Las mujeres sirias y los desafíos que enfrentan tras la primavera árabe
Por Irina Bellucci, graduada de Relaciones Internacionales (UAI). Reflexión sobre su artículo publicado en el Observatorio de Medio Oriente.
La primavera árabe conmovió a varios países de la región. En Siria particularmente éste fenómeno fue la antesala para la guerra civil que azota al país hasta el día de hoy, obligando millones de personas abandonar su hogar y generando una crisis migratoria, debido a la ola de más de 5 millones de refugiados y migrantes.
La primavera árabe en Siria, que se suponía va a ser un nuevo comienzo para el país en materia de reformas políticas y democráticas, comenzó con el reclamo de los sirios a Bashar Al Assad, quien, desde su llegada a la presidencia, prometió reformas políticas y democráticas, de los cuales, la ampliación de las libertades personales era una de ellas.
Con el tiempo los sirios observaron que esto no fue así, y en marzo de 2011, cuando un grupo de adolescentes había pintado un muro escolar con consignas revolucionarias, fueron arrestados y torturados por las fuerzas de seguridad.
Este suceso provocó una proliferación de manifestaciones populares -potenciadas por la “Primavera Árabe”- clamando por más democracia y derechos civiles, que fueron duramente reprimidas, lo que generó que muchas más personas salieran a las calles, exigiendo la renuncia de Bashar Al Assad, el presidente.
La violencia fue en aumento, se conformaron brigadas rebeldes que se enfrentaron a las fuerzas de seguridad. En medio de esta disputo surge un nuevo actor en Siria: el Estado Islámico.
Quiero destacar a las mujeres, quienes, cansadas de los altos niveles de corrupción, represión e ineficiencia, así como también de una mala situación económica también se convirtieron en protagonistas y partícipes muy importantes en las protestas. Las mujeres se convirtieron de un día para el otro en el sostén de sus familias -ya que los hombres fueron a las milicias o han sido detenidos/asesinados.
Hoy en día muchas viven en campos de refugiados con sus necesidades básicas no cubiertas y están malnutridas ya que en muchos casos le ceden su porción de comida a los más pequeños de la familia. De igual manera, están más expuestas a abusos, violaciones, matrimonios forzados y embarazos infantiles. También sufren restricción al empleo y a la educación.
Pese a todo, las mujeres sirias no se quedaron calladas y desafiaron al sistema patriarcal en el que vivían inmersas, focalizándose en la ayuda mutua y la cooperación, buscando un cambio de dirección en el régimen vigente. Esto fue una sorpresa desconcertante para las autoridades. Los jóvenes y las mujeres estaban cansados de un sistema autoritario y retrógrada, y lo hicieron sentir.
De hecho, Amnistía Internacional lanzó la campaña “Nunca más desoídas: Las mujeres que configuran el futuro de Siria” para poner de relieve grandes violaciones de derechos humanos y por razones de género que sufren las mujeres sirias, así como para promover su participación política real e igualitaria a nivel local e internacional.
La realidad es que las mujeres sirias no se quedaron de brazos cruzados, sino que se organizaron como activistas, educadoras, voluntarias y comunitarias. También se organizaron políticamente. Las mujeres están actuando de acuerdo a las necesidades locales; como por ejemplo en las zonas rurales luchan por evitar el reclutamiento de niños/as soldado, mientras que en la capital se centran en la participación política y las negociaciones para terminar con el conflicto.
En los campos de refugiados ONU Mujeres se esforzó en la creación de espacios seguros y de empoderamiento, a través de la instrucción de estas en cocina, costura y diversos talleres de cuidado infantil, trabajo y asesoramiento con respecto a la violencia de género. Si bien lamentablemente la violencia sexual es una tendencia en alza, es un tema que se busca que deje de ser tabú. No sólo genera traumas en las mujeres y niñas que la sufren, sino que enferman a la población mediante la propagación de las ETS, por lo cual es un tema que debe hablarse abiertamente para una mayor llegada de información y prevención.
Como mencioné previamente, las mujeres tomaron un rol activo, conformando organizaciones con diversos objetivos.
Para una recuperación del conflicto, es importante que se visibilicen las agresiones y abusos hacia las mujeres (tanto por parte de las fuerzas rebeldes como de las fuerzas gubernamentales) como las detenciones forzadas, negación a visitas médicas en la cárcel, secuestro de mujeres, castigos corporales como la flagelación y la lapidación entre otros. Si dicha falta de humanidad no se aborda, no se podrá sanar de manera integral a la sociedad.
En términos políticos no se logró el objetivo de la primavera árabe que fue una mayor democratización y apertura en temas de derechos civiles y políticos. Pero debido a la propia coyuntura del contexto las mujeres son actores presentes en la sociedad civil debido a las consecuencias que deben afrontar producto de la guerra. A futuro se espera que la situación se normalice y que las mujeres tengan un rol preponderante en el conflicto, pero los actores del conflicto no parecen querer que esto suceda.
Asimismo, debido a la guerra, las mujeres quedaron en una situación de vulnerabilidad y desventaja con sus pares hombres, lo que se traduce en un retroceso en sus derechos y logros obtenidos hasta el momento.