Una experiencia única en la Universidad de Salamanca
Osvaldo Heguy (47) es abogado, graduado de la UAI en 2016, y desde 2017 hasta el 2019 fue docente en la UBA. Con estudio propio, también trabaja en una empresa de servicios, donde ejercita la parte legal y otra parte técnica, ya que requiere de habilitaciones. "Estoy tanto en la parte legal, de conflictos laborales como tiene cualquier empresa y, a su vez, las habilitaciones que requiere un manejo más administrativo, que pueden ser habilitaciones tanto para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como para la Provincia", clarificó.
Hace muy poco tuvo una experiencia de lujo: fue a estudiar a la Universidad de Salamanca, en España, a realizar una especialización; y terminó exponiendo para cientos de colegas sobre un trabajo de su autoría. "Uno no deja de estudiar, y siempre digo que es más importante ser alumno que graduado, porque se mantiene en permanente actualización, y esas son las bases que uno ha tenido y ha adquirido, después de tantos años en la universidad", destacó.
- ¿Cómo fue tu experiencia en España?
- Realmente increíble porque nació de la propuesta de una colega, también graduada de la UAI, en la cual me dijo si me interesaba que hagamos una especialización allí. Por los tiempos y la parte económica, como todos los que vivimos en este país, se me hacía un poco difícil. Siempre mirándolo de reojo, con ayuda también de mi familia, en muy poco tiempo pude resolverlo y me admitieron como alumno de una de las tres universidades más importantes de Europa, fundada en 1218. Logré hacer una especialización en Contratos y Daños, estuve un mes y medio con colegas de Latinoamérica y Europa, alrededor de 300 personas en nueve especializaciones diferentes, para lo cual tuvimos docentes con una calidad muy importante.
Hemos adquirido conocimientos, una experiencia que muy pocas personas tienen la suerte de tenerla. En mi caso, se sumó una aprobación de un escrito de mi autoría para poder exponerlo en el principal auditorio de la universidad, delante de 150 colegas. También me dieron una certificación por expositor. Al finalizar la especialización nos entregaron el primer diploma y hoy en día ya tenemos un segundo que remite al trabajo final, exigido para obtener el título mayor que tiene validez en la Unión Europea con el sellado de La Haya. Ya somos salmantinos graduados en la Unión Europea, con validez en Argentina, y eso creo que es un orgullo que a veces me cuesta terminar de creer. Pero siempre vuelvo a las raíces, y a recordar esos tiempos de noche en los pasillos de la UAI, consultando a los docentes, las frustraciones de no poder aprobar una materia y la perseverancia que me llevó hasta allí.
- ¿Cómo fue la cursada?
- Es muy intensiva la especialización, porque los dos primeros días son cinco o seis horas de cursada para lo cual es muy exigente, porque uno tiene que estar en el aula. Si uno no está allí, empieza a perder cosas. Hay tanta cantidad de gente y tanto contenido, tan intensivo, que uno tiene que estar casi clavado en el asiento como para no perderse nada. Luego del segundo o tercer día uno se empieza a dar cuenta que a la facultad entrás a las 8 y media de la mañana y te terminás yendo a las 22.40. Hay actividades, conciertos, actividades deportivas para hombres y mujeres, visitas guiadas y paseos... Entonces, uno nunca deja de estar vinculado todo el día en la parte académica y en todo lo que eso conlleva.
-¿Qué te llevó a estudiar abogacía?
- Yo creo que siempre lo tuve, pero nunca creí que pudiese ser abogado. Fue primero un proceso en el que el convencimiento lo tuve que materializar presentándome en la UAI. Cuando ingresé tenía un prejuicio grande, porque no venía de familia de abogados, sino de periodistas. Por mi sangre corre periodismo. Pero cuando entré a la carrera me di cuenta de la nobleza y de los límites que nos inculcaron los profesores, para que ninguno de nosotros creamos que íbamos a ser los mejores conocedores de la norma o la ley sin el conocimiento necesario. Esa humildad iba con mi perfil y me gusta someterme a la autoridad, a la formación que uno requiere. Eso me hizo ver los docentes de talla mayúscula y, desde la primera o segunda materia, me he enamorado de la carrera. Más allá de las frustraciones que pasé con notas muy malas. Mi real vocación estaba en el derecho. Esa sangre de periodista que viene de mi papá, mi mamá y mi hermana, hoy también tengo la suerte de poderla fusionar haciendo análisis jurídicos en radio y televisión, desde el lado de la ley. Logré darle el moño justo a todo ese conjunto.
- Contame más de eso...
- Toda mi vida me crié dentro de un teatro o canal de televisión, dado que mi padre fue jefe de prensa de los teatros de la Avenida Corrientes, productor de un programa emblemático como "Sábados continuados", con Pipo Mancera. Esa época de radio y televisión en la que siempre tuve la mano de mi padre para estar ahí, viendo gente del espectáculo, etc. A los 18 años, graduado del secundario, manejaba la parte de asistencia de dirección de toda la programación de Canal 9, luego pasé a Canal 7 y estuve viviendo en México trabajando para la TV Azteca. Después volví a la Argentina a trabajar en radio y TV, pero se fue desvirtuando y me volqué más a la parte académica. Pero siempre mirando de reojo las cosas y nunca soltándolas. Me dije que la profesión de abogado la iba a poder someter a ese vínculo con la prensa. Hoy tengo la posibilidad de haber estado en A24, notas para CNN Argentina y radios del interiod del país. El periodismo muchas veces es poner la cara frente a situaciones que no son fáciles y eso me ayudó, no solamente con la docencia, sino a querer cada día más: en el periodismo, en el derecho, la docencia y la parte académica. Casi como querer ser un animal del derecho y conocer cada día más.
- Es muy bueno que hayas podido conjugar ambas cosas.
- Totalmente. Yo perdí a mi papá en el 2020 y creo que es el mejor homenaje que le puedo dar, conjugar todo en ese esfuerzo. Cuando uno hace lo que le gusta, deja de ser trabajo. Son las 7 de la mañana y estoy despierto, y son las 11 de la noche y salgo de dar clase. Eso no me produce ningún tipo de estrés, sí cansancio, pero no deja que me genere malestar.
- ¿Recomendarías la UAI a otras personas?
- Sí, de hecho lo hago. Me parece que, viendo los programas, la calidad de los docentes, la calidad de apoyo y, principalmente, la parte humana, creo que a la exigencia no hay que escaparle, hay que enfrentarla. Buscar hoy en día, en este contexto social, atajos o caminos más fáciles como para llegar a tener una salida laboral... no. Esta mirada tiene que estar basada en el conocimiento muy profundo. Eso solamente lo da la exigencia que, al menos desde mi experiencia, la tuve en UAI. Sortear los obstáculos. La UAI es un excelente camino para tomar un desafío que es sumamente enriquecedor para el futuro de quien quiera ser profesional.