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Armando De Giusti: "La profesión nos exige una permanente actualización"
En mayo pasado, Armando De Giusti, Presidente de la Academia de Ingeniería de la Provincia de Buenos Aires, firmó un convenio con el Consejo Federal de Decanas y Decanos de Ingeniería de la República Argentina (CONFEDI), acto que se concretó en instalaciones de la Universidad Abierta Interamericana (UAI)(Ver más del tema con un CLICK AQUÍ). En una entrevista posterior, el especialista reflexionó acerca del avance de la tecnología, las nuevas formas de aprender, y contó sobre su vida laboral y como docente.
Armando nació en Gualeguay (Entre Ríos), y vino a estudiar a Buenos Aires Ingeniería en 1968, con una beca que le otorgó esa provincia. "Elegí Ingeniería Electrónica y mi gran interés era la 'electrónica digital' y cómo funcionaban las computadoras", rememoró.
Así fue que, mientras cursaba el cuarto año de esa carrera, se volcó en paralelo a estudiar la carrera de Calculista Científico, "que era la que existía 'de Informática' en Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)", declaró. En 1973, ya con los dos títulos, ingresó al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) para hacer investigación en Sistemas Digitales.
"A partir de ahí he 'vivido' en la UNLP, participando en el desarrollo de la disciplina Informática en el país, de la creación de la Facultad de Informática en la UNLP y creando el primer grupo de I+D+I en Informática allí (Laboratorio de Computación en 1984, luego Instituto de Investigación y Desarrollo en Informática LIDI)", siguió. Entre otros tantos logros, y con un CV que llevaría muchas líneas de texto detallarlo, posee una titulación de Postgrado en Tecnología Informática aplicada en Educación, y múltiples cursos de postgrado en el país y el exterior de Electrónica e Informática.
- ¿Cuáles creés que son los principales cambios que vive hoy un estudiante en comparación con lo que vos viviste en tu época?
- Los cambios son los de la sociedad. Mi época de estudiante era “analógica”. La electrónica no utilizaba masivamente los transitores sino las válvulas de vacío. No existían los celulares. La TV era blanco y negro con 4 canales que para verlos había que tener unas antenas especiales en los techos. Los estudiantes estudiábamos con libros y hacíamos prácticas limitadas de electrónica, y muy complejas en Informática (la Universidad tenía un par de computadoras que son “históricas”, una de ellas una IBM 360 con 256 Kbytes de memoria y discos de 4 Mbytes… y era lo mejor del país). La distancia entre profesores y alumnos era muy grande y los que estudiábamos Electrónica éramos pocos, Informática menos y ambas carreras... casos muy extraños. Hoy tenemos alumnos muy informados, hipercomunicados, con una relación mucho más cercana a los docentes y con mucho más trabajo experimental, cercano a la labor profesional (tanto en Ingeniería como en Informática). Los alumnos quieren “aprender” porque saben que su destino profesional no depende sólo “del título”, sino de las habilidades que adquieran para resolver problemas concretos, tanto en Ingeniería como en Informática. En cierto modo es más “fácil” ser alumno hoy, pero al mismo tiempo es más “difícil” ser un profesional actualizado y competitivo en un mundo signado por el cambio tecnológico y por la velocidad de este cambio.
Marcelo De Vincenzi, Augusto Roggiero y Armando De Giusti en la firma de un convenio en la UAI.
- ¿Qué le recomendás a los más jóvenes que se lanzan a estudiar una carrera Tecnológica?
- Comprender que la tecnología cambia y nos obliga a estar actualizados. Ser un profesional en un área tecnológica significa satisfacciones/realizaciones y, al mismo tiempo, desafíos. Las “satisfacciones” pasan por resolver problemas concretos del mundo real y, muchas veces, generar nuevos productos o servicios que resulten importantes/útiles en el ámbito público o privado. Los desafíos pasan por saber que luego de alcanzar el título. La profesión nos exigirá una permanente actualización. Estar dispuestos a estudiar/investigar y mantenerse “al día” con los cambios tecnológicos y sus aplicaciones es interesante, y también difícil. Al mismo tiempo, una mirada positiva es que la formación profesional en áreas tecnológicas abre posibilidades laborales muy grandes, en Argentina, en el mundo y desde Argentina para el mundo.
- ¿Cómo cambió la forma de educar desde tus comienzos como docente hasta el momento?
