de los lugares donde puedo trabajar, incluso a distancia. Pero sobre todo, me permitió nutrirme de estímulos visuales diferentes a los que estaba acostumbrada, para ver obras en museos, carteles en las paredes, cantidad de murales pintados en las calles, libros y revistas en todos los idiomas y de todos los temas imaginables, mapas del metro, calcomanías que la gente pega en todas partes, entre muchas otras piezas que me llamaron la atención. Son cosas simples y cotidianas que a mí me producen admiración y placer, que puedo hoy volcar de una forma u otra a lo que hago. Durante este viaje pude recorrer distintos países, y armé un cuaderno con dibujos y collages donde registré todos mis recuerdos. También, así como dibujé las ciudades que iba conociendo, me pareció que Rosario se merecía tener lo suyo. Por eso diseñé unos stickers de mi ciudad de origen para pegar mientras andaba, y de esta forma dejar una parte de mí, y de mi hogar, en todos esos lugares espectaculares.
Unos meses después de mí regreso a Argentina, estudiar diseño me llevó a trabajar en Alma, una agencia de comunicación integral de Rosario, la cual está dividida en equipos interdisciplinarios formados por tres diseñadores, un redactor publicitario y un líder estratégico de proyectos. A punto de cumplir un año de experiencia laboral, puedo decir que la formación en UAI me permitió la inserción en el mercado laboral, ya que los contenidos están actualizados y gran parte de lo que aprendí es gracias a mis profes, dedicados a enseñar con muchas ganas y que contagian su pasión por el diseño. Sigo aprendiendo de mis amigas y de mis compañeros de trabajo todos los días, y si bien hay cosas que sólo te las da la experiencia, salí de la Universidad con una base sólida.
En este trabajo me ocupo, desde resolver piezas gráficas más operativas y sencillas, hasta participar de grandes proyectos de diseño de marca, y campañas de mucho alcance que hacen crecer a las empresas de nuestros clientes, y también a nosotros mismos. Hoy nos encontramos trabajando desde nuestras casas y se extraña el intercambio constante de la oficina, los mates compartidos y las charlas para distender, pero por suerte esta profesión permite reinventarse y adaptarse a las circunstancias. En este trabajo pasamos muchas horas frente a la pantalla y vivimos a las corridas, pero formamos un equipo de grandes personas a quienes admiro, lo cual hace que el día a día valga la pena.
Estudiar diseño me dio amistades para siempre. Estudiar diseño me enseñó sobre la vida.
*Alumna de la Licenciatura en Diseño Gráfico – Sede Rosario