“Me quedé en UAI por los valores y principios que transmite”

Ricardo Rojas es un graduado destacado de la Universidad Abierta Interamericana. Terminó de cursar y al año siguiente comenzó la pandemia, por lo que tuvo que armar su propio estudio jurídico.

Fue medalla de oro 2021 y distinción a la excelencia académica 2019, otorgada por la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UAI. Nos comunicamos con él para que nos cuente más sobre su vida.

¿Por qué elegiste la UAI para estudiar?

Con sólo 17 años, lleno de inseguridades y siendo el primer integrante de la familia con el privilegio de poder terminar el colegio y seguir estudiando, tenía en claro dos cosas: quería estudiar y quería hacerlo en una facultad privada. Algunos conocidos me decían “estás loco, tenés que ir a la UBA. No es lo mismo recibirse en la UBA que en una facultad privada”. No les hice caso, mantuve mi decisión. Seguramente porque soy de los que piensan que al colegio y a la facultad se va a estudiar, no a hacer política ni nada por el estilo. A esa edad, entendía que la facultad privada me iba a brindar cierta seguridad y tranquilidad en ese aspecto. Estaba convencido que, una vez egresado, nadie mi iba a preguntar dónde me había recibido. Y, en caso que me lo preguntasen con cierto tinte negativo, yo iba a compensar eso graduándome con las mejores notas posibles.

Consecuentemente, dentro de las posibilidades económicas de mi familia y la cercanía con mi hogar, elegí la UAI. Creo que no me equivoqué. Desde el examen de ingreso, me sentí como en casa. Los docentes, autoridades y bedeles siempre fueron muy cálidos y atentos conmigo. Eso lo agradezco. Pero, por sobre todas las cosas, lo que más me gusto de la Universidad es su sistema pedagógico sustentado en valores. La UAI forma académicamente buenos profesionales, pero también excelentes personas. Podría decirse que elegí a la UAI por cercanía, pero me quedé por los valores y principios que transmite.

¿Por qué decidiste estudiar Abogacía?

Realmente no lo recuerdo. Siempre supe que iba a estudiar. No sabía bien qué. Pero que iba a tener un título… eso lo tenía bastante claro.

Tengo padres que siempre me inculcaron la importancia del estudio. Todo lo que soy, lo soy gracias a ellos. Mi mamá Graciela hizo nuevamente la escuela primaria a la par mío. Todas las tardes, después de merendar, se sentaba a mi lado para ver si tenía tarea. Siempre me recomendó estar al día con los deberes, aprovechar el tiempo, ser previsor. Ella tuvo mucho que ver en mi formación académica. Asimismo, debo decir que siempre tuve excelentes profesores de Lengua y Literatura que me despertaron el amor por la lectura. De ahí que empecé a inclinar la balanza para el lado de las palabras. Me preocupé por redactar bien, por no tener faltas de ortografía, por saber argumentar. Y las palabras son, justamente, el material de trabajo del abogado. Los abogados, cuando trabajamos de abogados, interpretamos normas jurídicas (palabras) a la luz de las conductas.

La verdad es que no hubo un detonante en la elección de la carrera. Supongo que en ese momento pensaba que, siendo abogado, podía abarcar un gran espectro de posibilidades de trabajo ya que el Derecho rige hasta el mínimo detalle de nuestras vidas. No lo sé… lo único que puedo afirmar es que ese octubre de 2013 fui a las oficinas de la UAI completamente convencido de lo que estaba haciendo.

¿Dónde estás trabajando actualmente?

Todo lo relacionado con el ámbito laboral me fue mucho más cuesta arriba de lo que podía imaginarme. Tenía proyectos e ideas que no se concretaron; personas que prometieron mucho y cumplieron poco. Recuerdo que el último examen final de la carrera lo di el 23 de diciembre de 2019. Decidí descansar durante el verano y, a los pocos meses, nos topamos con la pandemia. Si bien todos nos vimos afectados en algún aspecto de nuestra vida, considero que al abogado recién recibido lo impactó de una manera muy particular: muchos estudios jurídicos cerraron y lo que se conocía como “patear tribunales” ya casi no existe. Consecuentemente, se acotó la demanda de nóveles profesionales. Busqué un trabajo fijo y estable, pero no lo encontré.

Una noche estaba en mi departamento ubicado en San Juan y Boedo, pensando qué sería de mi futuro laboral y profesional. Y, de golpe, me decidí: esa misma noche saqué los muebles a la calle y armé allí mi propio estudio. Me asocié con un amigo que estaba en una situación similar y emprendimos un nuevo camino. Nos inclinamos por hacer Derecho Laboral y Sucesorio. Únicamente eso. Creemos que lo mejor es hacer cosas puntuales, pero hacerlas bien.

No voy a mentirles. No es lo que tenía pensado desde un comienzo. No tengo la estabilidad que brinda un empleo fijo. Pero tengo fe que la cosa va a mejorar.

Sin perjuicio de ello, luego de tantas pálidas, tuve el privilegio de conocer al Sr. Pablo Calderaro (personalidad destacada en el ámbito de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires y titular de la Asociación Civil Alfonso Farías –Casa Vela, Parque Patricios-) quien organiza todos los 1 de diciembre el tradicional 2KMxSIDA. De este modo, busca concientizar a través de la música y shows en movimiento. Le estoy muy agradecido a él y a su equipo, porque inmediatamente me convocó a su equipo de trabajo. El abogado que realmente ama su profesión, siempre persigue un ideal de ayuda social. Si todo se resume al dinero, si solo vemos al cliente con un signo pesos en la frente, no estamos honrando la profesión.

¿Qué es lo que más te gusta de ejercer la abogacía? ¿Qué rama elegiste?