- Hoy más que nunca “aprender” es más importante que “enseñar”. La velocidad del cambio en los conocimientos (en cualquier disciplina, pero especialmente en las relacionadas con tecnología) hace necesario “formar para el aprendizaje”. Creo que ha desaparecido la antigua “clase magistral” y, cada vez más, avanzamos en metodologías de aprendizaje activo, donde el alumno trabaja (presencial y a distancia) en el aula o laboratorio. Y también realiza su propia tarea de “autoaprendizaje” en forma asincrónica. Claramente, el aprendizaje basado en problemas es una línea que resulta atractiva para el alumno y también para la demanda profesional, lo mismo las prácticas profesionales en empresas y todos los mecanismos que ayudan a la motivación e interés del alumno por aprender, y al mismo tiempo ayudan a tener docentes creativos en la formulación de sus programas de actividades en los cursos. El desafío de “formar para la innovación” no es sólo un enunciado que refleja un objetivo lejano: el mundo de hoy requiere creatividad. Y en nuestras áreas la creatividad y la innovación significan valor agregado en productos y servicios. Por eso es muy valioso intentar “formar para la innovación” e incluir este objetivo en los que buscamos en nuestras titulaciones profesionales.
- ¿Cómo fueron tus comienzos en la vida laboral?
- Como expliqué anteriormente inicié mis actividades como Becario de CONICET a los 23 años, e ingresé a la carrera del Investigador a los 2. En Ingeniería fui Profesor de Electrónica General a los 25 años y en Informática me hice cargo del dictado de una asignatura a la misma edad. Me centré en la vida académica, entre Ingeniería y Exactas, comenzando una actividad de I+D+I en temas que relacionaban “ambos mundos” como los sistemas distribuidos de tiempo real y el diseño de procesadores asistido por computadora. De pronto emergieron los microprocesadores y fue un cambio disruptivo: en los sistemas de control automático, en la posibilidad de tener computadoras personales, en la integración de sistemas industriales clásicos con software, etc. Tener conocimientos de electrónica y software resultó una gran ventaja para mi vida laboral, tanto académica como profesional. Se consolidó la idea de resolver problemas concretos combinando “hardware y software”, y nació en el país la idea de que Informática podía ser una Ciencia, con aplicaciones de interés en el mundo real, aplicaciones que muchas veces se combinaban con otras ciencias y en particular con las Ingenierías. Mi vida laboral estuvo signada por el crecimiento de la Informática y la comprensión de su “transversalidad”, vinculando los algoritmos, los sistemas operativos, las redes y la ingeniería de software con problemas de áreas muy disímiles como la gestión de empresas o el control industrial. En mi actividad laboral (académica y profesional independiente) diría que nunca he dejado de aprender e investigar.
- Contá hoy en qué puesto de trabajo estás y cuál creés que es tu especialidad.
- Hoy soy el Coordinador de Postgrado de la Facultad de Informática de la UNLP. Asimismo sigo activo como Investigador y participo de diferentes proyectos acreditados en el país y en el exterior. Mis temas principales son los Sistemas Distribuidos y Paralelos, Tecnología aplicada en Educación y últimamente Transformación Digital. He dirigido más de 20 Tesis Doctorales en estos temas.
- ¿Qué responsabilidad conlleva ser el Presidente de la Academia de Ingeniería bonaerense?
- Es un desafío interesante. Fui incorporado a la Academia en 2011 y siempre he trabajado en la vinculación entre la Academia de Ingeniería y las Universidades. Ahora como Presidente trabajo con esta misma prioridad y tratamos de ser un vehículo de vinculación con los profesionales de la Ingeniería y los alumnos de las carreras de Ingeniería a través de Conferencias, Jornadas, Paneles, Publicaciones y en general todo lo que sea difundir las actividades de un Ingeniero y visualizar los problemas que enfrenta la Ingeniería en el país y en el mundo. La Academia es pequeña en número de miembros, pero valiosa por la experiencia de los mismos.
- Conocés la UAI y estuviste en mayo en una de sus instalaciones: ¿Qué opinión tenés de esa institución que ahora cumplió 30 años?
- Conocí la UAI hace muchos años, cuando realizó su primer evaluación institucional para ser acreditada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU). Siempre me llamó la atención su organización y el plan estratégico de desarrollo que tenía (y mantiene en el tiempo). Al recorrerla en los últimos años en diferentes encuentros académicos, he notado una gran seguridad en los objetivos institucionales y una integración notable con los estudios de Escuela Media y Universitarios de grado y postgrado. La presencia de la UAI en el contexto de las Universidades del país (en particular en relación con Ingeniería e Informática) es importante y en muchos casos es líder en metodologías educativas y curriculares. Creo que es una institución “viva”, en constante desarrollo y con una dirección académica con objetivos muy claros.