La paradoja de llamarse coronnial
En esta oportunidad Fundéu Argentina, ha decido sumar a su ciclo de ensayos "Pandemia: las palabras y los signos de estos tiempos" a la directora de la Licenciatura en Publicidad de la Sede Rosario, Virginia Beduino.
Beduino es licenciada en Comunicación Social (UNR), y magíster en Organización y Dirección de Recursos Humanos (Universidad Politécnica de Madrid). En su escrito aporta una palabra que resuena en los medios para nombrar a una nueva generación que se asoma.
Fundéu Argentina es un programa de la Fundación Instituto Internacional de la Lengua Española (FIILE), en convenio con la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) de España. Tiene como principal objetivo impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación de Argentina contribuyendo a cuidar la lengua, un valioso patrimonio cultural e histórico.
Mediante recomendaciones periódicas, pretende ser una herramienta que ayude a todos aquellos que utilizan el idioma en su actividad diaria en los medios de comunicación, las redes sociales y las nuevas plataformas digitales.
Tal vez se trate de un vicio profesional, o también dirán que es una práctica fuera de época, pero disfruto muchísimo de la lectura del diario en papel, especialmente los domingos. En eso estaba, unos días antes del inicio de la cuarentena obligatoria en Argentina, cuando me encontré atrapada en una nota dedicada a ellos: los coronnials, aquellos niños que están naciendo y nacerán en medio de la pandemia que enluta al mundo entero.
Desde diversas perspectivas y enfoques se categorizó a las generaciones a fin de agruparlas según expectativas, experiencias, valores, hechos históricos significativos y patrones de comportamiento. Así nos encontramos con la llamada generación perdida, la generación silenciosa, los baby boomers, la generación x, los incomprendidos millennials (generación y), y los más recientes centennials (generación z o iGen), además de todas sus derivaciones, que llevan consigo connotaciones a veces impensadas. El lenguaje es así, dinámico, y afortunadamente nos apropiamos de él y lo transformamos a partir de la realidad que se crea y recrea constantemente.
Si pensamos en lo vertiginoso de estos últimos meses, donde el COVID-19 se apoderó de la agenda, no es descabellado que se intente nombrar a la generación que está llegando: si de algo estamos seguros es que ya nada será igual.
Pero que se los bautice con el nombre de la pandemia… ¡me impactó de verdad! Tal vez porque me encuentro en medio de ella, transitándola, sintiendo sus efectos. Qué difícil es tomar distancia, alejarse para observarla, pensarla, juzgarla, sin considerar todo lo negativo que trae consigo: muerte, miedo, aislamiento, economías derrumbadas… Un reseteo del mundo que tuvo que apagarse, para lentamente volver a calentar motores y redefinir, con lentitud y nada de certezas, hacia dónde vamos.
Sabemos que los coronnials serán menos abrazados que las generaciones anteriores y estarán entrenados para el distanciamiento social. Estos niños, que están conociendo a sus abuelos por videollamada, asistirán a menos recitales, espectáculos deportivos masivos y eventos de gran convocatoria; ni hablar de su experiencia en las aulas presenciales. Este temor al contacto, se mantendrá ―casi con seguridad― por unos cuantos años.
Sin embargo, se plantea una paradoja que los transforma en una generación más consciente del impacto y las consecuencias de sus acciones en la sociedad. Ellos sabrán desde sus primeros años, desde sus más básicas interacciones, que no pueden cuidarse a sí mismos sin cuidar a los demás y al planeta.
Esta es una oportunidad histórica de connotar positivamente a esta generación, desde el discurso mediático y desde los ámbitos educativos, para que vinculemos a este nombre, coronnials, no ya con las consecuencias negativas que ha dejado la pandemia en el planeta, sino con la coronación de un cambio en la humanidad que se gestó a partir de ella.