Desafiando la adversidad

Ruth se encuentra cursando el último año de la Licenciatura en Kinesiología y Fisiatría de la Sede Rosario. Licenciada en Nutrición, graduada de la Casa, supo reinventarse en base al sacrificio, la perseverancia y la superación personal. Una historia de vida que conmueve e inspira.

                                                  

*Por Ruth María Eugenia Leiva

Actualmente vivo en la ciudad de Granadero Baigorria con mi familia, que está compuesta por mi mamá, María del Carmen, y mis seis hermanos. Recuerdo desde muy pequeña quedarme sola con ellos desde la mañana hasta la noche, ya que mi mamá era quien tenía que salir a trabajar por haberse quedado sola al frente del hogar. Fue ella quien nos transmitió esfuerzo, trabajo, educación y valores.

Quisiera comenzar contando algo de mi infancia escolar que fue la base, el “motor”, de lo que soy, hoy en día, como persona. Dentro del radio de nuestra casa se encuentran varias escuelas públicas de bajo nivel educativo y otras, más lejos, con un mejor nivel  de enseñanza.

Mi mama decidió enviarnos a la Escuela Pública N° 550 (fuera de nuestro radio), para que transitáramos la escolaridad. Si bien no disponíamos de muchos recursos como para poder llegar hasta allí, ella sostiene su postura y envía a todos mis hermanos durante el ciclo primario completo.

Hubo un tiempo donde la situación económica era insostenible para toda la familia, mi mama contaba con poco trabajo y no tenía dinero para alimentarnos y todavía éramos cinco niños que  cursábamos el ciclo primario. Con mucha tristeza tomó la decisión de cambiarnos a una escuela más cercana a nuestra casa, y que contaba con comedor y copa de leche. Sin embargo los directivos le comunican que no había bancos disponibles y le proponen que asistiéramos al comedor y luego continuemos camino hacia la 550. Así fue durante muchos años, algunas veces caminando y otras en bicicleta, nuestros recorrido era almorzar en la Escuela N°127 y escolarizarnos en la Escuela N°550. En ambas sufrimos discriminación, por no pertenecer a ese lugar o por la diferencia de clase social, y aun así con mucho esfuerzo y sacrificio pudimos culminar esta etapa.

 

La vida universitaria

Mis primeros pasos universitarios arrancan por el año 2008, cuando elijo estudiar Nutrición ya que fue una de mis principales frustraciones. La malnutrición y el sobrepeso en toda mi niñez y adolescencia, fueron motivos para sufrir descalificativos por mi apariencia, que era propio de mi mala alimentación por falta de recursos. Recuerdo el día que, junto a mi madre voy a la UAI para inscribirme a la carrera, y nos dicen el monto de la cuota y matricula.

Por aquel tiempo yo trabaja de niñera cuidando niños  y mi sueldo era mínimo,  lo que podía conseguir una joven que recién salía de la secundaria. Nunca me voy a olvidar que mi sueldo era de $900 al mes y la estaba en $700. Mi madre no podía ayudarnos a pagar la carrera ni a mí ni a mis hermanos, ella era la que traía la comida a la casa. Fue ahí cuando tome la primer decisión fuerte que me que me haría cambiar mi futuro, mis palabras fueron, “yo voy a estudiar y con mi sueldo voy a pagarme la Facultad”.

Obviamente que el ir a una universidad implica fotocopias, libros, transporte, y mi sueldo solo no me alcanzaba para costear el estudio, por lo que decido  sumar horas de trabajo y empiezo a realizar limpieza en casas de familia. Mi rutina diaria era la siguiente: empezaba de mañana a cuidar niños, salía a las 14 y con mi bicicleta me iba al otro trabajo a limpiar domicilios particulares.

Luego volvía a las 17 a mi casa para bañarme y alistarme porque el colectivo pasaba 17:30 hs e ingresaba a clases a las 18:30. Trataba de usar los fines de semana para estudiar y todas las noches al regresar de la Universidad.

Mi paso por la carrera de Nutrición fue difícil, pero lindo a la vez. No solo me costó a nivel económico sino a nivel académico, anatomía, química ¡uhh como la sufrí!. Pero no olvido a esos profesores que con su paciencia me explicaban o esos compañeros que al saber que yo no podía comprarme un libro me los prestaban para hacer los resúmenes. Nunca voy a olvidar la gran sabiduría del doctor Fernando Filippini escucharlo hablar a él, era un deleite, o el doctor Raúl Álvarez Lemos tutor de mi tesis que entre pasillo y pasillo del PAMI me hacia las correcciones, porque ni computadora tenía en casa para enviárselo por mail.

Mi meta fue creciendo, ya no era solo ser licenciada en Nutrición sino tener mi propio lugar para atender pacientes y dar gimnasia , por lo que decido realizar una tecnicatura en preparación física en un instituto privado de Rosario, donde me recibo el mismo año junto a Nutrición.

Al año siguiente arranqué a estudiar el Profesorado Universitario, pero no lo terminé, faltándome 2 materias por rendir y la presentación de la tesis. En ese momento, todavía siendo muy chica, no me sentía capacitada para estar enfrente de una clase.

La enseñanza me abrió puertas, me brindo las herramientas para salir adelante. Al recibirme, arranco a trabajar dando clases de gimnasia en clubes y gimnasios, atendiendo pacientes a domicilio y luego en consultorios.

Ya al no tener el peso de la cuota fui ahorrando, comprando maquinas, pesas, colchonetas hasta camillas de Pilates, todo el barrio venía a mi gym. Pero sentía que todavía no estaba lo suficientemente capacitada, porque cada patología que trataba venia acompañada de algo en cuestión. Por ejemplo venían pacientes diabéticos con fracturas de cadera para que le arme algún  plan de nutrición y una rutina, deportistas que buscaban un buen plan nutricional para suplir las deficiencias calóricas que gastaban,  ya que todo repercutía en esquinces, distenciones, tendinitis, pacientes que tenía síndrome metabólico o con obesidad, artrosis de rodilla y pinzamientos lumbares que no les permitían movilizarse por sufrir dolor. En ese momento, hace unos 3 años, tomé la decisión de seguir estudiando.

Siempre me atrajo Kinesiología, lo veía como algo pendiente. El arrancar la carrera fue un gran desafío para mí, pero siempre voy por más, y seguir estudiando fue mi mejor elección. Disfruto de cada cosa que hago si no, no lo haría. La Licenciatura en Kinesiología y Fisiatría es de cinco años, pero debido a las homologaciones con la venia del director de la carrera Dr. Daniel Airasca podré hacerla en cuatro.

A futuro pienso recibirme de licenciada y terminar con el Profesorado Universitario. Además, en 2021, quiero abrir mi propio centro de rehabilitación  deportivo y corporal en Granadero Baigorria. Vale decir que el proyecto ya está encaminado, solo me queda obtener el título de kinesióloga.

Uno mismo es responsable de cambiar su futuro, el apostar a que vida quiere llevar, no es todo color de rosas. Muchas veces tuve que privarme de simples cosas que cualquier joven quiere, pero nunca abandone mis sueños y objetivos, gracias a todo eso y a mi constancia, la cual mantuve siempre, logré cambiar mi vida y acá estoy a meses de ser por segunda vez licenciada.

*Alumna de la Licenciatura en Kinesiología y Fisiatría - Licenciada en Nutrición