La enfermería a bordo
Jaime Guiamet es investigador del CONICET, integrante del ISHIR y dirige el proyecto “Proceso de Trabajo y Proceso de Salud-Enfermedad-Atención entre los Trabajadores de la Marina Mercante”, subsidiado por la Universidad Abierta Interamericana (UAI), institución en donde es docente. Jaime, junto a la Lic. Soledad Chocobar integran el Centro de Altos Estudios de Ciencias Humanas y de la Salud. Ella es Licenciada en Enfermería, especialista en Enfermería del Trabajo y es docente en una de las 28 Escuelas de Formación y Capacitación para el Personal de la Marina Mercante (EFOCAPEMM), donde se forman los marineros, auxiliares de máquinas, enfermeros y médicos para poder embarcar. Esta institución depende de la Prefectura Naval Argentina.
Inicios del estudio
Jaime Guiamet es antropólogo y en la UAI es docente en la carrera de Enfermería. Allí se encontró con Soledad Chocobar y unieron sus intereses: Jaime estudia, desde su formación doctoral, las condiciones laborales de la clase trabajadora, y Soledad es especialista en Enfermería del Trabajo y tuvo una experiencia laboral en la enfermería sobre barcos. El interés de Jaime de conocer cómo es el trabajo profesional de la salud estando arriba de un barco y el de Soledad de ampliar sus saberes en las condiciones laborales y profesionales, los unieron en este trabajo de investigación que ya tiene algunos avances.
Los primeros contactos con la investigación fueron a partir de realizar entrevistas en profundidad a los y las enfermeras de la marina mercante y en el análisis de fuentes. Guiamet y Chocobar localizaron dos ejes para comenzar el estudio: el marco legal incierto en el cual se desarrolla la actividad y las condiciones laborales de los y las enfermeras arriba del barco.
“La cuestión marítima, fluvial y lacustre, depende de la Marina. En nuestro caso la Marina es la Prefectura Naval Argentina, entonces es ella quien forma, habilita y controla el trabajo de civiles que se desempeñan en empresas privadas. La formación para ser Enfermero Naval consiste en un curso de cuatro meses destinado a enfermeros y enfermeras profesionales para adentrarse en las principales cuestiones que se vinculan con la navegación marítima” indica Chocobar.
Leyes que se contradicen
“La legislación existente está obsoleta” indica el Dr. Guiamet y agrega: “En el año 1945 se implantó el servicio médico en los buques de bandera nacional y se determinó que, salvo los que hagan transporte fluvial, todos los barcos deben llevar a partir de 30 tripulantes un enfermero, y a partir de 100 tripulantes un médico. Esa legislación contradice los estándares internacionales, el convenio del año 2006 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), al que Argentina adhiere, dice que en todo barco que navegue más de 3 días y que tenga más de 15 tripulantes, debe haber una enfermería, por lo tanto, tiene que haber un enfermero. Este convenio garantiza la atención médica a bordo, y el tiempo que se tiene que llegar a tierra, porque la atención tiene que ser similar a la que recibe cualquier otro trabajador. Supuestamente, en menos de ocho horas se tiene que poder llegar a tierra. A partir de lo que hemos registrado en las entrevistas con enfermeras y enfermeros, muchas veces ese tiempo se excedía totalmente”.
“Hay muchos grises en relación a la cuestión legal, cuestiones a las que Argentina quizás formalmente adhiere, pero no se cumplen en la práctica. Esta complejidad es producto de las diversas legislaciones que colisionan entre sí. Es decir, hay una Ley nacional de enfermería regulada por el Ministerio de Salud, que dice, por ejemplo, que los auxiliares de enfermería no podrían desarrollar tareas de enfermería profesional. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, desarrollaban tareas en los barcos como cualquier enfermero” indica Chocobar.
Independientemente del barco y del puerto donde zarpe, si se trata de un lago, río o mar que pertenece al territorio nacional argentino, solo tienen injerencias allí los ministerios nacionales. “Sin embargo, existen muchos profesionales de la salud que obtuvieron su titulación y navegaron durante años sin la matrícula nacional habilitante. Entonces todo termina siempre en la autoridad marítima, que es la que necesita hacer una integración, encontrar allí el punto de intersección entre todas las legislaciones vigentes. Porque el enfermero, al no ser considerado profesional en la organización del barco, termina discutiendo con oficiales que son formados para poner inyecciones y hacer suturas, pero no hay nada que los habilite. O con el capitán, que según su ojo clínico dice no, esto no es grave” explica la Lic. Chocobar.
