Viajando en pandemia
Por Gonzalo Dardati*
A continuación, te cuento mi experiencia conociendo España en plena pandemia por el coronavirus. Cómo fue pasar la temporada de verano en uno de los países más afectados por los contagios. Los protocolos de viaje, los lugares que recorrí, la vida en la vía pública y más.
El 3 de febrero emprendí rumbo a España en el marco de un intercambio académico de seis meses, buscando ampliar mis conocimientos profesionales en el área del periodismo y vivir una experiencia única estando solo en Europa, pero el coronavirus tenía otros planes para mí.
Mi primera parada fue la ciudad andaluza de Sevilla, hogar del flamenco, donde tenía que cursar en el campus de EUSA (centro adscrito a la Universidad de Sevilla). Me alojé en la residencia universitaria de Youniq Sevilla, que recientemente abrió sus puertas en esa ciudad (teniendo una sede ya en Madrid). Un lugar fantástico, equipado para satisfacer todas las necesidades básicas, además de contar con sala de cine, lavadero, cocina privada, gimnasio, piscina (que no tuve la suerte de disfrutar por la pandemia) y con el valor agregado de ubicarse al lado de la universidad, lo que era un lujo para mí.
Cómo mencioné anteriormente, EUSA fue la institución elegida para concretar el intercambio, y qué en cierto punto es muy parecida a la UAI. Las materias qué cursé fueron: Periodismo Deportivo, Comunicación para el Desarrollo Social, Innovación Cibernética en Periodismo e Historia del Periodismo Español. Asignaturas que me ayudaron a mejorar mis conocimientos técnicos, cómo escribir una previa o un post partido de algún deporte, cómo utilizar las nuevas herramientas tecnológicas disponibles y conocer un poco más la parte social del periodismo. Particularmente, en el caso de Historia del Periodismo Español, fue interesante aprender un poco de la historia de aquel país.
Los días y las semanas pasaron mientras iba conociendo una ciudad maravillosa, incluso tuve el placer de ver dos partidos de fútbol como fueron Real Betis - Barcelona y Real Betis - Real Madrid, pero la situación iba empeorando poco a poco. El primer caso de coronavirus llegó a la ciudad y el temor recorría las calles. Rápidamente se agotaron los barbijos y el alcohol en gel en las farmacias, los supermercados tomaban las medidas para permanecer abiertos mientras veían como el papel higiénico se iba volando. Los eventos como las famosas ferias de Sevilla y la llegada de Semana Santa se tornaron inciertos, así como el esperado clásico por los futboleros entre Betis y Sevilla que primero se jugaría a puertas cerradas, para luego (junto con todo el fútbol español) suspenderse definitivamente.
Establecieron una cuarentena, en principio por dos semanas, luego fueron dos semanas más y así siguió, parecía interminable. Las compras al supermercado y al kiosco se convertían en las únicas salidas del día. La residencia quedó desolada, los espacios públicos fueron cerrados y, poco a poco, los residentes se iban yendo, al punto que llegue a pensar que estaba solo.
La universidad se hacía interminable, eran trabajos tras trabajos, sumado a que la modalidad virtual se volvió, en cierto modo, pesada. Pero, como dice el refrán: “Después de cada tormenta sale el sol”, las cosas comenzaron a mejorar y luego de dos meses se vieron las primeras señales de libertad. Los niños podían salir una hora al día con la compañía de un adulto, posteriormente nos permitieron realizar salidas recreativas (de 6 a 10 hs. y de 20 a 23 hs.) y los bares volvieron a abrir con las medidas sanitarias del caso. Así comenzaba el regreso a la normalidad.
Dos semanas después, ya en fase 2, no teníamos horarios para salir, pero si era una obligación (y motivo de multa de hasta 1000 euros) utilizar la mascarilla en todo momento. Las plazas y los bares nuevamente estaban llenos, parecía que no había una pandemia. Los exámenes finales se acercaban, pero eso no me detenía para poder disfrutar un poco al aire libre y hacer mi caminata diaria por la plaza España, a veces de mañana y otras de tarde-noche. Finalmente, luego de rendir todas las materias, por fin pude gozar de unas mini vacaciones y planear mi siguiente viaje.
El 29 de junio terminaba la estadía en Sevilla y empezaba el recorrido por España. De una punta a la otra, conocí lugares fantásticos. Mi primer destino fue Marbella, lugar de playas increíbles, pasé luego por Málaga donde también disfruté de la paz y tranquilidad que genera el mar, además de transitar todas esas calles que, en cierta manera, parecen un laberinto
En mi camino se sumaron dos lugares que no estaban en mi mente, pero que aun así resultaron muy agradables, como fueron Almería y Alicante, para luego recalar en la ciudad de Valencia. Allí, conocí lugares como el Oceanografic Valencia, un enorme acuario con gran diversidad de animales acuáticos, además de visitar el estadio Mestalla, donde triunfaron argentinos como Mario Kempes y Roberto Ayala.
Mi siguiente paso fue Mallorca, una isla fantástica, aunque muy calurosa (la verdad es que la mascarilla y el calor no van bien de la mano). Al cabo de una semana arribé a Barcelona, con el mal sabor que, en el ferry, me robaron el cargador del celular y una batería portátil. En esta ciudad conocí lugares como la casa de dios (el Camp Nou), y el Zoo de Barcelona, que participa del programa europeo de criadero de orangutanes en cautiverio y que, hasta 1992, fue el hogar de “Copito”, el único gorila albino en cautiverio del mundo.
El recorrido me llevó hacia el norte, primero por la ciudad de San Sebastián, donde a pesar del frío pude disfrutar de unos días de playa. Luego, llegué a Bilbao donde sus principales actividades están vinculadas a la minería y la metalurgia, siendo hogar también del Athletic Club de Bilbao, equipo dirigido en 2012 por Marcelo Bielsa, icono del fútbol rosarino. Tras un paso breve por Santander, con la particularidad de tener escaleras mecánicas en la calle, mi último destino fue la capital española, Madrid, la más azotada por la pandemia. Una ciudad fantástica, llena de historia y cultura. Visité el Santiago Bernabéu, donde tuve la oportunidad de ver una cancha de fútbol sin césped debido a su remodelación, el Palacio Real, la Puerta de Alcalá, la Puerta del Sol y el Parque del Retiro. Me deslumbraron el estadio Wanda Metropolitano, perteneciente al Atlético de Madrid, y el zoológico de Madrid donde, al igual que su homólogo barcelonés, forma parte del mencionado programa de criadero de orangutanes, además de participar en una iniciativa similar con osos panda
En los diferentes sitios visitados siempre se respetaron las medidas sanitarias. El uso de la mascarilla era obligatorio en todos lados, en algunos espacios (como los ferrys, autobuses, aviones y autos privados) se trataba de respetar lo máximo posible la distancia social de seguridad, además de estar siempre presente el alcohol en gel. Si bien no fue la mejor ocasión para viajar, siento que fue una gran experiencia. Conocí, casi en su totalidad, un país maravilloso, con culturas e historias diferentes en cada lugar que visité, con el agregado de una pandemia que dibujó un contexto fuera de lo ordinario.
*Alumno de la Licenciatura en Periodismo - Sede Rosario