Criptomonedas, los negocios digitales, la guerra y el FMI
Por Santiago Tamous*
Hace más de una década surgieron los activos creados a partir de cadenas de bloques. Shatoshi Nakamoto creó el Bitcoin, primer cripto, el 31 de octubre de 2008. El 12 de enero de 2009 se realizó la primera transacción con un precio de 0,00076 dólares por Bitcoin, y ya el 22 de mayo de 2010, 10 mil Bitcoins fueron utilizados para pagar 2 pizzas por 42 dólares (0,0042 dólares por Bitcoin), lo cual significó una suba del 452%. En julio de ese año, Mt.Gox inicia sus actividades como Exchange de Bitcoins, el mercado comenzaba a ampliarse.
Es durante el año 2011 que se crea Litecoin, segunda cripto, y luego la seguirían miles hasta llegar a la actualidad donde cientos de proyectos se agregan a la oferta de activos digitales respondiendo a una demanda creciente de alternativas de posicionamiento de fondos con una sustitución no solo de las monedas nacionales sino del sistema financiero convencional generando una respuesta regulatoria, aun de difícil aplicación por la naturaleza digital del proceso evolutivo del sector.
¿Qué factores han determinado esta evolución?
La posibilidad de avance ha estado directamente vinculada a la tecnología, la capacidad de procesamiento indispensable para la expansión del mundo de contratos inteligentes, las redes interconectadas de alcance global con velocidades de transmisión de datos actuales, la evolución en la programación junto con un indispensable progreso en la educación en estas áreas por muchos emprendedores tecnológicos que día a día innovan, ya no en criptos sino en desarrollo de un conjunto de alternativas, desde contratos a futuro sobre ellos hasta tokens como los NTFs (non fungible token) por medio de los cuales podemos adquirir una imagen o un doble de un equipo de básquet publicado por la NBA.
Complementariamente, la orientación de capitales en base a retornos sobre inversión extraordinaria ha acompañado al sector dando financiamiento a múltiples emprendimientos que abarcan todas las facetas de la industria. En resumen, la oferta, gracias a la combinación de una expansión de capital, tecnología y recursos humanos ha tenido y tiene lo necesario para crecer.
A pesar de la Ley de Say, no creo que la oferta sea capaz de crear por sí misma demanda y ese aspecto del mercado también ha experimentado una expansión superlativa. Existen múltiples factores para este fenómeno reconociendo que en cada economía puede haber factores diferentes a lo enumerados con una visión localista, argentina. Se puede considerar a la evolución de una internet 1.0 a 2.0 a inicios del siglo XXI, con mayor interacción entre los usuarios, redes sociales y posibilidades de innovación superiores que requerían de nuevas alternativas para transaccionar en el “nuevo mundo digital”, de e-commerce y e-business. Con el paso a una internet 3.0, (a pesar de que ya podemos hablar de 4.0) los jugadores globales, como las Fintechs, han cobrado un papel de tal capacidad de respuesta a los demandantes digitales que torna más probable que un joven una cuenta en Binance antes que una cuenta corriente en un banco del sistema financiero tradicional.
Por otra parte, los déficits fiscales financiados por monedas de curso legal, con la inflación posterior, han llevado a millones de individuos y empresas a intentar resguardas valor real en activos digitales. Por supuesto que el papel de numerario de una mondad nacional no es tan fácil de reemplazar, el rol de reserva de valor o el de pagos diferidos si puede ser sustituido si es que los agentes presentan expectativas favorables hacia un activo determinado.
Por ejemplo, con el comienzo de la invasión rusa de territorio ucraniano, los tokens representativos de oro experimentaron una suba. A su vez, el valor del rublo respecto a diferentes criptos se deterioró a la par de su caída frente a las monedas internacionales. La diferencia estuvo en que los usuarios de exchanges pudieron comenzar a transaccionar de acuerdo con la nueva información a segundos de producirse, anticipando a lo que ocurriría horas después con la apertura de los mercados convencionales de activos. La demanda por estos activos es real, creciente y direcciona los recursos que retroalimentan la expansión del sector.
La pandemia primero, la combinación de políticas fiscales expansivas, déficits fiscales con políticas monetarias por demás de laxas y, la consiguiente, inflación mundial seguida por la guerra en Europa, son factores que impulsan la demanda por activos digitales en un contexto de internacionalización del trabajo con modificaciones profundas en los países desarrollados, pero también en aquellos que sin ser tan desarrollados están integrados al mundo.
El papel de los reguladores, hasta se coló en el acuerdo con el FMI
La desintermediación financiera no es un fenómeno nuevo, su auge internacional fue con la crisis de la deuda de los países emergentes de la década del 80´. Los estadounidenses vieron cerrar cerca de 900 entidades de intermediación por sus posiciones no recuperables en mercados externos, principalmente México mientras que europeos sufrían por los defaults de préstamos sindicados por parte de otros latinoamericanos. En Argentina, la desintermediación se incrementó luego de la crisis de la convertibilidad, dándose el auge de los fideicomisos de todo tipo, sobre todo orientados a dar financiamiento a la construcción.
Los Bancos Centrales, rectores de la intermediación, ven perder su influencia, su señoreaje, su negocio e intentar regular o directamente prohibir el negocio cripto, siendo China es un ejemplo de ello. La tecnología y alternativas disponibles hacen difícil la efectividad de estos intentos de represión de las finanzas basadas en tecnología por la imposibilidad real de controlar lo que ocurre en el mundo digital.
Recientemente, los exchanges que operan a nivel global han respondido negativamente al pedido de organismos reguladores estadounidenses a imponer restricciones a usuario rusos para disponer de sus fondos y realizar transacciones permitiendo que el rublo siga siendo vehículo para adquirir Bitcoin, Ether u otros activos financieros y, por lo tanto, utilizarse para transaccionar y enviar flujos de fondos en segundos desde cualquier parte del mundo a otra a costos insignificantes y seguridad de arribo.
A pesar de esto, en Argentina se idean regulaciones y el problema en vista de los proyectos actualmente presentados está en el profundo desconocimiento del mundo de los negocios digitales, las fintechs, las criptomonedas, con capacidad de generar efectos de desincentivo para la evolución local de una industria que indefectiblemente seguirá avanzando, ganando terreno en el mercado financiero y, seguramente, debe ser regulada considerando incentivos y desincentivos con miras al bienestar de la sociedad, y no los intereses propios de sectores tradicionales cuyos negocios son afectados o su capacidad de financiamiento vía emisión, cada vez es más gravoso en términos de inflación.
El FMI, como organismo supranacional creado en 1944, intenta mantener el papel de las monedas nacionales en marco de un sistema monetario internacional donde las depreciaciones competitivas son parte de sus políticas de ajuste. La aparición de las criptomonedas, su descentralización y falta de control por parte de los bancos centrales resulta una “imperfección” a controlar y, bajo la idea de restringir la expansión de las mismas a nivel global, ha agregado al acuerdo recientemente firmado con Argentina que desde el Banco Central se trabaje para lograr esta restricción. Veremos a futuro en qué medidas concretas se traduce este accionar, pero deberá recordarse que la compañía más valiosa de Argentina es una empresa digital con una unidad de negocios fintech que le ha deparado utilidades importantes.
El futuro del sector es prometedor su expansión inevitable, los reguladores deberán generar condiciones de incentivos a la inversión y acompañar a la transformación de la economía convencional a la digital. El intentar frenar este desarrollo solo generará el desvío de recursos hacia otras economías, en su radicación, pero no la operación, y la actividad local sin control.
*Docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Abierta Interamericana – Sede Rosario
Economista, Especialista y Magister en Finanzas