La importancia de la prevención y entrenamiento de habilidades psicológicas para la salud mental en el deporte
* Por María Julia Raimundi coordinadora del posgrado en Psicología del Deporte de la Universidad Abierta Interamericana e investigadora del CONICET.
Simone Biles, es una gimnasta artística estadounidense. En la competencia individual escampeona olímpica, y cinco veces campeona del mundo. Es la única gimnasta que lo ha conseguido tres veces de forma consecutiva. Por aparatos, ha sido cinco veces campeona mundial en suelo, tres veces en viga de equilibrio y dos veces en salto de caballo. En síntesis, con 19 títulos de campeona mundial y 25 medallas ganadas en campeonatos mundiales, Biles, es la gimnasta más laureada de todos los tiempos, tanto en la categoría masculina como en la femenina.
Hace algunos días, la gimnasta de Estados Unidos, apuntada a ser la gran figura de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, decidió retirarse de esa competencia “para conservar su salud mental”. “Desde que entro a escena, estoy sola con mi cabeza, tratando con demonios. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental”, explicó la atleta.
La situación de esta deportista, junto con la de otros que hemos visto, nos pone de manifiesto la importancia del trabajo de los profesionales de la psicología del deporte, teniendo en cuenta no sólo el rendimiento deportivo sino el bienestar personal.
Si bien en un deporte individual, cuando entra el deportista entra en la escena está solo, hay dos factores fundamentales que interfieren en la mente del competidor. Por un lado, el disfrute de la competencia y por otro, sentirse acompañado en todo momento. Los casos como el de Simone Biles, Naomi Osaka (tenis), Mikel Phelps (natación) y Santiago “Morro” García (futbol) ponen de manifiesto que los deportistas no son máquinas de conseguir buenos resultados, sino que es necesario considerar su integralidad para protegerlos de las malas situaciones.
Si los deportistas no desarrollan “amor” por el deporte y solo se enfatiza su participación en las victorias, los resultados y la práctica de forma profesional, no podrán construir la motivación intrínseca necesaria para sostenerse en el deporte con miras al alto nivel. Los enfoques en la especialización temprana y el énfasis en los resultados durante la fase inicial de la actividad deportiva aumentan la probabilidad de desarrollar el síndrome de burnout (el “quemarse”) y el abandono como resultado del estrés que puede generar la presión. Otros efectos posibles, son la probabilidad de dañar su salud a través de conductas de riesgo (llegando muchas veces al suicidio).
Desde el Equipo de Investigación e Innovación en Psicología del Deporte (@eiipd.ar), donde trabajo con Juan Facundo Corti y Ezequiel Leiter, hace varios años tenemos el objetivo de brindar herramientas a los deportistas, entrenadores y familias para que el deporte constituya una experiencia de desarrollo positivo. Conocer qué es y cómo se genera un clima motivacional positivo es crucial para todos los que formamos parte del contexto del deporte porque las condiciones del entorno son las que pueden facilitar el funcionamiento óptimo y el bienestar, pero también los puede frustrar y traer las consecuencias negativas devastadoras para los deportistas. Con esta información buscamos diseñar programas de formación y así poder brindar a las federaciones deportivas herramientas y estrategias psicológicas para que los entrenadores puedan crear climas que fomenten el compromiso, la motivación y el disfrute en el día a día con sus deportistas, y también brindar a aquellos deportistas que estén atravesando momentos difíciles, los recursos que necesitan.
A partir de la visibilidad que tuvieron esas situaciones en los Juegos Olímpicos, circulan muchas opiniones y consejos sobre la salud mental en el deporte, lo cual puede ser un arma de doble filo. Hay que tener cuidado con el espacio que se le dan a los “tips” o “recomendaciones”. Tanto el disfrute del deporte como el estrés que pueden generar ciertas situaciones dentro de él son experiencias muy personales y distintas en cada uno, por lo tanto, hay que desconfiar de las soluciones generales o “mágicas”.
Es necesario que se de un cambio institucional en las federaciones, que ponga el foco en fortalecer el abordaje preventivo de estas situaciones, construyendo un deporte que promueva la salud, en lugar de intentar resolver el problema cuando ya apareció. Estamos en momentos de pensar la práctica deportiva, principalmente la de alto rendimiento, en la persona detrás de la disciplina y no en el resultado que esta logre. Fomentar el trabajo interdisciplinario de los y las profesiones dentro de los espacios deportivos para generar ambientes de disfrute y bienestar para los y las deportistas, es el gran desafío.