Cuarentena en el Siglo XXI

Guillermo Weisburd es Doctor en Medicina y Director de la carrera en la Universidad Abierta Interamericana. Debido a su experiencia como infectólogo fue convocado por el gobernador Omar Perotti, junto a otros especialistas en epidemiología y salud pública, para analizar las medidas tomadas en relación a la pandemia y los protocolos sanitarios que ha elaborado la provincia. En esta oportunidad el Dr. Weisburd analiza la implementación de periodos de cuarentena a lo largo de la historia y la aplicación de medidas de aislamiento en el contexto actual.

Según la Real Academia Española cuarentena significa aislamiento preventivo a personas durante un período de tiempo, por razones sanitarias.

Viene del latín quadraginta, cuarenta días, que era el tiempo de aislamiento a quienes se sospechaba tenían la peste negra en el siglo XIV (se creía que en 40 días se manifestaba la enfermedad). Si al cabo de ese tiempo no tenía síntomas podía volver a sus rutinas.

La cuarentena comenzó a aplicarse en el siglo XIV para proteger a las ciudades costeras de las epidemias de peste. Los barcos que llegaban a Venecia desde puertos infectados debían permanecer anclados durante 40 días en el mar (quaranta giorni). Centers for Diseace Control and Prevention

Actualmente la cuarentena se adoptó para alejar a los expuestos al coronavirus de otras personas. El aislamiento se utiliza para separar a las personas que han enfermado de una dolencia contagiosa de aquellas que están sanas. O sea, restringe el movimiento de los que están enfermos para evitar la propagación de ciertas enfermedades. Michigan Departament of Community Health

En nuestro  país el brote epidémico de fiebre amarilla en 1871 paralizó las actividades comerciales y productivas de Buenos Aires desde fines de enero a julio y obligó al Gobierno Nacional a decretar la cuarentena en la ciudad (González Leandri, 2000; Murillo, 2000).

En Rosario según relata Florencia Partenio se registraron cuatro brotes epidémicos: tres de cólera en 1867, 1886 y 1894 y en 1899 la epidemia de peste bubónica. Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana Programa de Estudios de la Ciudad ISSN: 1390-3691 • Mayo 2009 No. 7.

Rosario tomó medidas preventivas: estableció un cordón sanitario en el límite oeste; fumigó la correspondencia; estableció el aislamiento por 15 días en una isla para los que venían del norte; cerró el puerto; suspendió las actividades en curtiembres y pulperías, bodegones e inquilinatos.

En 1883 Octavio Grandoli - primer intendente elegido por los vecinos, dispuso el control de desperdicios; blanqueo con cal de viviendas; desalojo de “conventillos insalubres”; limpieza de letrinas; control de alimentos (leche, carne, y frutas); prohibió criaderos de cerdos en el centro de la ciudad y lo más importante: la construcción de una red de agua potable para la ciudad, (Municipalidad de Rosario, 1884: 5-14).

En 1890 se reorganizó la Asistencia Pública de Rosario, creando el “servicio médico gratuito para los pobres, la superintendencia de lazaretos y sifilicomios, administración de cementerios, prostitución, profilaxia y vacunación” (Digesto Municipal, 1892: 20-21).

A fines de 1918 ingresa por el puerto de Buenos Aires la mal llamada gripe española que produce efectos desvastadores en el invierno de 1919 y dejó 14997 muertos, el 20,7% del total de muertes de ese año, siendo superada en ese informe por las enfermedades brocopulmonares, cardiovasculares y la tuberculosis. Salta y Jujuy fueron las provincias más afectadas

Vemos así, que las medidas de aislamiento y cuarentena son recursos alternativos cuando no existen medidas profilácticas ni tratamientos eficaces. En esas circunstancias aparecen las controversias, cada cual con sus argumentos válidos, referidos a la profundidad de las medidas y del tiempo de duración. Los argumentos para sostenerlos son de orden económicos, psíquicos, sanitarios, políticos, religiosos entre otros. Todos válidos pero que obligan a los que tienen responsabilidades de gobierno, a tomar decisiones que comprometen al conjunto de la sociedad.

Personalmente, como médico e infectólogo, me inclino por el aislamiento precoz, completo y duradero hasta que los resultados epidemiológicos vayan mostrando que la curva de contagio empiece a mostrar que los riesgos ameriten disminuir la presión sobre el confinamiento y se pueda permitir progresivamente retomar nuestras actividades.

Mientras tanto es fundamental apelar a la conciencia individual y colectiva. En lo individual, respetar las disposiciones que emita la autoridad sanitaria y política y en lo colectivo, cuidar que nuestros vecinos también lo hagan, por su propio bien y por el nuestro.