La clínica en musicoterapia y los procesos de salud
Por Lucía Molinatto*
La musicoterapia, como cualquier práctica del campo de la salud, se ha desarrollado bajo distintos lineamientos y posiciones teórico-metodológicas. De esta manera, no podemos hablar de una práctica única y exclusiva, sino que musicoterapias, hay muchas.
En Rosario, emergió como licenciatura en el año 1995 en la Universidad Abierta Interamericana, siendo la experiencia estética, una línea de pensamiento desde la cual nos hemos afianzado como forma de abordar y transitar la clínica. De esta manera, reconocemos que la estética, por un lado, alude a un pensamiento y a un posicionamiento sobre las formas de vida que se configuran en el territorio del arte; y, por otro, a las transformaciones y a los cambios de posición, en tanto formas de ubicarse ante la vida, ya que es la experiencia estética la que posibilita nuevas formas de estar, ser, enunciar, percibir, etc.
Componer desde el arte, pone en evidencia una posible forma de práctica de libertad, donde quién compone, se va moviendo por este territorio sin tener que cumplir con reglas o normas preestablecidas, con un deber ser. Posición que deviene ética, en tanto no se instruye en un hacer a los/as usuarios/as, sino que co-construye con ellos/as.
Entonces, la clínica en musicoterapia puede ser comprendida como un territorio estético en donde se hace posible lo nuevo, siendo esta producción de novedad la que engendra nuevas formas de existencia y, por lo tanto, de subjetividades. De esta manera, la música no será pensada como un instrumento que produce determinados efectos en las personas, sino que los procesos de salud serán pensados como abiertos a lo posible. Es decir, aparece lo sano desligado de lo normal, lo bueno o lo malo, lo que nos permite descentralizar la práctica de la rehabilitación y el disciplinamiento como parámetro de salud.
Pensar la salud desde la estética, entonces, posibilita comprender lo sano desarraigado de un sistema que lo determine y estructure, pudiendo aperturar nuevas formas de ser, de vincularse, de operar, que sean múltiples y distintas de aquellas rígidas que producen padecimiento.
Estas nuevas formas, pueden ser llevadas a otros espacios y contextos, sustituyendo estos modos a los que llamamos disciplinantes (en tanto generan padecimiento) ampliando así, las alternativas de los/as usuarios/as. De esta manera, vemos cómo el pensar en salud implica un pensamiento complejo, multidimensional y amplio.
Como musicoterapeutas, lo que proponemos, es generar nuevas posibilidades que nos permitan enlazar dichas potencias con el cotidiano, celebrando el movimiento como criterio de salud.
*Alumna de la Licenciatura en Musicoterapia – Sede Rosario