Diversidad cultural

En una de sus visitas a Latinoamérica que el Papa Francisco realizó en 2017, puso de manifiesto en sus homilías la necesidad de mirar, “la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe, ella es signo de la gran riqueza que somos invitados no sólo a cultivar sino, especialmente en nuestro tiempo, a defender valientemente de todo intento homogeneizador que termina imponiendo —bajo slogans atrayentes— una única manera de pensar, de ser, de sentir, de vivir, que termina haciendo inválido o estéril todo lo heredado de nuestros mayores; que termina haciendo sentir, especialmente a nuestros jóvenes, poca cosa por pertenecer a tal o cual cultura. En definitiva, nuestra fecundidad nos exige defender a nuestros pueblos de una colonización ideológica que cancela lo más rico de ellos, sean indígenas, afroamericanos, mestizos, campesinos, o suburbanos”.

También el Dr. De Vincenzi en su último libro “Hacia una reingeniería de la vida”, sostiene que “educar adecuadamente al ciudadano es formar en valores cívicos, comenzando por el amor de sí y por el amor del otro, y siguiendo por la valoración de los derechos propios del hombre y de su carácter inalienable sea cual fuere el entramado cultural al que pertenezca. Es generar una actitud cívica respetuosa de la diferencia en el ejercicio y preservación de los derechos, para todos los ciudadanos, de igual manera y en la misma medida”.

Valorar la diversidad, comprenderla y respetarla es uno de los signos que debe prevalecer en  esta “reingeniería de la sociedad” por la que debemos bregar.