Debate en Espacio Clarín sobre la toma de decisiones
El decano de la Facultad de Psicología de la UAI, Fernando Adrover, volvió a Espacio Clarín por sexto año consecutivo a brindar una charla sobre un un tema muy debatido en Psicología: ¿cuán racionales somos en la toma de decisiones”. Ante un auditorio lleno, el licenciado expresó que ha habido un larguísimo debate respecto de si transcribimos nuestras formas de pensar y razonar. “Una cosa es que como cultura hayamos construido y desarrollado la lógica y otra cosa es que como seres individuales la incorporemos y apliquemos”, señaló.
Para él somos un grupo que tiene que tomar decisiones en tiempo real comprendido por una inmediatez que imposibilita tener en cuenta todas las posibilidades y las opciones para, en base a eso, definir cuál sería la decisión más correcta. “Hay otra racionalidad, una racionalidad adaptativa que dio lugar a una serie de estrategias que tienden a simplificar la cantidad de información que tenemos que tener en cuenta al momento de tomas decisiones, que tienden a evitar la sobrecarga cognitiva y son buenas estrategias, por algo las tenemos incorporadas”, argumentó.
La charla estuvo moderada por el periodista Martín Dantas, quien le preguntó si esas estrategias nos ayudan a tomar mejores decisiones, a lo que Adrover respondió: “Generalmente son estrategias que tienden a acertar más veces, por eso se incorporaron en nuestro genoma del desarrollo de la mente. Nuestra mente tiende a simplificar y cuando lo hacemos nos negamos al resto de la información entonces esa información que estamos dejando de lado son todos datos que tendríamos que haber considerado si hubiéramos seguido, por ejemplo, un patrón estadístico o un razonamiento a la manera de lo que es el teorema de probabilidad de Bayes. Somos mejores estableciendo probabilidades cuantos más factores relevantes que determinan un fenómeno tenemos en cuenta y cuando podemos ponderar en qué medida cada uno de esos factores que determinan un fenómeno, interactúan entre sí. Pero eso es complejísimo, un cómputo enorme, por eso nuestra mente tiende a simplificar. Nuestra mente plantea un atajo. Cuando lo seguimos es como que nos ponemos anteojeras. Dejar de lado información genera sesgos sistemáticos, ciertos errores”, explicó.
A modo de ejemplificar lo anterior, Adrover se refirió a la economía del comportamiento donde muchas veces un político se autoconvence de poder cambiar las cosas y toma decisiones en base a eso, pero sin tener en cuenta que existen factores externos que pueden influir en que sus objetivos no den el resultado esperado.
“A veces tomamos decisiones siguiendo un mecanismo de nuestra mente que es captar patrones. Somos muy buenos reconociendo patrones; coincidencias por ejemplo que quedan en nuestra memoria. Tiempo después, ocurre lo mismo: pasa esto, pasa aquello. Difícilmente nuestra mente, si lo hemos recordado, no deje de detectar que hay ahí un patrón, que puede ser meramente casual. La idea de casualidad o de azar, es una idea que no está naturalmente en nuestra mente. Nuestra mente es tremendamente finalista, piensa que todo tiene una razón de ser, un sentido, una explicación causal. Tendemos a relacionar hechos y desechar casualidades. Detectamos correlaciones ilusorias. El azar es algo que construyó la episteme científica”, aseveró.
El especialista habló también del “sesgo confirmatorio” que establece que una vez que el ser humano crea una hipótesis explicativa, solamente tiene en cuenta la información que va en el sentido de la hipótesis. “Solamente tenemos en cuenta los casos que apoyan nuestras hipótesis y casi nunca los casos que las refutan. Una persona que concibe por ejemplo que tiene sueños premonitorios, sueña todas las noches. Y si se levanta un día y no suceden las cosas que soñó la noche anterior, no refuta su tesis de que tiene sueños premonitorios, pero si cuatro años después sueña algo que se parece a algo que pasó en la realidad, eso va a confirmar la hipótesis. No va a considerar todas las veces que sueña y no pasa nada”, afirmó.
Por último, explicó cuánto influye en el razonamiento humano la religión y la cultura. En esa línea, aseguró que la religión “es justamente un sistema que le otorga sentido a lo anterior, donde las cosas no suceden por casualidad”. “La mayor parte de la gente cree en algún tipo de sistema de trascendencia que le da sentido a las cosas y eso es muy bueno, porque a veces detectar correlaciones y ver la crudeza de las cosas que pasan tiene cierta aridez”. Para concluir habló sobre cómo influye la emoción en la toma de decisiones y dijo: “Existía un preconcepto de que la razón y la emoción eran dos cosas distintas. A veces las decisiones las tomamos por emociones impulsivas y luego la razón intenta argumentar tal acción. El comportamiento es un todo”.