Discursos emergentes por la desmanicomialización

La Licenciatura en Musicoterapia llevó adelante una nueva edición de las Jornadas por la desmanicomialización, ética y derechos humanos: ¿El año de la paradoja?, un legítimo espacio de construcción colectiva para interpelar el quehacer en el campo de la salud, considerando el presente contexto de emergencia sanitaria. La actividad fue coordinada por los estudiantes de 4° y 5° año de la carrera, en el marco de las asignaturas “Planificación y gestión comunitaria en musicoterapia” y “Ético y Derechos Humanos”.

Los alumnos Lucía Molinatto, Félix Genari y Margarita Sabbatini explican el sentido profundo de estas jornadas, la búsqueda de un re-pensar y problematizar las práctica de salud en un contexto de pandemia y encierro, sabiendo que (según lo establece la Ley de Salud Mental 26657) el año 2020 era la fecha límite para alcanzar como meta el cierre de los hospitales psiquiátricos debiendo ser sustituidos por efectores generales.

 

- ¿Qué significado le otorgan al término desmanicomialización?

- Para nosotros el concepto de desmanicomialización, funciona como práctica contrahegemónica. Desmanicomialización, no quiere decir “cerrar hospitales, quitar puestos de trabajo, que los usuarios vivan en la calle”, etc. Desmanicomialización, es pensar en salud desde una perspectiva antimanicomial y comunitaria. Creemos que es un término que viene a denunciar estos discursos y prácticas que generan retroceso y avasallan el ejercicio de derechos. Es interpelar la medicalización, por ejemplo, que construye poco a poco subjetividades estáticas y completamente arrasadas; la patologización de las desigualdades sociales, que establecen la existencia de una única forma de ser, de la normalidad; como también las condiciones de vida en las que se encuentran muchos de los usuarios y trabajadores. 

Cuando hablamos de desmanicomialización, uno de los lemas que más circula en esta lucha, es ¿que abrir para cerrar?.​   Cerrar no implica la destrucción de las instituciones manicomiales. Cerrar implica erradicar estas lógicas de encierro y segregación, comprometerse socialmente para dejar de psiquiatrizar y patologizar las desigualdades sociales. Implica la deconstrucción de los estigmas sociales y el aislamiento de la locura, lo distinto, lo desconocido. Y abrir, no sólo implica la emergencia de dispositivos sustitutivos que alojen y contengan a los usuarios de salud mental, desde una lógica antimanicomial con perspectiva de derecho. Implica también el cumplimiento de la Ley 26657, así como la implementación de políticas públicas para que el estado accione con respecto a esta problemática social en salud mental.

 

 

- ¿Cómo se debe llevar a cabo este proceso y que dispositivo reemplazaría al manicomio? 

- Creemos que no hay una receta o una sola forma de acompañar estos procesos. Sin embargo, apostamos al trabajo interdisciplinario, de manera que se pueda realizar un abordaje integral y complejo, descentralizando el poder y las jerarquías, para poner el foco en quién transita por dicho proceso

En cuanto a los dispositivos, como mencionamos anteriormente, vienen a funcionar como espacios alternativos o sustitutivos de estas lógicas asilares y de encierro. Cerrar los manicomios, implica poder abrir y dar paso a nuevas lógicas, que se desplazan desde lo disciplinar hacia el cuidado. Podríamos decir que son la acción o la manifestación concreta de un posicionamiento ético-político. 

 

- ¿Cuál es el objetivo de las jornadas?

- El objetivo principal fue poder generar estos espacios de construcción colectiva, para desencadenar procesos que impliquen la interpelación constante en las prácticas de salud, sobre todo considerando el presente contexto de emergencia sanitaria. Creemos que la pandemia ha dejado al descubierto (más que nunca) que es necesario problematizar desde dónde nos posicionamos para pensar en salud. 

 

- ¿Qué temas fueron desarrollaron?

- El eje transversal de las jornadas, fue re-pensar e interpelarnos sobre las prácticas de salud en el presente contexto de aislamiento. Podríamos decir que, a partir de ese eje, se desarrollaron otros temas inevitablemente vinculados, como la Ley de Salud Mental, las intervenciones desde el arte, las distintas problemáticas que atraviesan las corporalidades en el presente contexto, etc. Obviamente, los invitados, abordaron su experiencia desde lugares distintos y con diferentes modalidades (talleres, conversatorios, entrevistas, audiovisuales).

 

- Para sortear el contexto de aislamiento, ¿cuál fue la modalidad de participación este año?, ¿quiénes fueron parte de la jornada?

- La modalidad, por obvias razones, fue virtual. Usamos Instagram y Facebook para colgar publicaciones e informar sobre el cronograma, las mesas que estaban por comenzar, etc. Y utilizamos Zoom, Facebook Live y YouTube, para llevar a cabo los encuentros. Las entrevistas que fueron grabadas con anterioridad y las producciones audiovisuales, las subimos a nuestro canal de YouTube, mientras que los vivos se realizaron por Facebook y quedaron registrados ahí mismo.                

Hubo una gran diversidad de participantes. Desde estudiantes de la carrera, hasta médicos, talleristas, usuarios, musicoterapeutas, trabajadores de diferentes dispositivos, artistas, etc. Relevamos mucho la posibilidad de escuchar tantas voces, ya que es muy enriquecedor y nos invita constantemente a re-pensar-nos como trabajadores de la salud. Destacamos también, la importancia de encontrarnos con otras disciplinas, ya que desde nuestra posición, apostamos al trabajo integral e interdisciplinario. 

 

- ¿Cuál es el aporte desde la musicoterapia al proceso de desmanicomialización?

- La musicoterapia es una práctica que vincula arte y salud. Creemos que componer desde el arte, pone en evidencia una posible forma de práctica de libertad, donde quién crea o produce, se va moviendo por este territorio sin tener que cumplir con reglas o normas preestablecidas, con un deber ser.  Apostamos desde esta posición, a la posibilidad de habitar otras posiciones, nuevas formas de operar, nuevas formas de vínculo. Es en este sentido que pensamos en las singularidades de los usuarios, y por lo tanto, en procesos de salud.