Educación para la superación

Nota de opinión de Hernán Cuñarro. Abogado. Magister en Derecho Administrativo. Graduado del Profesorado Universitario para la Educación Secundaria y Superior de la UAI.

Algunas semanas atrás, defendí mi tesis elaborada con el fin de concluir mi carrera universitaria de profesor Universitario.  Dicha conclusión me permitió reflexionar sobre mi elección de carrera, mi camino hasta aquí y la razón por la que disfruté tanto el proceso. Las respuestas no demoraron en llegar: Recordé a mis excelentes profesores, el apoyo continuo de la universidad y las personas maravillosas que conocí en el camino. Pero, sobre todo, reconocí que la educación, especialmente la universitaria, transformó mi vida. Como supo expresar Freire: “el cambio es difícil pero posible, y la educación, en todas sus formas y a cualquier edad, es el camino hacia ese cambio.”

Mi experiencia universitaria comenzó en 2002.  Ser el primero, en mi familia, en inscribirme en una carrera universitaria fue motivo de gran orgullo. Desde el primer día, la universidad me sumergió en un mundo completamente nuevo y desafiante.

Al graduarme, me encontré con un panorama laboral diferente. Trabajé en el sector de las telecomunicaciones y más tarde completé un posgrado en Derecho Administrativo Está especialización me abrió las puertas para trabajar en una importante empresa distribuidora de gas natural.

Al decidirme por el profesorado, mi objetivo era convertirme en agente de cambio. Si la educación había transformado mi vida de esa manera, estaba convencido de que podía transmitir esa experiencia a otros.

Empecé a dar clases con entusiasmo. Mi primera experiencia fue en el Instituto Superior ASIMRA. Disfruté cada momento frente a los alumnos, quienes, con su dedicación y entusiasmo, confirmaron mi elección vocacional. Luego, tuve la oportunidad de enseñar en los Institutos de Formación Técnica Superior de la Ciudad de Buenos Aires (IFTS), donde pude apreciar el valor de la educación continua y su capacidad para transformar vidas.

Mis alumnos me desafiaron a crecer como profesional y a profundizar mis conocimientos en derecho para impartir clases de calidad. Además, me sorprendió la diversidad de edades y experiencias en el aula, reflejando la tendencia global hacia el aprendizaje a lo largo de toda la vida.

La educación, sin duda, ha sido un pilar fundamental en mi vida y carrera profesional. Ha sido mi herramienta para superar obstáculos y alcanzar metas que antes me parecían inalcanzables. Estoy convencido de que, con pasión y determinación, cada persona puede lograr cosas extraordinarias. El mundo actual demanda habilidades y herramientas que podemos encontrar en la educación tradicional.

A pesar de que enfrenté desafíos y obstáculos en el camino, aprendí a no rendirme ante la adversidad. La educación tiene el poder de llevarnos a lugares que ni siquiera imaginamos. Yo soy un ejemplo de ello.