
La Maestría en Tecnología Educativa de la UAI impulsa una formación integral con inteligencia artificial como eje transversal
La directora Marta Libedinsky y la secretaria académica María Ximena García Tellería explican cómo la Maestría en Tecnología Educativa de la Universidad Abierta Interamericana se transforma al ritmo de la innovación tecnológica. La inteligencia artificial atraviesa los contenidos, las prácticas y las discusiones académicas, promoviendo una formación crítica, creativa y humanista frente a los nuevos desafíos de la educación.
La irrupción de la inteligencia artificial marcó un antes y un después en la enseñanza y el aprendizaje. En este contexto, la Maestría en Tecnología Educativa de la Universidad Abierta Interamericana asumió el compromiso de integrar la IA no como un tema aislado, sino como un componente transversal de todo su recorrido formativo.
La propuesta busca formar profesionales capaces de analizar, diseñar y aplicar tecnologías con criterio pedagógico y mirada crítica, en un momento donde el aula se redefine a partir de la automatización, la generación de contenido y la interacción con sistemas inteligentes.
“Desde hace un tiempo, el interés por la inteligencia artificial creció exponencialmente entre nuestros estudiantes y docentes. Hay mucho entusiasmo, efervescencia, intercambio de ideas y una necesidad constante de actualización”, explica Marta Libedinsky, directora de la Maestría y referente en el campo de la tecnología educativa.
“Trabajamos sobre lo que llamamos un currículo de oportunidad: aquel que se construye a partir de lo que pasa en la sociedad, más allá de las aulas. Es dinámico, flexible y se nutre de las transformaciones culturales y tecnológicas del presente”.
En la Maestría, la IA no se enseña en una sola materia, sino que se integra transversalmente en todas las asignaturas. Cada cátedra aborda el tema desde su propio enfoque: la práctica docente, la gestión institucional, la investigación o la reflexión pedagógica.
“En todas las asignaturas incorporamos la inteligencia artificial a las propuestas didácticas que ya veníamos implementando”, cuenta Libedinsky. “Y, en simultáneo, vamos diseñando nuevas experiencias a medida que aprendemos, analizando sus luces, sus sombras y sus implicancias éticas y epistemológicas. La IA no es una moda: es una nueva capa de conocimiento que redefine la relación entre el sujeto, el aprendizaje y la tecnología”.
Esta integración se complementa con webinars, talleres internacionales y espacios de intercambio interdisciplinario donde investigadores y autores comparten avances, debates y experiencias sobre el impacto de la IA en la educación.
“Los trabajos finales de nuestros estudiantes reflejan este enfoque: todos, de un modo u otro, incorporan la inteligencia artificial a sus desarrollos y proyectos”, señala la directora, quien anticipa además la publicación de nuevos libros dentro de la colección Tecnología Educativa de UAI Editorial, dedicados a analizar el vínculo entre educación, tecnología e inteligencia artificial.
Por su parte, la secretaria académica de la Maestría, María Ximena García Tellería, destaca que la incorporación de la IA responde también a la evolución del perfil de los cursantes. “Los estudiantes muestran un interés genuino por integrar las tecnologías digitales en sus prácticas y contextos profesionales. En los últimos años, la inteligencia artificial se volvió una preocupación constante en sus proyectos y reflexiones. No se trata solo de usar herramientas, sino de comprender cómo y para qué se usan”.
Durante la Práctica Profesional, los maestrandos llevan adelante proyectos aplicados que surgen de problemáticas reales en sus instituciones educativas. “Desarrollan chatbots para orientar alumnos, revistas digitales, propuestas de formación docente, o proyectos de mejora institucional”, comenta García Tellería. “Cada uno elige qué herramientas de IA utilizar y analiza críticamente sus resultados, ventajas y limitaciones”.
