Pos pandemia: desafíos y oportunidades de los procesos de internacionalización universitaria
Por Ariadna Guaglianone. Doctora en Ciencias Sociales y Secretaria de Investigación de la Universidad Abierta Interamericana.
Los procesos de internalización de la educación superior han cobrado relevancia, en las últimas décadas. La internalización constituye una oportunidad de brindar a los estudiantes y a las instituciones la posibilidad de adquirir competencias que les permitan integrarse dentro de las dinámicas de la globalización. La inclusión de la internacionalización en los objetivos de las instituciones tienen dos propósitos principales: contribuir a la formación académica que les permitan a los estudiantes adquirir las competencias para interactuar en un mundo cada vez más dinámico y globalizado; y posicionar a las Instituciones de Educación Superior (IES) dentro del mercado educativo mediante la construcción de un perfil internacional que pueda atraer recursos y prestigio.
A comienzo del 2020, el mundo se enfrentó a una nueva situación sanitaria: el COVID–19, que conllevaría a una modificación drástica del funcionamiento de la educación. Según el Instituto de Estadísticas de la UNESCO (2020), aproximadamente 1.600 millones de estudiantes de 191 países se encontraron afectados por la cancelación de clases presenciales en los distintos niveles educativos.
Los gobiernos y las IES, con el objetivo de garantizar la continuidad pedagógica y de mitigar el peligro de la deserción de estudiantes, desarrollaron políticas para adaptarse a la nueva realidad. Pedró (2020) denomina a la modalidad de enseñanza implementada en respuesta a la pandemia como “enseñanza a distancia de emergencia”. Se advierte que, los cambios producidos por la pandemia serán significativos en las universidades vinculados a la profundización de la revolución digital en los distintos servicios y procesos educativos. Particularmente, tendrá un fuerte impacto en los procesos de internacionalización de la educación superior vinculados a los procesos de movilidad académica.
La llegada del COVID–19 derivó en una serie de acciones vinculadas con el apoyo a la repatriación y bienestar de los estudiantes, profesores e investigadores varados fuera de sus países, a menudo en situaciones de angustia financiera y emocional. También, implicó el cierre de fronteras con la consecuente interrupción del flujo de la movilidad académica.
A pesar de las restricciones que produjo la pandemia, también se generaron nuevas formas de colaboración a partir de la virtualidad que permitió el intercambio de estudiantes, nuevas o existentes formas de colaboración entre docentes a través de la interacción con profesores y/o alumnos de otras latitudes. Estas formas de internacionalización en casa –que no reemplazarán las movilidades presenciales cuando puedan retomarse, sino que la complementarán– son estrategias para democratizar la adquisición de competencias interculturales.
También surgieron ofertas de webinars gratuitos que posibilitaron la interacción de profesionales de distintos lugares del mundo, iniciativas colaborativas como #Movingonline BID del Banco Interamericano de Desarrollo o OneHE que pusieron a disposición capacitaciones y repositorios gratuitos de herramientas para la enseñanza en línea. Asimismo, hubo una creciente oferta de charlas dadas por expertos de distintos orígenes y regiones sobre mejores prácticas y acerca del futuro de la educación internacional.
Este panorama permite pensar en el fortalecimiento de la educación transfronteriza, restando atractivo a la movilidad tradicional, al permitir que los alumnos puedan tomar cursos a distancia, permitiendo la movilidad virtual entre Argentina y el resto de los países. Es de suponer, que la movilidad académica se encontrará postergada de las agendas de las instituciones de educación superior hasta tanto las universidades no reinicien plenamente las actividades presenciales, y las condiciones de movilidad física no ofrezcan la suficiente seguridad para permitir flujos de movilidad académica internacional.
Solo a medida que la actual situación tienda a normalizarse, podrá hacerse una verdadera evaluación de lo ocurrido y saber qué desafíos y oportunidades deberán afrontar las universidades en sus procesos de internacionalización.