Graduado UAI hará una maestría en Rusia y se prepara con todo

"Estás entrevistando a un loco". Así se define, con gracia, Emiliano Hernán Vallejos (41), quien trata de resumir su multifacética personalidad: es abogado, profesor, colaborador en periodismo, competidor de combate medieval y -lo último que encaró- aprendiz del idioma ruso.

Emiliano es graduado de la UAI de la carrera de Abogacía y del Profesorado Universitario para la Enseñanza Media y Superior. Además de trabajar en una oficina y tener su propio estudio legal, donde ejerce su profesión, también es colaborador en un portal de noticias que apunta específicamente a la ciudad bonaerense de José León Suárez (Suarezciudad.com.ar).

Fue este último trabajo que lo motivó a aplicar a una Maestría en Periodismo en la Federación Rusa, que cursará en la Universidad Estatal de Pskov de manera presencial el año que viene. Nos contó cómo fue que se decidió por esa experiencia y cómo la consiguió.

De nuestra universidad dijo que mantiene un vínculo de afecto: "Tengo mucha historia con la UAI". "Debo tener una década metida en la UAI, formó parte de mi vida durante mucho tiempo y forma parte ahora, porque soy un profesional graduado allí", nos relató.

- ¿Por qué Rusia?
- Por varios aspectos. Uno, porque mis ancestros son de Rusia. Por otro lado, yo practico combate medieval que es un deporte que rescata el espíritu de los torneos del Medioevo. Peleás con armadura y armas que siguen un estricto reglamento para que no te lastimes. Ese es el deporte que está muy extendido en Europa del Este, especialmente en Rusia, Ucrania y Polonia, que son como el epicentro de ese deporte. Me interesó estudiar el idioma ruso a partir de interactuar con deportistas que admiro y aprecio, y con herreros de los cuales yo soy cliente. Me puse a estudiar un poco del idioma a partir de ahí. Me quedó un gran interés cultural por Rusia.

Emiliano vestido para competir en lucha medieval. (Foto: gentileza de Zaira Morket)

- ¿Cómo conseguiste la maestría?
- Sigo en las redes sociales a la Casa de Rusia, un centro cultural que depende de la embajada, y veo las propuestas culturales que hacen ahí. Empecé a ver unas charlas respecto de unos becarios argentinos que estudiaban diferentes carreras. Ya van a hacer casi un año que se me ocurrió que quizás podría aplicar. Tuve una serie de entrevistas. Una primera etapa más orientada a por qué Rusia y demás, por una cuestión más personal, y luego entrevistas un poco más rigurosas que tienen que ver con los intereses de cada uno y los antecedentes. Ahí pesó mucho mis carreras en la universidad, mi desempeño laboral y mis tareas como periodista en el portal. Eso pesó. Pasé la etapa de selección en la embajada rusa en la Argentina y mis papeles fueron allá. Los evaluó el ministerio de educación y evidentemente evaluó que estoy apto, que fue positivo y hoy en día me encuentro cursando el pre-universitario que es un intensivo del idioma. Si bien yo tengo una base, me falta bastante todavía como para no arrancar mi maestría poco preparado en materia de comunicación.

- ¿En qué ciudad vas a hacerla?
- En Pskov, es una ciudad pequeña, histórica, cerca de la frontera con Estonia. Con mucha historia medieval, por lo que por otro lado me gusta. Tiene un montón de componentes copados. Moscú y San Petesburgo son unas bestias de ciudades con un montón de historia, pero también la tranquilidad de que sea una ciudad pequeña me atrajo muchísimo.

- Igualmente va a recorrer...
- Esperemos que sí, esperemos que me den tiempo. Son bastante exigentes y hay que entenderlos. Porque una beca es un estudiante ruso menos en la universidad. Es una gran responsabilidad para uno poder devolver lo que ellos te están dando. Yo me lo tomo por ese lado. La prioridad es quedar bien yo, que quede bien mi país, mi universidad. Porque también estoy llevando un historial académico que ellos han evaluado como positivo. En sí conlleva una responsabilidad que hay que honrar primero que nada y después, si hay tiempo, sí se paseará. No se puede dejar eso pendiente, pero hay que cumplir primero por el deber.

- ¿Cómo evaluás la educación en UAI para lo que vino después?
- El saldo es positivo. Obviamente, como todo, ninguna institución del sistema educativo te da todas las respuestas para enfrentar la vida laboral. Te puede llegar a preparar para encarar las problemáticas. Y en ese sentido lo que me aportó la UAI fue un montón. La sensación al salir de la universidad era, en principio, no frustrarse. No darse por vencido y volver a las herramientas y profundizarlas. El abogado se tiene que formar todos los días, así que la universidad te muestra el camino y uno se tiene que formar. Ese camino la UAI me lo mostró de la manera iluminada para encontrar las respuestas a la problemática diaria y saber dónde buscar. En ese sentido, el aporte fue fantástico. Y el Porfesorado Universitario fue genial, me abrió la cabeza. De hecho terminé dando clases de posgrado que nunca me lo hubiese imaginado. Fue fantástico, tuve grandes profesores.

Emiliano vestido para competir en lucha medieval. (Foto: gentileza de Zaira Morket)

- ¿Cómo conociste lo del combate medieval?
- En el 2016, en zona sur se hacía la feria medieval Valherjes, un grupo de combate medieval y recreación histórica. Fui de casualidad y me pareció fantástico el lugar, la ambientación, me pareció como transportarme a otra época. Empecé a escuchar unos ruidos a chapa en el fondo y me acerqué a un tumulto de gente y vi el torneo de combate. Gente dándose con todo: espadas, hachas, armaduras y demás. La verdad es que lo que primero que pensé es 'quiero hacer esto'. Yo no hacía deporte. Soy grandote, tenía sobrepeso. Hoy en día no te digo que estoy en alto rendimiento, pero estoy bien, voy al gimnasio, me cuido en la comida... Todo en función de esto. Cambió mi vida para siempre.

- Qué bueno encontrar algo que, ya de grande, te apasione tanto y te haga cambiar el estilo de vida.
- Totalmente. Cuando uno hace una vida que no está ligada al deporte y esos compromisos para el autocuidado son como relativos, como que uno se asusta solamente cuando tiene que ir al médico y te dice 'mirá...'. Y encontrar algo que te motiva a modificar tu modo vivendi, porque en realidad es así, y además, identificar que estás haciendo cosas que a la larga te van a hacer daño. ¿Entendés? Uno termina dándose cuenta de eso y dice: 'Esto no'. Amo la pizza, las milanesas, la birra, pero sé que no me sirven para esto. Tuve que modificar todo y fue para bien.