Además, la carrera incorpora una metodología de trabajo reflexiva. “Cada estudiante lleva un diario de práctica donde registra decisiones, desafíos, emociones y aprendizajes. Luego, esos registros se comparten en los encuentros sincrónicos, generando un diálogo de pares que enriquece la comprensión del proceso”, explica la secretaria académica.
Libedinsky destaca que formar profesionales con competencias en IA es hoy un imperativo educativo. “La UNESCO lo sintetizó muy bien: hay que aprender con inteligencia artificial, aprender sobre la inteligencia artificial y prepararse para su uso futuro. Esto implica desarrollar habilidades cognitivas, técnicas y éticas de manera simultánea”.
Según la directora, dominar las herramientas no es suficiente: “Debemos enseñar a pensar, no a repetir. Parte del desafío está en aprender a formular buenas preguntas, a construir prompts significativos y a sostener conversaciones robustas con los sistemas de IA. La calidad de las respuestas siempre dependerá de la profundidad de las preguntas”.
Sin embargo, Libedinsky advierte que el entusiasmo no debe hacernos perder la mirada crítica. “A veces los estudiantes citan investigaciones que no existen o textos fabricados por la IA. No los penalizamos: lo conversamos, lo analizamos y lo usamos como punto de partida para reflexionar sobre la veracidad, la autoría y la ética en la producción académica. Es parte del aprendizaje”.
En las cursadas, los estudiantes experimentan con herramientas como Gemini, Copilot, ChatGPT, DALL·E, Canva, Grok, Cici y Sora, entre muchas otras. “No queremos que las ignoren ni que las usen sin criterio”, explica Libedinsky. “Nuestro objetivo es que aprendan a probarlas, analizarlas y decidir si realmente agregan valor al proceso educativo”.
Una de las actividades recientes consistió en generar imágenes a partir de frases sobre enseñanza y aprendizaje, utilizando diferentes plataformas de IA generativa. “Fue una experiencia muy rica”, recuerda la directora. “Cada imagen disparó debates sobre la creatividad, la interpretación y los sesgos culturales. La IA nos permite mirar el conocimiento desde perspectivas nuevas, pero siempre desde una base humanista”.
Tanto Libedinsky como García Tellería coinciden en que el rol del docente en la era de la IA no se reduce a enseñar herramientas, sino a formar criterio, ética y pensamiento crítico.
“Los educadores deben transformarse en curadores de conocimiento y guías del aprendizaje. La IA nos obliga a repensar qué significa enseñar, evaluar, crear”, sostiene Libedinsky. “El desafío no es competir con la tecnología, sino aprender a convivir con ella de manera inteligente y responsable”.
García Tellería agrega que el impacto más profundo de la Maestría es la transformación profesional de sus estudiantes. “Muchos llegan con miedo a la tecnología o con la idea de que la IA los va a reemplazar. Pero cuando comprenden su potencial, cambian completamente la mirada. Entienden que pueden usarla para innovar, ahorrar tiempo, diseñar materiales didácticos personalizados o analizar datos educativos”.
La Maestría en Tecnología Educativa de la UAI continúa ampliando su propuesta académica con nuevos proyectos, publicaciones y espacios de intercambio. “Seguiremos atentos a las transformaciones sociales y tecnológicas para ofrecer soluciones innovadoras”, afirma García Tellería. “El próximo encuentro del ciclo de Webinars presentará el libro ‘Inteligencia Artificial: 26 preguntas y respuestas’ (Editorial El Ateneo, 2025), una lectura fundamental para seguir reflexionando en comunidad sobre los desafíos de esta era”.
Libedinsky cierra con una invitación que resume el espíritu de la Maestría: “La inteligencia artificial avanza a un ritmo vertiginoso, pero no hay que asustarse. Lo importante es seguir aprendiendo, probar, equivocarse y discernir. La IA no reemplaza la educación: la amplía. Y nuestra misión es formar a quienes serán capaces de darle un sentido humano a esa expansión”.