"Donde me gusta estar, para ayudar"

María Victoria Pijuan es graduada en Kinesiología, especialista en el área y Profesora Universitaria en la Sede Rosario. Intensivista, miembro del Servicio de Kinesiología y Rehabilitación del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (HECA), cumple con sus funciones asistenciales en las diferentes áreas del nosocomio, además de docencia e investigación.  

El kinesiólogo que trabaja en áreas de cuidados intensivos debe ser un profesional experto y referente en cuidados y rehabilitación de los pacientes críticos. Interdisciplinariamente con todo el equipo de salud, la Lic. Pijuan aporta las herramientas de evaluación y tratamiento necesarias. “Es por ello que quizás sea un lugar donde me gusta estar, para ayudar”, afirma.

 

-Particularmente como intensivista, ¿cuál es el rol del kinesiólogo en el tratamiento del paciente?

Desde el intensivismo, podría decirte, que en el imaginario colectivo no existe. Es una ardua tarea la que se tiene, y a su vez, muy silenciosa. El paciente que requiere cuidados críticos, justamente se asume en su máxima dependencia de un “otro”. Es por ello que quizás, sea un lugar donde me gusta estar, para ayudar.

Quisiera recordar que nuestro hospital es de tercer nivel de complejidad en emergencia y trauma. Las tareas son organizadas y consensuadas con el equipo de salud que asiste al paciente crítico.

Los cuidados generales de los pacientes neurocríticos, grandes quemados y politraumatizados, requieren de actividades conjuntas entre  kinesiología, enfermería, nutrición, médicos, y diagnóstico por imágenes. Habitualmente presentan inestabilidad hemodinámica y por tanto el control de estas variables además de ser estricto debe ser permanente para evitar mayores complicaciones.

El kinesiólogo intensivista evalúa al paciente cada vez. Contempla objetivos de tratamiento en contexto de estabilidad hemodinámica, ventilatoria, neurológica y clínica. Considera conductas activas o expectantes de tratamiento. Valora criterios de aplicación de protocolos y estudia la  continuidad de vinculación o la desvinculación de la ventilación mecánica en relación a parámetros específicos, estudios complementarios, exámenes de laboratorio. No hay recetas, hay criterio profesional.

 

-¿Te ha tocado participar de la atención de pacientes confirmados o sospechosos de COVID positivo? ¿Cuál ha sido tu experiencia?

Hasta el momento no he trabajado con ningún paciente confirmado, siempre han sido casos sospechosos. Sin embargo, las actividades relacionadas con estos últimos deben ser manejadas con tanta o más precauciones que con pacientes confirmados. Quiero decir con esto, que si hubiese cohorte de casos positivos, los equipos de protección personal no deben quitarse cada vez. Por tanto el riesgo de contagio es aún menor.

El distanciamiento propiamente dicho con el paciente es mínimo. Nuestras manos sobre el tórax del paciente, implican que nuestro contacto sea realmente estrecho.

Las actividades pueden ser organizadas en turnos cumplimentando las reglamentaciones y protocolos del Comité de Infecciones del Hospital. De igual manera el uso de elementos de protección personal (EPP) y el manejo estricto de la vía aérea.

 

¿Cómo afectó esta pandemia el trabajo del kinesiólgo en general y tu labor diaria particularmente?

En nuestro servicio, suspendimos las reuniones de equipo presenciales y nos comunicábamos a través de la virtualidad. Modificamos horario laboral y hábitos que correspondían a pases diarios de pacientes, y pases de sala. El registro diario de pacientes se comenzó  a realizar en horarios alternados para mantener el distanciamiento social.

Hubo una suerte de “dejar de caminar por las calles con el ambo”, y comenzar a utilizar vestimenta habitual para el ingreso y egreso del hospital, con la utilización del ambo sólo supeditado a espacios laborales. La higiene de la ropa de trabajo quedó a merced del hospital.

La evolución diaria en las historias clínicas se realiza en turnos por servicios para mantener distanciamiento social y el menor riesgo de contagio a través de las superficies.

 

¿Qué cuidados tomas a la hora de atender un paciente en este contexto?

A decir verdad, las precauciones llamadas estándar (lavado de manos, bata o camisolín, guantes, protección ocular y barbijo) siempre han sido parte de los cuidados a tomar, ya que es lo que corresponde. Sólo que ahora está socializado.

Por supuesto que se asumen contagios por aerosolización y lo que se considera oportuno es el uso de barbijos de alta filtración llamados N° 95. Antes de asistir a un paciente considerado sospechoso lo más importante a tener en cuenta es la colocación de los EPP. Este procedimiento debe ser lo más prolijo posible para que sea más fácil el retiro y el descarte del mismo con posterioridad.

 

Como docente de la carrera de Kinesiología, ¿cómo asumiste tu tarea pedagógica en esta situación?

Las actividades de bioseguridad que habitualmente se plantean en la Práctica Preprofesional Supervisada 1, fueron adaptadas a la modalidad virtual. Por ejemplo, solicitamos que el lavado de manos con agua y jabón tal como lo propone la Organización Mundial de la Salud, sea reproducido y grabado por los estudiantes en un video. De igual manera, luego de las actividades que se sugieren dentro de la bioseguridad, las diferentes formas de utilización de EPP, adaptados para situaciones no sólo de aislamientos y/o precauciones respiratorias, sino también para aislamientos de contacto.

Esta estrategia requirió que cada estudiante seleccione de su vestimenta habitual, prendas específicas que recibirían el nombre de algún componente del EPP. Una vez clasificado, debían vestirse cumpliendo la consigna y fotografiarse.