Sin ninguna duda, lo que más me gusta de ejercer el Derecho es la posibilidad de ayudar al otro.

Cuando un cliente viene a visitarnos, lo hace porque realmente tiene un problema que está afectando su vida: ya sea porque falleció un familiar, tuvo un accidente vehicular, discutió con su empleador, se peleó con su pareja, etc. El abogado, quien sabe que la relación no nace en un plano de igualdad y tiene el conocimiento científico para ayudarlo, nunca debe aprovecharse de tal situación.

Recalco este punto porque, a lo largo de estos años, me he encontrado con un abanico diverso de actitudes en mis colegas. Yo prefiero actuar como realmente lo siento. El dinero va y viene, pero el buen nombre nunca debe mancharse.

Como expresé anteriormente, me incliné por realizar Sucesiones y Laboral. El Derecho Sucesorio, tiene la ventaja de la carecer de plazos de prescripción y, salvo falta de acuerdo entre herederos, no hay una contraparte a la que uno deba enfrentarse. Por lo tanto, es una excelente rama para iniciarse. Sin perjuicio de ello, mi verdadero amor es hacía el Derecho del Trabajo. Disfruto mucho de ayudar al trabajador y que éste se vaya contento con mis servicios. Sólo represento a la parte trabajadora; y me permito elegir si tomar el caso o no. Es decir, únicamente represento a trabajadores que realmente han sufrido un perjuicio y un desmedro en sus derechos y merecen que se les brinde un apoyo. 

Paralelamente, mi deseo es dedicarme a la docencia. Espero siempre tener las puertas de la UAI abiertas para que eso se efectivice.

¿Qué le recomendás a los alumnos que están comenzando la carrera?

Al alumno que está iniciando sus estudios le daría los siguientes consejos:

Organización: es indispensable, al momento de anotarse en una carrera, familiarizarse con el plan de estudios y analizar las correlatividades. Particularmente, yo me senté el primer día de clases y organicé la carrera en seis años; y cumplí con ese plan desde el primer final hasta el último.

Pero esa organización no solo debe darse dentro de la Facultad, sino que hay que extenderla hasta el último detalle de la vida diaria. Una persona que quiere rendir académicamente, debe cumplir con ciertas horas de descanso, debe alimentarse adecuadamente y debe tener tiempo de esparcimiento. Asimismo, tiene que dedicarle varias horas del día a las actividades que la carrera exige. El día es largo, organizándose adecuadamente se puede hacer todo.

Sin sacrificios, no hay beneficios. Hay que dejar cosas de lado, es cierto. Nadie dice que sea fácil... Pero con el paso de los años uno se da cuenta que no “pierde” tiempo estudiando, sino que lo “invierte” en su futuro.

Estudiar con tiempo: yo aconsejo comenzar a estudiar para un examen quince días antes del mismo.

Prepararse para una evaluación no es simplemente memorizar, volcar palabras en una hoja y olvidarse de todo al otro día. Eso no sirve para nada. Los conocimientos tardan un tiempo en asimilarse y acomodarse de tal forma que puedan ser vertidos en un examen. Estudiando un día antes, podrás “zafar” una vez, pero nada más que eso.

Ahora bien, esos quince días son únicamente para ir acomodando las ideas en la cabeza. No implica dejar de lado la materia y ponerse al día dos semanas antes. Por el contrario, el alumno debe seguir cada materia día a día, de modo que antes del examen sólo tenga que emprolijar el material y estudiarlo.

El Derecho no se “aprende”, se “aprehende”. Se convierte en parte de uno, se hace propio.

Entender el Derecho como un todo: muchos alumnos cometen el error de estudiar cada materia como compartimentos estancos. Eso está mal. El Derecho es una Ciencia compleja que, si bien abarca diferentes ramas, siempre debe concebirse como un todo. Cada una de sus vertientes, con particularidades propias, tienen aspectos comunes que las entrelazan.

Voy a tomar un simple ejemplo: La República Argentina, como Estado independiente, tiene un Derecho interno (Civil, Penal, Laboral, Sucesorio, etc), pero también reconoce a través de su Carta Magna (Derecho Constitucional) una normativa externa (Derecho Internacional de los DDHH) que armonizan la relación con sus pares en la región (Derecho de la Integración).

Así como no puedo concebir al país aislado del resto del mundo, tampoco puedo entender al Derecho en partes. Es un sistema, una complejidad.

Insertarse en el mercado laboral: les recomiendo que, en cuarto o quinto año de la carrera y para el caso de no estar trabajando en algo relacionado con el estudio cursado, comiencen la búsqueda de algún trabajo afín.

No es lo mismo buscar trabajo cuando uno está estudiando, que hacerlo cuando uno ya se recibió. Las exigencias que le solicitan al graduado, son mucho mayores a las que le exigen a un alumno que está cursando las últimas materias; por lo que es mucho más fácil que puedan encontrar un buen trabajo mientras están finalizando sus estudios. Lo digo por experiencia: si se les da la oportunidad de un buen empleo mientras rinden las últimas materias, no dejen pasar el tren.

Para concluir, más allá de lo que decidan estudiar, de cómo se organicen y cómo afronten la carrera, el mayor y más sentido consejo que puedo darles es que disfruten de su paso por la Universidad. Es una etapa hermosa, que pasa rápido. Se sufre, se llora, se padece; pero también se goza y se añora.

Estudien lo que quieran, pero estudien. Tarden cinco, seis, siete años en recibirse. Nadie los corre. Tarden lo que tengan que tardar, pero nunca bajen los brazos. Sarmiento decía que “…todos los problemas son problemas de educación”. No tengo dudas que es así. Estudien… es la única manera de sacar al país adelante.