Dos miradas, una misma pasión: Guadalupe y Kiara cuentan cómo vivieron la experiencia de Restaurante Abierto
El miércoles 19 de noviembre, los estudiantes de segundo año de la Licenciatura en Gastronomía de UAI CESYT protagonizaron una nueva edición de Restaurante Abierto, un proyecto académico que replica el funcionamiento real de un servicio gastronómico y que, año tras año, pone a prueba todo lo aprendido en la carrera. Junto al Chef Docente Mauricio Polanco, los alumnos recibieron a 30 invitados y presentaron una propuesta culinaria inspirada en la Triple Frontera: Argentina, Brasil y Paraguay.
La velada también contó con un jurado de excelencia: Miranda D'Alonzo, Mario Taraben, Lucas Arriola y la Lic. Marisa Molina, quienes evaluaron técnica, creatividad, coherencia conceptual y ejecución. El resultado fue contundente: una experiencia con nivel profesional donde los estudiantes demostraron dominio en todas las áreas —diseño del menú, desarrollo de la carta, ambientación, servicio, producción y costeo— consolidando así los aprendizajes de sus primeros dos años de formación.
Entre los equipos que brillaron durante la noche, se encuentran Guadalupe Zusich y Kiara La Banca, quienes compartieron cómo vivieron este desafío académico que representa su primer gran encuentro con la cocina profesional.
Para Guadalupe, la jornada estuvo atravesada por una mezcla de adrenalina, emoción y responsabilidad. “Fue una experiencia muy intensa y al mismo tiempo hermosa. Sentía adrenalina y la sensación de estar rindiendo un examen en vivo. Cuando los invitados empezaron a llegar, sentí que todo cobraba sentido”, relata. Uno de los momentos más significativos ocurrió cuando vio a los comensales degustar las preparaciones: “Me emocionó muchísimo. Verlos probar, mirarse entre ellos y reaccionar a los sabores me llenó de orgullo”.
El eje de la noche —la cocina de la Triple Frontera— la inspiró especialmente: “Lo que más me motivó fue mostrar cómo estas tres cocinas se pueden fusionar sin perder identidad”, explica, haciendo referencia a ingredientes como el dorado, la mandioca, la carne argentina y toques frescos propios de Brasil. El trabajo previo, asegura, fue tan desafiante como formador: “Fue intenso, pero muy colaborativo. Alinear mise en place, tiempos y reparto de tareas fue clave para que todo fluyera”.
Sobre cocinar frente a un jurado de renombre, admite que la presión se sintió: “Fue un desafío enorme y un honor. Sabía que evaluaban técnica y sabor con mucha precisión, así que intenté mantenerme enfocada”. Esa noche, Guadalupe también se vio a sí misma en el lugar que sueña ocupar: “Me confirmó que este es el camino que quiero seguir y que puedo desenvolverme en una cocina profesional”.
Respecto a su formación en la UAI, destaca la importancia de la práctica constante: “Todo lo que aprendimos apareció durante el servicio: técnicas básicas, mise en place, estandarización, cálculo de rendimientos…”.
Y como cierre, comparte una de las anécdotas más emotivas: “Mi papá se emocionó al probar la crema paraguaya porque le recordó a un postre que hacía su abuela. Eso para mí fue muy especial”.
Por su parte, para Kiara, la actividad de Restaurante Abierto fue un punto de inflexión: “Esta experiencia fue muy intensa y formadora… Recibir a 30 invitados me hizo sentir segura de que estoy capacitada para trabajar en cocina y que es lo que me apasiona”. La sensación de ver a los comensales degustar el plato también la marcó: “Sentí una mezcla de orgullo y de querer saber si les estaba gustando lo que tanto nos costó hacer”.
Su inspiración, al igual que Guadalupe, surgió del propio territorio gastronómico de la Triple Frontera: “Me inspiraron las materias primas principales de cada país: el pescado de río de Brasil, la mandioca de Paraguay y el bife de costilla de Argentina”. Sobre el proceso de diseño del menú y la ambientación, Kiara destaca la atención al detalle: “Estuvimos en cada detalle, desde los colores de la ambientación hasta los colores de la carta”.
La presencia del jurado profesional también fue un aprendizaje central: “Pensaba que tenía que salir todo perfecto, pero cuando nos dieron su devolución entendí que lo importante no es la perfección, es la organización y el trabajo en equipo”.
En cuanto a su futuro, Kiara lo visualiza con claridad: “Sé que estoy capacitada para poder ser jefa de cocina y manejar una cocina”. Y sueña a largo plazo: “Quiero hacer mucha experiencia para en un futuro tener mi propio negocio gastronómico”.
A los estudiantes que vivirán la experiencia el próximo año les deja un consejo: “Prepárense con anticipación pensando en cada detalle: eso es lo que hace que Restaurante Abierto sea inolvidable”.
Restaurante Abierto no solo permitió a los estudiantes demostrar su dominio técnico, sino también asumir la responsabilidad de un servicio real, enfrentarse al público, recibir devoluciones profesionales y experimentar el ritmo de una cocina en funcionamiento.
Guadalupe y Kiara coinciden en algo esencial: esta instancia marca un antes y un después. Les permitió comprobar que lo aprendido en la UAI se convierte en herramientas reales, que la gastronomía exige organización tanto como pasión, y que cada detalle —desde la carta hasta el plato terminado— construye una experiencia memorable.
Ambas ya proyectan un futuro profesional prometedor, y esta noche fue, sin dudas, un paso firme hacia ese camino