Enfermeras a bordo
“Me llamaron para un pesquero, una factoría que salía desde Mar del Plata y cuando llegué al barco me encontré que la enfermería tenía una cucheta en la que íbamos a dormir la camarera y yo. Esa era la enfermería, no tenía camilla y estaba ubicada debajo de una escalera, lo que reducía mucho más el espacio de circulación. Había mucha medicación que no se sabía quién la iba a indicar y tampoco pudimos encontrar cuál era el origen. Había un libro de actas donde se registra manualmente la fecha, el apellido del tripulante y sus signos y síntomas y qué se le administró. Ante toda esa precariedad yo planteé que no iba a exponer mi matrícula y tantos años de academia para ese tipo de trabajo. El capitán hizo algunos planteos iniciales, como por ejemplo que yo no podía escribir nada antes de preguntarle y que cualquier situación que me vengan a plantear, se la tenía que contar” cuenta Soledad Chocobar y añade: “Me encontré con conflictos éticos, la privacidad del paciente, la autonomía de mi ejercicio profesional quedaba todo supeditado a la voz del capitán. Desde ya que me bajé del barco”.
Condiciones laborales precarias
La precarización laboral excede las condiciones del espacio, también hay una inestabilidad muy grande. Es mínimo el porcentaje de enfermeros y enfermeras que son efectivos de las empresas, la mayoría rota por marea, que duran entre 45 o 60 días más o menos. “El enfermero termina esa marea y tiene que presentar la renuncia a la empresa y después es contratado de vuelta. A nosotros nos sirvió mucho comparar este mercado de trabajo con por ejemplo lo que pasa con la industria de la construcción, donde son procesos temporales, está quien hace el hormigón, trabaja una cierta cantidad de meses, se va y justamente una colega antropóloga, Gretel Philipp, analiza que allí se generan procesos de recomendabilidad, que justamente los trabajadores tienen que hacer determinadas tareas y tener ciertas actitudes para ser recomendables y poder seguir manteniéndose en ese circuito. Muchas veces estas tareas y actitudes van en contra de sus incumbencias profesionales, como medicar sin una prescripción o privilegiar la productividad del barco por sobre las condiciones sanitarias. Además, nosotros registramos una dinámica de competencia laboral muy fuerte entre los propios enfermeros producto de esa precariedad” explica Guiamet.
Los investigadores indican que en las entrevistas salió a la luz la tensión constante que hay entre tratar de cumplir por parte de los enfermeros las normas de la manera más profesional posible y en las relaciones sociales y de poder que se da en el interior del barco. “También acudimos a la conceptualización de Goffman, donde los barcos son instituciones totales, en donde las jerarquías están bien delimitadas y, en palabras de las enfermeras y los enfermeros que entrevistamos, la enfermería se encuentra ahí en el medio, no es totalmente parte de la tripulación, no es parte de la oficialidad y no tiene ahí un ámbito de actuación propio”, indica el investigador del CONICET.
El porqué de la precariedad en cuanto a los espacios, a la inestabilidad laboral, a lo arbitrario en cuanto a lo legal, son cuestiones que aún no se conocen en profundidad y están siendo objeto de la investigación. Guiamet sostiene la siguiente hipótesis: “hay una tradición histórica de precariedad en los barcos, de violencia, de toda una épica, si se quiere, de poder aguantar esas condiciones vinculadas con la masculinidad. Entonces, poder desarrollar una profesión feminizada, como es la enfermería, en un ambiente así, ahí es donde entra en colisión. Yo creo que tiene que ver con que no se ha reclamado eso de una manera más articulada, no se ha podido desmontar ese entramado. Además, el control de la Prefectura en este sentido muchas veces refuerza este imperativo de la productividad y secundariza las condiciones laborales y sanitarias en los barcos”.
Estos primeros hallazgos sobre la cuestión contribuyen a abrir el camino para futuras investigaciones que profundicen en el proceso de salud-enfermedad-atención en contextos de navegación, ampliando la comprensión sobre el impacto del entorno laboral en la salud de los trabajadores embarcados y el rol clave que las y los enfermeros navales desempeñan en ese proceso.